Etapa 48
(290) 20 de julio de 2011, miércoles
Sant
Francesc Xavier-Restes prehistòriques-Far de Barbaria-Torre des
Garroveret-Es torrent Fondo-Can Parra-Torrent de s’Alga-Es Mal Pas
(Platja de Migjorn)-Torre des Pi des Català-Sant Francesc
Xavier-Sant Ferran de ses Roques-Es Caló.
Despertar
en el Centro
En el
centro del universo que soy yo en relación a mí mismo, enmimismado.
No han dado todavía las siete campanadas en la iglesia, cuando me
despierto. Organizo la mochila para dejarla totalmente cerrada y
lista para mi regreso. Como no sé a qué hora desayunaré, como una
naranja y un plátano, y transvaso el zumo de manzana a mi botellín.
Compré en Eroski 3 plátanos, 3 naranjas, 2 nectarinas, 1 l de zumo
de manzana y 1 y ½ litros de agua mineral. Durante la noche, a no sé
que horas de la madrugada, ha regresado Jose y ha estado mucho tiempo
con la luz encendida. ¿Cómo le habrá ido con la donostiarra?, será
algo que nunca sabré. Tengo la intuición de que no le ha ido muy
bien, aunque fuera ella la que le llamara. Para las 7:30 h he dejado
la mochila en la silla y la llave encima. No sé lo que pasará a la
vuelta, si tendré la cama de la dudosa o si tendré que emigrar.
Una
larguísima recta hacia el Far de Barbaria
Aunque
haré una entrada previa en busca de los restos prehistóricos, y me
saldré de esta carretera tan recta. Para coger bien la dirección,
pregunto a un empleado municipal. Me orienta muy bien y acierto a la
primera con la salida correcta. Sigo carretera adelante, sin arcén,
pero con poca circulación a esta hora temprana del día. Si en algún
cruce de coches el espacio me lo permite, lo convierto en arcén y me
protejo en él. Caminando, llego hasta el cruce que va a mano
derecha, hacia Cala Saona, donde ya estuve ayer y que me sirve para
situarme en espacio y en tiempo. En este tramo he tardado menos de
media hora, lo que me hace pensar que en una hora más habré llegado
al faro. En este cruce también, pero hacia el otro lado, finaliza el
itinerario nº 6. Luego cogeré un tramo, al regreso del faro, cuando
el acantilado no me deje continuar y me obligue a volver a la
carretera. Por ese tramo del itinerario podré llegar al torrent de
s’Alga.
Raíces
para las cabras
Me
encuentro con un hombre mayor, con apariencia de poco espíritu
vital, pero que todavía mantiene arrestos como para cortar con el
hacha unas raíces de unas plantas con las que va a dar de comer a
sus cabras.
Cuando me voy, me arrepiento de no haberle sacado una foto, y tampoco lo hago cuando llego donde esperan, expectantes, las cabras que las van a comer. ¡Una lástima! Habría sido un bonito documento humano de la isla, mejor que tanto paisaje y monumentos.
Cuando me voy, me arrepiento de no haberle sacado una foto, y tampoco lo hago cuando llego donde esperan, expectantes, las cabras que las van a comer. ¡Una lástima! Habría sido un bonito documento humano de la isla, mejor que tanto paisaje y monumentos.
Restes
prehistòriques
Encuentro
un cartel indicando que, a 2,300 kilómetros hay un lugar interesante
para fotografiar.
Interpreto que se refiere al faro de Barbaria pero, después de andar un trecho, una flecha me indica la dirección por donde me tengo que desviar de la carretera si es que quiero encontrar los Establecimientos Megalíticos. Me meto por donde indica que hay que meterse, pero rápidamente pierdo la señal y ando por los alrededores infructuosamente. Es una lástima, porque así pierdo más de un cuarto de hora. Pienso: “Nos mandan a buscarlos, se olvidan de nosotros y dejan de indicarlos para ver si los encontramos y estarán agradecidos si les decimos dónde están los dichosos yacimientos megalíticos”.
Acabo perdiéndome y el sendero me lleva en sentido contrario y, cuando retomo el sentido correcto, que de nuevo me orienta hacia el faro, me encuentro un cartel que indica: “Prohibido el paso por repoblación forestal”. Estando orientado de nuevo, hago caso omiso del cartel y de repoblación forestal no veo absolutamente nada.
“¡Una milonga!”, pienso. Pero no será un engaño, puesto que, luego veré la zona repoblada. Cuando estoy llegando de nuevo a la carretera, topo con una valla que protege un conjunto de piedras semienterradas y que, porque lo dice el cartel, me tengo que creer que son los yacimientos anunciados: Circo megalítico del II milenio A.C. El recinto es pequeño, nada que ver con los alineamientos megalíticos que veré en Carnac el próximo verano.
