martes, 27 de mayo de 2014

(291.2) Regreso a casa sin prisa II

(291.2) 22 de julio de 2011, viernes.
Platja Punta del Raset-Denia Centro-Autobuses-Hotel Fontanella-Autobuses-Gandía-Valencia-Torres de Serrano-Valencia Renfe-Nord-Ave-Nord-Castelló.
Amanecer en la platja Punta del Raset
Me despierto a las seis y media. Dos chicas están haciendo limpieza manual de la playa, van recogiendo los desperdicios más sobresalientes de la arena, generalmente plásticos y envases. Orino, me visto, recojo y me voy. El cielo está lleno de nubes que amenazan lluvia. Salgo al paseo marítimo y me acerco al hostal donde dormí dos noches el verano de 2009, cuando hice en tren el recorrido Denia-Alicante-Denia. 
 
Allí, la chica que tenía un parecido a Claudia Schifer y Brigitte Bardot (en sus buenos tiempos), ya me adelantó la dificultad que ofrecía el transporte de pasajeros a Baleares, ya que las compañías navieras tenían el negocio repartido y me ofreció ir a Formentera desde Denia. Entonces no tenía un proyecto claro y no le presté mucha atención. De haber sabido lo caro que resultaba este tramo, me lo habría estudiado mejor y es probable que hubiera cambiado el recorrido que he hecho por el de Ibiza-Formentera-Ibiza-Valencia, aunque este último tramo tampoco sé lo que me habría costado. Saco una foto de la portería bajo cuyos palos he dormido.

Desayuno y visita diurna a Denia
El paseo costero ya lo hice ayer por la noche. Pregunto a un extranjero y me dice los bares que están abiertos a estas horas. Saco una foto del paseo marítimo en la zona de la playa del Raset. En la tasca Eulalia desayuno por 2,85 € un gran vaso de leche con sobre descafeinado y un caracol. Pensaba escribir postales y el diario, pero prefiero hacer programa más necesario. Sacar dinero, ver horario de autobuses, visitar a las chicas del Fontanella… y, si me queda hueco, escribir las postales que me quedan, contando el final de mi vuelta a Baleares. Saco dinero, 200 €, y me cobran una comisión de 40 céntimos. Tengo bus a las 9:25 y a las 10:25 para llegar a Valencia. Como en el primero hay ya problemas de billetes, elijo el segundo, que así me permite más tranquilidad en Denia. Me acerco al H. Fontanella. Cuando llego está cerrado, pero dentro hay algún cliente desayunando. En la barra hay cuatro rubias, todas son clientes. La que me abre es morena pero no es la morena que conocí en 2009. Me dice que lleva allí dos años. Entraría después o podría estar ya allí pero en otro turno. Como no voy a pedir habitación, me da la impresión que me quiere echar de allí. La visita ha sido algo frustrante, pues yo esperaba ver a alguien conocido y que me reconociese. Me voy quitándole importancia a lo ocurrido. Empieza a lloviznar, y casi apetece que llueva un poco. Ya no estoy en la playa, ya no me importa. Cuando llego a la estación de autobuses cojo billete a Valencia, con descuento para jubilados. Pago 6,70 €. Y resulta que también había a las diez, que no era la hora prevista. Pero a las 10:15 h. todavía no ha aparecido. En la espera, me dejo mojar por la lluvia sin protección de balcones ni de marquesinas. Pronto amaina, ¡una pena!