Por el cartel, además, me entero de que el Consell Insular abarca las islas de Eivissa y Formentera. Saco tres fotos. Las dos primeras son una visión parcial de las piedras que ofrece el yacimiento y del cartel ilustrador y otra que pretende ser de conjunto, con todo el recinto vallado.
Interpreto que se refiere al faro de Barbaria pero, después de andar un trecho, una flecha me indica la dirección por donde me tengo que desviar de la carretera si es que quiero encontrar los Establecimientos Megalíticos. Me meto por donde indica que hay que meterse, pero rápidamente pierdo la señal y ando por los alrededores infructuosamente. Es una lástima, porque así pierdo más de un cuarto de hora. Pienso: “Nos mandan a buscarlos, se olvidan de nosotros y dejan de indicarlos para ver si los encontramos y estarán agradecidos si les decimos dónde están los dichosos yacimientos megalíticos”.
Acabo perdiéndome y el sendero me lleva en sentido contrario y, cuando retomo el sentido correcto, que de nuevo me orienta hacia el faro, me encuentro un cartel que indica: “Prohibido el paso por repoblación forestal”. Estando orientado de nuevo, hago caso omiso del cartel y de repoblación forestal no veo absolutamente nada.
“¡Una milonga!”, pienso. Pero no será un engaño, puesto que, luego veré la zona repoblada. Cuando estoy llegando de nuevo a la carretera, topo con una valla que protege un conjunto de piedras semienterradas y que, porque lo dice el cartel, me tengo que creer que son los yacimientos anunciados: Circo megalítico del II milenio A.C. El recinto es pequeño, nada que ver con los alineamientos megalíticos que veré en Carnac el próximo verano.
Por el cartel, además, me entero de que el Consell Insular abarca las islas de Eivissa y Formentera. Saco tres fotos. Las dos primeras son una visión parcial de las piedras que ofrece el yacimiento y del cartel ilustrador y otra que pretende ser de conjunto, con todo el recinto vallado.
Far de
Barbaria
Tras
esta revuelta innecesaria para ver algo que está tan próximo a la
carretera y que, si no me hubiera confundido la flecha, me lo habría
encontrado sin más, continúo por carretera, que ya va menos recta,
hacia el faro. En una de las curvas, ya veo al faro en lontananza.
Como veis, en este tramo de la carretera, ya no importa que las
plantas crezcan al lado de la calzada, ni que la carretera no tenga
arcén, puesto que el terreno es llano y, si pasa algún vehículo,
no hay ningún problema para caminar por los bordes de tierra y
piedra.
Una pareja de italianos en moto, me adelanta hacia el faro. Llegarán antes que yo. Me entretengo con unas plantas que crecen junto a la calzada. Tienen la apariencia de pelo de animal, como de conejo, garduña o algún otro de los que se cobijan en madrigueras. Fotografío un conjunto de estas plantas, que ofrecen al tacto la suavidad del pelo, y que luego volveré a encontrar en un espacio más extenso.
Según me voy acercando al faro, voy sacando fotos en la última recta y finalizo a pie de faro.
En la última, aparece la pareja de italianos y su moto. Tras el reportaje fotográfico, me olvido de la carretera y empiezo a caminar por encima del acantilado hacia la torre.
Una pareja de italianos en moto, me adelanta hacia el faro. Llegarán antes que yo. Me entretengo con unas plantas que crecen junto a la calzada. Tienen la apariencia de pelo de animal, como de conejo, garduña o algún otro de los que se cobijan en madrigueras. Fotografío un conjunto de estas plantas, que ofrecen al tacto la suavidad del pelo, y que luego volveré a encontrar en un espacio más extenso.
Según me voy acercando al faro, voy sacando fotos en la última recta y finalizo a pie de faro.
En la última, aparece la pareja de italianos y su moto. Tras el reportaje fotográfico, me olvido de la carretera y empiezo a caminar por encima del acantilado hacia la torre.
Torre des Garroveret
Como
está en el Cap de Barbaria, esta torre, al igual que el faro, recibe
también el mismo nombre. Desde el faro, se ve muy bien la torre y,
aunque no siga un camino o sendero que me lleve hasta ella, no hay
necesidad puesto que la superficie me va permitiendo el acercamiento
sin mayores ayudas.
Sin llegar, ya la fotografío de lejos, algo oscura por estar orientada hacia la fachada Sudoeste. Lo más interesante de la foto es que, además de ofrecernos la torre, al fondo ya se presenta el lugar donde acabaré durmiendo esta noche, al inicio del Pilar de la Mola, la península que está orientada al Este.
Con esta información ya os estoy adelantando que, cuando vuelva al Hostal Centro, no voy a tener habitación para dormir. Cuando llego a la Torre des Garroveret, saco una foto cercana, donde se aprecia la inclinación del terreno, que exigió una planta ovalada en vez de circular, una conservación perfecta de la fachada, que da muestra de no haber sido restaurada o de que la restauración se efectuó hace muchísimo tiempo. Aprovecho la ocasión para que el faro también aparezca a lo lejos. De las que llevo vistas, quizás ésta sea la torre que más me ha gustado. Quizás otras anteriores mejoren cuando adquieran la pátina del tiempo.
Bastante las he ido criticando, a lo largo de este precioso viaje que ya está finalizando, por su excesiva restauración o reconstrucción. Desde la torre, saco nueva foto hacia el Pilar de la Mola, pero el objetivo es que se aprecie la calidad del acantilado por el que van a ir transcurriendo mis próximos pasos. Por su estructura, desde la carretera van bajando algunos torrentes secos hacia el mar, lo que va produciendo hondonadas que tendré que ir bajando y subiendo. Unos van a ser sencillos de cruzar, pero alguno será algo peligroso.
Sin llegar, ya la fotografío de lejos, algo oscura por estar orientada hacia la fachada Sudoeste. Lo más interesante de la foto es que, además de ofrecernos la torre, al fondo ya se presenta el lugar donde acabaré durmiendo esta noche, al inicio del Pilar de la Mola, la península que está orientada al Este.
Con esta información ya os estoy adelantando que, cuando vuelva al Hostal Centro, no voy a tener habitación para dormir. Cuando llego a la Torre des Garroveret, saco una foto cercana, donde se aprecia la inclinación del terreno, que exigió una planta ovalada en vez de circular, una conservación perfecta de la fachada, que da muestra de no haber sido restaurada o de que la restauración se efectuó hace muchísimo tiempo. Aprovecho la ocasión para que el faro también aparezca a lo lejos. De las que llevo vistas, quizás ésta sea la torre que más me ha gustado. Quizás otras anteriores mejoren cuando adquieran la pátina del tiempo.
Bastante las he ido criticando, a lo largo de este precioso viaje que ya está finalizando, por su excesiva restauración o reconstrucción. Desde la torre, saco nueva foto hacia el Pilar de la Mola, pero el objetivo es que se aprecie la calidad del acantilado por el que van a ir transcurriendo mis próximos pasos. Por su estructura, desde la carretera van bajando algunos torrentes secos hacia el mar, lo que va produciendo hondonadas que tendré que ir bajando y subiendo. Unos van a ser sencillos de cruzar, pero alguno será algo peligroso.
y Punta de l’Anguila
Este
tramo va a ser un cúmulo de peripecias que me van a acabar llevando
de nuevo a la carretera. De momento, sigo por el acantilado. El
primer torrente que paso, me obliga a alejarme de la costa, pero lo
paso sin ningún problema. Como se ve en la foto, las rocas y los
arbustos son amables, ni tienen aristas, ni pinchos que me dificulten
el acceso al otro lado.
Ya en la cima del otro lado, sobre una roca, me sorprende una pequeña construcción de piedra que no es ni fita, ni límite geodésico o, al menos, no guarda la estructura de los que con ese nombre he venido viendo hasta ahora.
Soslayado el primer torrente, ahora voy por encima del acantilado, suavemente, hasta que llego a otro torrente más pronunciado. Creo que se trata de Es Torrent Fondo. Mi duda es que llamen Fondo a todo este conjunto de torrentes.
Saco foto del torrente antes de abordarlo desde arriba, luego cuando estoy dentro de él, orientado hacia Oeste y cuando ya he salido.
Cuando llego arriba, ya veo algunos vestigios de la repoblación forestal que no había conseguido ver cuando lo anunciaban cerca de los restos prehistóricos. Los esquejes de árboles son del tipo de pino mediterráneo y están protegidos hasta que agarren con fuerza en terreno tan rocoso. Algunos ya veo muertos al poco de ser plantados.
Por las características del terreno, me veo obligado a escorarme hacia el mar y, la siguiente torrentera, me la pasaré trepando por el acantilado. Será el rato más peligroso de la mañana. Antes de abordar este tramo, saco foto de la parte de acantilado que voy a atravesar. Rocas y bonitos arbustos adornan el paisaje. Aunque al fondo esté la Mola, no mola.