Autobús a Valencia. Con Teresa en Gandía
Entre los que esperamos, hay un matrimonio con tres hijas, también Teresa, en la que me fijo. Vive por Les Rotes, la playa del Sur y, una vez montados, será mi compañera de viaje, y le cuento mi paseo nocturno de ayer, cuando llegué casi a su domicilio. Hablamos del viaje que acabo de concluir, de su próxima jubilación, de que la pensión que le va a quedar va a ser necesariamente baja, de su hija y cuatro hijos más y del pequeño, de 25 años, al que hoy va a visitar a Valencia. Quiere conocer el sitio en que trabaja y dónde vive. Está trabajando en la Universidad, profundizado en un tema relacionado con lo que ha estudiado. En la estación de autobuses no le espera él, sino su novia. Cuando llegamos a Gandía, tenemos una parada de 25 minutos, así que bajamos y casi nos perdemos. Nos vemos obligados a preguntar para regresar a tiempo. Ella llevaba lo suyo con ella, pero yo había dejado en el autobús todo menos las gafas. En la parada que hemos hecho, no veo nada reconocible de Gandía. Quizás, si hubiéramos tirado hacia el lado contrario… El bus vuelve a salir y llegamos con mucho retraso a Valencia. Me despido de Teresa y le deseo éxito en su jubilación. Yo ya le he dado pistas para que sea una jubilación placentera. Hemos hablado del Imserso, de los balnearios, aunque a ella le quede pequeña paga ya que sólo cotizó los últimos años. Si cotizó 15, no creo que le quedará tan mal, pero ella no se muestra muy optimista. El marido tenía otra mujer y ella se enteró dos meses antes de dar a luz al 5º hijo, al que hoy visita. Se separó y se tuvo que poner a trabajar a tiempo parcial, para poder mantener a su prole. Al pequeño se lo recogían en la guardería en que trabajaba. Es maestra de primaria. La plaza la tiene ahora en propiedad y está dudando si alargar algo su vida laboral para que le quede una pensión más digna. Hemos hablado de la ocupación del tiempo y de oportunidad de poner en práctica aficiones. Yo le cuento las mías. Nos damos un beso de despedida y hasta que el mundo nos propicie otro encuentro. Teresa cree que es poco comunicativa y yo le digo que comunica bien, al menos conmigo así ha sido. Adiós.

Un rato por Valencia. Billetes
Salgo hacia las torres de Serrano. Paso por la iglesia de la patrona, Ayuntamiento, Plaza de Toros y Estación del Norte. He decidido ir a Castelló y me informan de los trenes que tengo para volver el lunes a Irun. De Castelló iré a Tarragona, a Camp de Tarragona andando y de allí en tren a Irun. En principio, estoy decidido a ir en el de las 9:12 h pero veo que tendría que levantarme demasiado temprano y decido con acierto coger el lunes el de las 14:12 h. Llegará a Irun a las 21:30 h. Voy a la taquilla y me mandan a la nueva estación del AVE ¡Más complicación! Me cuesta más de 10 minutos andando. Me equivoco y rectifican. Voy a la nueva estación y en información me toca el nº 288 y van en el 262 ¡No me queda nada! Hay carteles que reivindican más personal para hacer una más correcta atención al público. A las 14:15 h consigo la última plaza para el de las 16:12 h. Pago 33,15 € con Visa.

Comida en Pans & Company
Regreso a la otra estación y como en Pans & Company, un bocadillo que lo ofertan como menú de verano. Consiste en bocata de queso griego y pasas y una ensalada aliñada con poca sal, aceite y poco vinagre y ½ litro de cerveza. Como añado un helado de nata de 1 €, que también es oferta de verano, la comida me cuesta 7,45 €, que pago en efectivo. A las 15:15 h me pongo a escribir el diario y, una vez lo tengo al día, a las 15:40 h escribo las postales. Echo postales al buzón.

Rodalías a Castelló
Cojo billete de rodalías para el tren de las 17:20 que tiene prevista la llegada a Castelló a las 18:40 h. El billete reducido Valencia-Castelló, me cuesta 2,80 €. Ya con los billetes a Castelló, llamo a Arturo tres veces pero no me responde. Hablo con Vera y le digo que ya estoy en la península y me dice que Sara y familia regresan el domingo de Berdún (0,95 €). Responda o no Arturo, el lunes deberé está en Camp de Tarragona para coger el tren cuyo billete tengo hasta Irun. Con este programa, queda anulado el otro que había previsto de comer en el Parador Nacional de la Albufera. De nuevo en la estación de Valencia, en el panel ya está situado el tren de las 17:20 h pero aún no han señalado en qué vía. Espero paseando sin separar las mochilas de mi cuerpo, ¡ya son las últimas bocanadas!, ¡hay que apurarlas! Diez minutos antes de la hora de salida lo sitúan en vía 2. Cancelo el billete. ¿Por qué llamarán cancelación a esta operación de picar automático? Hace una función similar a la del interventor que, en tiempos, llamábamos pica. “¡Que viene el pica!” decíamos. Cancelar el billete no es lo mismo que cancelar el viaje. En este caso sería una confirmación de que me monto en el tren para el que había cogido el billete y la canceladora lo confirma automáticamente. Me monto en el segundo vagón, a pesar de que veo a todo el mundo avanzar hacia delante. Me coloco estratégicamente en ventana a la derecha que es el lado en que, un joven deportista, me asegura que voy a ver el mar. En la posición que estoy en la estación el sentido de mi orientación se tambalea. Además, teniendo en cuenta que el tren ha entrado en la estación de Valencia y vuelve a salir, mis referentes están totalmente perdidos. Aunque sé a dónde va, no sé de dónde viene. Tampoco sé cómo será la del AVE y la conexión que tendrá con la actual en el futuro. Tampoco entiendo que hayan hecho una estación tan gris e impersonal, tan fea como la nueva, plateada, me había dicho un chico, teniendo ésta tan bonita, con su decoración de cerámica y mosaicos preciosos, verticales y cenitales. Al poco, pasa un revisor anunciando que, los que vamos a Castelló pasemos adelante, a la zona anunciada como B, ya que todo el tren no sale. Solo las unidades delanteras. Cuando llego al nuevo vagón ya no encuentro sitio donde me hubiera gustado y me siento a la derecha pero de espalda a la dirección del tren.