Tras haber pasado las peripecias, saco una foto desde la cima del otro lado. Estoy contento de haber ascendido por el acantilado y, sobre todo, de haber llegado sano y salvo.
Como me temo que no voy a poder continuar por lo alto del acantilado, saco una foto hacia el Nordeste, hacia lo que creo que será la punta de l’Anguila. Toda esta parte de la costa, que es tan bonita, no voy a tener más remedio que perdérmela. Tras pasar el mal trago, los caminos se empiezan a complicar. Un nuevo torrente, que supongo culminará en el Racó de s’Alga, me obligará a alejarme hacia el interior y a llegar a la carretera. Paso muy cerca de la casa del hombre que recolectaba comida para sus cabras. Sólo veo a la mujer, que al pasar también estaba, y que ahora grita a sus perros para que dejen de ladrarme. Sigo carretera hasta el cruce con el itinerario 6 que, del 12 al 18 me irá llevando hacia el siguiente torrente.
Ya en la cima del otro lado, sobre una roca, me sorprende una pequeña construcción de piedra que no es ni fita, ni límite geodésico o, al menos, no guarda la estructura de los que con ese nombre he venido viendo hasta ahora.
Soslayado el primer torrente, ahora voy por encima del acantilado, suavemente, hasta que llego a otro torrente más pronunciado. Creo que se trata de Es Torrent Fondo. Mi duda es que llamen Fondo a todo este conjunto de torrentes.
Saco foto del torrente antes de abordarlo desde arriba, luego cuando estoy dentro de él, orientado hacia Oeste y cuando ya he salido.
Cuando llego arriba, ya veo algunos vestigios de la repoblación forestal que no había conseguido ver cuando lo anunciaban cerca de los restos prehistóricos. Los esquejes de árboles son del tipo de pino mediterráneo y están protegidos hasta que agarren con fuerza en terreno tan rocoso. Algunos ya veo muertos al poco de ser plantados.
Por las características del terreno, me veo obligado a escorarme hacia el mar y, la siguiente torrentera, me la pasaré trepando por el acantilado. Será el rato más peligroso de la mañana. Antes de abordar este tramo, saco foto de la parte de acantilado que voy a atravesar. Rocas y bonitos arbustos adornan el paisaje. Aunque al fondo esté la Mola, no mola.
Tras haber pasado las peripecias, saco una foto desde la cima del otro lado. Estoy contento de haber ascendido por el acantilado y, sobre todo, de haber llegado sano y salvo.
Como me temo que no voy a poder continuar por lo alto del acantilado, saco una foto hacia el Nordeste, hacia lo que creo que será la punta de l’Anguila. Toda esta parte de la costa, que es tan bonita, no voy a tener más remedio que perdérmela. Tras pasar el mal trago, los caminos se empiezan a complicar. Un nuevo torrente, que supongo culminará en el Racó de s’Alga, me obligará a alejarme hacia el interior y a llegar a la carretera. Paso muy cerca de la casa del hombre que recolectaba comida para sus cabras. Sólo veo a la mujer, que al pasar también estaba, y que ahora grita a sus perros para que dejen de ladrarme. Sigo carretera hasta el cruce con el itinerario 6 que, del 12 al 18 me irá llevando hacia el siguiente torrente.
Torrent
de s’Alga
Llego
a una carretera asfaltada. “Nunca la abandones”, me dice una
pareja que va en bicicleta. Obedezco y continúo. Una mujer que va en
bici en la misma dirección que yo, aminora la marcha y vamos
conversando. “Hace tiempo que no he visto el torrent”, me dice,
refiriéndose al que voy, el de s’Alga. Ella va a continuar por
asfalto, pero me recomienda que, cuando llegue a la rotonda con
algarrobo, que coja un camino de tierra que me llevará recto hasta
la orilla del mar. Le hago caso.
Desde que he abandonado la costa, hasta que vuelva a recuperarla en s’Alga, ha trascurrido más de una hora. Antes de llegar a s’Alga, encuentro otra zona en que crece la planta que he visto llegando al faro de Barbaria, la que me recuerda al pelo del conejo. Aquí la extensión que cubre es mayor y saco foto de conjunto. Finalmente llego a la parte más próxima al mar del torrente de s’Alga y, como muy bien indica su nombre, está a tope de algas. Pero, si sólo fueran algas, sería hasta bello.
Está lleno de restos plásticos que dan colorido variopinto al paisaje. A ambos lados del torrente, en la costa, hay embarcaderos pero serán de los más feos que he visto, parecen chabolas hechas para cobijar a indigentes. La primera, con toldos negros, ofrece un aspecto deplorable. En el centro de lo que podríamos llamar la bocana de salida al mar del torrente, hay una roca con un distintivo rojo, para aviso de mareantes. No veo claro la utilidad del invento, puesto que del torrente no puede bajar navegando nadie. Cuando las algas secas me lo permiten, paso al otro lado y fotografío el tinglado del embarcadero del Norte. Después de haber visto este embarcadero, me acuerdo del más bonito que vi en Ibiza, cerca del pueblo fenicio y de la playa nudista de Sa Caleta. Son las 11:30 h y aún no he podido desayunar. Menos mal que he comido la fruta al salir del hostal.
Desde que he abandonado la costa, hasta que vuelva a recuperarla en s’Alga, ha trascurrido más de una hora. Antes de llegar a s’Alga, encuentro otra zona en que crece la planta que he visto llegando al faro de Barbaria, la que me recuerda al pelo del conejo. Aquí la extensión que cubre es mayor y saco foto de conjunto. Finalmente llego a la parte más próxima al mar del torrente de s’Alga y, como muy bien indica su nombre, está a tope de algas. Pero, si sólo fueran algas, sería hasta bello.
Está lleno de restos plásticos que dan colorido variopinto al paisaje. A ambos lados del torrente, en la costa, hay embarcaderos pero serán de los más feos que he visto, parecen chabolas hechas para cobijar a indigentes. La primera, con toldos negros, ofrece un aspecto deplorable. En el centro de lo que podríamos llamar la bocana de salida al mar del torrente, hay una roca con un distintivo rojo, para aviso de mareantes. No veo claro la utilidad del invento, puesto que del torrente no puede bajar navegando nadie. Cuando las algas secas me lo permiten, paso al otro lado y fotografío el tinglado del embarcadero del Norte. Después de haber visto este embarcadero, me acuerdo del más bonito que vi en Ibiza, cerca del pueblo fenicio y de la playa nudista de Sa Caleta. Son las 11:30 h y aún no he podido desayunar. Menos mal que he comido la fruta al salir del hostal.
Es Mal
Pas
Es Mal
Pas es la parte más occidental de la platja de Migjorn. Al igual que
en la desembocadura del torrent d s’Alga, la posidonia se enseñorea
de la costa, dándole a la toponimia del lugar la clave de lo que
allí podemos encontrar, avanzando hacia Llevant, el alga vuelve a
apropiarse de la costa. Saco una foto con el bonito contraste entre
el gris de la posidonia seca y pisable y el marrón rojizo de la
tierra que la soporta. Las rocas también están totalmente cubiertas
por el alga.
Finalizado este tramo extenso de algas, aparecen las primeras playas de arena que continúan a Levante hacia el cabo de la Mola. Pasadas las algas, llego a Es Mal Pas. En la playa sólo hay desnudos una niña y dos niños, se está desnudando la madre y todavía no lo ha hecho el padre. Otra pareja con bañador está en el agua y sólo hay otra pareja desnuda. No tengo necesidad de ver más gente desnuda para desnudarme sin prevención. Me doy el baño en zona libre de algas, aunque no con agua tan nítida como hubiera deseado. Me doy baños, paseos, descubro la torre, más baños, más paseos y voy al bar.
Finalizado este tramo extenso de algas, aparecen las primeras playas de arena que continúan a Levante hacia el cabo de la Mola. Pasadas las algas, llego a Es Mal Pas. En la playa sólo hay desnudos una niña y dos niños, se está desnudando la madre y todavía no lo ha hecho el padre. Otra pareja con bañador está en el agua y sólo hay otra pareja desnuda. No tengo necesidad de ver más gente desnuda para desnudarme sin prevención. Me doy el baño en zona libre de algas, aunque no con agua tan nítida como hubiera deseado. Me doy baños, paseos, descubro la torre, más baños, más paseos y voy al bar.
Desayuno
en chiringuito Platja Migjorn
Me
asomo al chiringuito, pero tengo que volver a mi sitio para ponerme el pantalón.