Tren Valencia-Castelló
Al llegar a Sagunto una mujer me deja su asiento con la ventana y ella se pasa al del pasillo, pues lo que quiere es sólo mirar hacia delante. Todo mi afán de ventana es en vano, pues en ningún momento el tren va a pasar cerca de la costa. No veré nada de lo recorrido en 2009 a pie. No ocurrirá lo mismo el lunes cuando haga el recorrido Castelló-Tarragona, sobre todo desde l’Ametlla de Mar. ¡Qué recuerdos! Una chica se ha sentado enfrente y lee un libro. Yo sólo consigo escribir dos postales. Cuando estoy en la estación, llamo a Arturo desde el móvil, y tampoco da respuesta. En el momento en que el revisor está interviniéndome el billete, me llama Arturo al móvil y pregunto al interventor la hora de llegada. “Las 19:45 horas”, me dice. Y se lo comunico a Arturo pero, al colgar, me dice el revisor que se ha equivocado y que el tren llegará a las 18:30 (acabará llegando a las 18:40 h). Con el nuevo dato vuelvo a llamar a Arturo y me dice que me esperará en la estación. Recibo mensaje de MoviStar diciendo que me queda un saldo de 11,33 €, así que queda claro el poco uso que le he dado al móvil desde que lo compré en Ciutadella, una vez acabado mi recorrido por la isla de Menorca. Me vuelve a llamar Arturo para decirme que si no llega a tiempo, que le espere. En ese momento el tren está entrando en Xilxes y la chica que estaba enfrente está preparada para bajar en la puerta de salida. Le pregunto si conoce a Edgar y me responde que no. Así que nada.

Castelló de nuevo
Subo dos tramos de escalera mecánica y salgo al exterior. Arturo no está ni donde me despidió la última vez, en el pasillo elevado, ni en la salida, así que me dispongo a esperarlo, pero resulta que me estaba esperando en otra salida y, al ver que no salía por allí, viene a ésta. Nos abrazamos y nos vamos hacia su casa. Ducha, lavadora y me deja una camiseta y un pantalón corto suyos que llevaré hoy, mañana y pasado, el finde que voy a pasar con él.

Cena en un chino
Es un restaurante chino al que suele ir él con su hijo. Compartimos arroz tres delicias, verduras, ternera con bambú y setas chinas. No me ofrecen de postre la manzana pero sí el plátano frito flameado con Cointreau que, aunque no está muy dulce, me empalaga. Tras un chupito de licor de flores, nos paseamos por El Grau, donde aparecía en el panel de la plaza del Teatro Principal, que había una actuación de un grupo de música local. Pero no lo encontramos por ninguna parte y, tras el paseo, nos volvemos a casa. Arturo tiende la ropa en el tendedero de su balcón. Después de haber dormido sólo cinco horas en la playa de Denia, cojo las sábanas con mucho gusto y duermo plácidamente. Hoy no tengo nada que vigilar, nada que temer, Arturo hace de mi ángel vigilante hospitalario. Hoy le toca hacer de hospitalero de un solo caminante.


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