Vaso de leche caliente con sobre descafeinado y un trozo de tarta de
manzana demasiado canelada (4,50 €). Vuelvo a la playa, pero antes
de marcharme volveré al chiringuito, tomaré una tónica, echaré un
hielo a mi botella de agua y me iré hacia Sant Francesc pero, de
momento, sigo en la playa. Cuando estoy tumbado de nuevo en la
toalla, llega un chico que se pone cerca de mí, pero no se quita el
slip. Algo tendrá que ocultar. El extranjero de la pareja textil se
ha acercado al bar mientras yo desayunaba, ha comprado un polo de
frambuesa. Lo más interesante ha sido la ceremonia de devolverle los
cambios, las vueltas del billete, ¡qué lío se ha montado el
sudamericano! Antes de contratarlos, “¿les harán una prueba de si
saben contar o no?”, me pregunto. Volviendo a la playa. Ha ido
llegando más gente y, hacia la una, decido ir a por la tónica, me
visto, la bebo, la pago (2,10 €). Le doy el precio justo para no
demorarme demasiado tiempo, no sea que este otro sudamericano sea tan
torpe con los cambios como el primero, y me voy hacia la torre.
Torre des
Pi des Català
Traducido
sería los pinos de los catalanes, no la torre de los catalanes
despi (stados). Son las 13:15 h. El segundo sudamericano me dice que
siga siempre por la izquierda pero, al ir primero a la torre, el
itinerario cambia y acabaré tardando casi una hora en llegar a Sant
Francesc. Saco foto de la torre que, aunque está conservada casi tan
bien como la de Garroveret, tiene la particularidad de los nombres de
la entrada. Así damos repaso a nombres de la actualidad árabe:
Gadafi, Bin Laden y Alkaida.
Lo raro es que el nombre de la torre sea de los Catalanes y no del Moro. Antes de dar las dos, y sin llegar aún a Sant Francesc, me encuentro con esta copa de higuera que, en realidad, es un conjunto de pequeñas higueras cuyas hojas se juntan. Desconozco las ventajas de esta forma de construcción arbórea. Llegando a Sant Francesc, una chica extranjera viene del Port de la Savina y me pregunta “¿cuánto falta para es Mal Pas?” y le digo: “media hora”. Piensa que estoy dando un paseo como ella, pero está equivocada.
Lo raro es que el nombre de la torre sea de los Catalanes y no del Moro. Antes de dar las dos, y sin llegar aún a Sant Francesc, me encuentro con esta copa de higuera que, en realidad, es un conjunto de pequeñas higueras cuyas hojas se juntan. Desconozco las ventajas de esta forma de construcción arbórea. Llegando a Sant Francesc, una chica extranjera viene del Port de la Savina y me pregunta “¿cuánto falta para es Mal Pas?” y le digo: “media hora”. Piensa que estoy dando un paseo como ella, pero está equivocada.
De
nuevo en Sant Francesc Xavier. Sa Cantonada y Pa i vi
Después
de casi siete horas de paseo y playa, regreso a la capital. Ya ha
cerrado la chica de información y no le puedo contar cómo me ha ido
la mañana, pero ella todavía está en la ciudad. Le agradezco y le
cuento lo que hice ayer por la tarde y hoy por la mañana. Cuando
llego al bar Centro me dicen que no tengo cama para esta noche que,
finalmente, la que dudaba ha decidido quedarse. No se si apenarme o
alegrarme. A lo largo de la tarde comprenderá que ha sido mejor así,
me da otra libertad y otras posibilidades. Le digo que voy a ver que
potaje me ofrecen donde comí ayer las lentejas y que luego regresaré
para recoger mi mochila. Donde ayer ofrecían lentejas, hoy ofrecen
pollo y no me apetece. En Pa i vi: entremeses y pinchito de tortilla,
que tampoco, así que me acerco a Sa Cantonada y me acojo a menú de
10 €: arroz tres delicias, panga con patatas y ensalada, natillas y
con un té verde serán 11,30 €. Me voy a escribir el diario donde
ayer y hablo con el padre de la camarera y con otro que, en plan
socarrón, sabe cómo tratarme y al que cuento vivencias y
vicisitudes de mi viaje. Van a dar las siete y aún no he escrito
ninguna postal, pero me tengo que ir. He añadido una tónica al gin
tónic (4,50 + 1,80= 6,30 €). Por lo menos tengo el diario al día
y, las postales, ya se verá cuándo las puedo escribir. Vuelvo al
Hostal Centro. No está el jefe y nadie sabe dónde está mi mochila.
La primera reacción es coger el móvil y llamarle, pero le digo que
me dejen primero mirar a mí. Como en el salón de al lado no está,
subo las escaleras al primer piso y la veo al fondo del pasillo. Toco
en la puerta de la habitación de Jose y no me responde. Supongo que
no está. Bajo con la mochila, agradezco la estancia y que me la
hayan guardado y me voy hacia el Pilar de la Mola o hasta donde
llegue en esa dirección.
Sant
Ferran de ses Roques
A esta
hora, todo el mundo está regresando de las playas y la carretera
está hasta los topes de vehículos en circulación. A ratos, es una
circulación lentísima que desespera a los conductores. Los
motoristas son los que mejor pueden ir avanzando entre coches, pero
para mí es un peligro porque algunos conductores son novatos, no
dominan la moto, pues sólo la han alquilado para desplazarse en las
vacaciones y, en muchas ocasiones, con esa inseguridad, se meten por
el carril de bicicletas que es por donde va el peatón. Debo ir muy
atento a estas maniobras.
Además de sortear las bicis, debo eludir las motos. Por esa razón, el camino me resulta bastante penoso, por el exceso de atención a que me obliga. Tampoco veo matrículas nuevas como para ir completando palabras. Antes de llegar a Sant Ferran paso por un molino que esta en el itinerario nº 8 que cuando regresaba esta mañana de es Mal Pas no lo he visto. Paso San Ferran de ses Roques sin sacar ninguna foto. Quería ver la iglesia y no la he visto. Compro postales 40 x 0.35 = 14 €. Al inicio me pedían 40 céntimos por postal y consigo rebajarlas a 35. El chaval de la tienda me ha dicho al principio que no es el dueño y que no puede negociar pero como le parece razonable mi propuesta, accede a la rebaja. Pensaba rebajarme unos céntimos y finalmente la rebaja ha sido de 2 €. Creo que a la postre ambos hemos salido ganando algo. Le hago la cuenta mentalmente, pero él necesita contarlas y hacer la cuenta con la calculadora. Se lo digo y me responde: “hemos perdido el hábito de hacer pequeñas cuentas mentalmente”. Paso por otra higuera de característica similar a la que he visto esta mañana cuando regresaba del paseo y la playa, pero más a lo bestia. Muchísimas higueras forman un falso techo con un pivote central. Es lo más novedoso que he visto en Formentera.
Además de sortear las bicis, debo eludir las motos. Por esa razón, el camino me resulta bastante penoso, por el exceso de atención a que me obliga. Tampoco veo matrículas nuevas como para ir completando palabras. Antes de llegar a Sant Ferran paso por un molino que esta en el itinerario nº 8 que cuando regresaba esta mañana de es Mal Pas no lo he visto. Paso San Ferran de ses Roques sin sacar ninguna foto. Quería ver la iglesia y no la he visto. Compro postales 40 x 0.35 = 14 €. Al inicio me pedían 40 céntimos por postal y consigo rebajarlas a 35. El chaval de la tienda me ha dicho al principio que no es el dueño y que no puede negociar pero como le parece razonable mi propuesta, accede a la rebaja. Pensaba rebajarme unos céntimos y finalmente la rebaja ha sido de 2 €. Creo que a la postre ambos hemos salido ganando algo. Le hago la cuenta mentalmente, pero él necesita contarlas y hacer la cuenta con la calculadora. Se lo digo y me responde: “hemos perdido el hábito de hacer pequeñas cuentas mentalmente”. Paso por otra higuera de característica similar a la que he visto esta mañana cuando regresaba del paseo y la playa, pero más a lo bestia. Muchísimas higueras forman un falso techo con un pivote central. Es lo más novedoso que he visto en Formentera.
Es Caló
Salgo
de Sant Ferran de ses Roques de nuevo a la carretera. El tráfico
sigue como el de antes. Cuando estoy pasando por carretera, a la
altura de la platja de Tramuntana, pasa alguien en moto y me saluda.
Sin poderlo asegurar, quiero pensar que ha podido ser Jose. A los
pocos segundos, regresa a donde estoy yo y se despide. Me dice lo
bien que ha estado en la platja de Migjorn tumbado en hamacas
hippies. Le digo que yo he estado esta mañana en la misma playa pero
más a Poniente, con demasiada posidonia y agua no demasiado
translúcida, pero para él eso no ha sido lo importante. Me dice que
ayer volvió sobre las tres de la madrugada y que se quedó leyendo
un rato, tras estar con Amaia, que así se llama la donostiarra. ¿La
conoceré? No hay muchas probabilidades de que tal cosa ocurra, pero
pudiera ser.
Una carretera expulsa vehículos a la general, vienen de las playas de Migjorn y del caló des Mort. A partir de ahí la circulación disminuye. Me meto hacia la costa. La gente ya se está posicionando para poder ver desde allí lo que la isla permite de la puesta de sol. Tanto la zona portuaria como todo el saliente de es Trucadors impiden una visión de la entrada del sol por el horizonte marino. Llego a Es Caló y me meto en zona de Ses Plagetes.
La carretera llega hasta las mismas playas y, a partir de allí comienza a ascender por Sa Pujada hacia Es Mirador y el Pilar de la Mola. Es Caló es el lugar que me ha dicho para dormir la camarera de Pa i vi, pero allí no hay arena, ni nada que se le parezca. Paso un chiringuito atestado de clientes y de visualizadores solares y cuando ya estoy avanzando por roca lisa, me vuelvo para sacar foto del sol en el ocaso. Parece que el sol rompe y quema la isla por La Savina. La punta de Es Trucadors y la playa de Llevant donde me bañé ayer, lanzan su pincho hacia Eivissa, que se divisa tenue hacia el fondo. He pasado por una zona como de embarcaderos considerados de interés histórico con pescadores y me vuelvo para sacar la última foto del día, la última de ocaso. Son las nueve y cuarto.
Una carretera expulsa vehículos a la general, vienen de las playas de Migjorn y del caló des Mort. A partir de ahí la circulación disminuye. Me meto hacia la costa. La gente ya se está posicionando para poder ver desde allí lo que la isla permite de la puesta de sol. Tanto la zona portuaria como todo el saliente de es Trucadors impiden una visión de la entrada del sol por el horizonte marino. Llego a Es Caló y me meto en zona de Ses Plagetes.
La carretera llega hasta las mismas playas y, a partir de allí comienza a ascender por Sa Pujada hacia Es Mirador y el Pilar de la Mola. Es Caló es el lugar que me ha dicho para dormir la camarera de Pa i vi, pero allí no hay arena, ni nada que se le parezca. Paso un chiringuito atestado de clientes y de visualizadores solares y cuando ya estoy avanzando por roca lisa, me vuelvo para sacar foto del sol en el ocaso. Parece que el sol rompe y quema la isla por La Savina. La punta de Es Trucadors y la playa de Llevant donde me bañé ayer, lanzan su pincho hacia Eivissa, que se divisa tenue hacia el fondo. He pasado por una zona como de embarcaderos considerados de interés histórico con pescadores y me vuelvo para sacar la última foto del día, la última de ocaso. Son las nueve y cuarto.
Durmiendo
sobre Es Caló
En la
última bahía, pues ya empieza la Mola, hay un velero fondeado y
asciendo por las rocas hacia Es Mirador. Un chico espera arriba
sentado sobre roca arenisca y le pregunto: “¿Te vas a quedar a
dormir aquí?”, como me responde “no comprendo español”, le
digo adiós y sigo hacia arriba buscando sitio apropiado. El
acantilado va volviéndose abrupto, está oscureciendo y no quiero
tardar en buscar el sitio adecuado para dormir. Llego a una explanada
que me parece está suficientemente protegida del viento por arbustos
amables. Veo una cagada de otro que tapo y mañana renovaré con otra
mía. Descargo las mochilas, me desnudo y, cuando estoy metiéndome
en el saco, aparece un gato, al que grito y expulso con mi voz. El
gato se va. Me da la confianza de que, al menos, no habrá ratas por
allí cerca. La noche se presenta bien. Después de haber dormido una
noche en cama, el sitio elegido a la intemperie no es malo. La noche
se ofrece estrellada, con la Osa Mayor a la vista. Mientras no salga
la luna, va a ser el cielo más estrellado de todo Baleares. Todo lo
favorece el alejamiento de contaminación lumínica y que la media
luna menguante tardará en salir.
Balance
del segundo día en Formentera
El día
me ha permitido recorrer casi todo el Sur de la isla, desde el Cap de
Barbaria hasta el inicio de La Mola. Mañana, a primera hora,
recorreré el trozo que me falta para completarla de Ponent a
Llevant, lo cual no quiere decir nada, puesto que se me han quedado
muchos trozos de costa sin recorrer. Hoy he estado mucho tiempo solo.
El rato más ocioso ha sido el que he disfrutado en Es Mal Pas, con
ricos baños de mar y sol. Las torres de hoy son las más naturales
que he visto, las que me han dado la sensación de ser más
auténticas, mejor o menos rehabilitadas. He comido bien, pero me
quedo sin cenar. Por un día no va a pasar nada. Salvo con Jose,
cuando ha pasado con la moto, hoy no me veo con nadie del hostal, ni
con la que estaba mal, ni con la que estaba bien. El no tener cama en
el Hostal, me ha permitido dormir al aire libre, en una zona que, de
la otra manera, me habría quedado vedada. Ayer la chica de
Información me informó bien y hoy he tenido oportunidad de
agradecérselo.
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