Etapa 35
(277) 07 de julio de 2011, jueves. San Fermín. Cumpleaños de mi
prima Isa.
Cúber-Gorg
Blau-Escorca-Santuari de Lluc-Pollença-(Port de Pollença).
De Pollença
al Port de Pollença iré en autobús, como ya explicaré.
Sin
bajarme de la mesa, he orinado una vez desde la altura. Me despierto
y corderos y ovejas a los que había dejado de escuchar, ya están
conmigo, haciéndome compañía de nuevo. Sin bajarme de la
mesa-cama, saco dos fotos, una hacia el embalse y otra hacia el
refugi.
Recojo, me visto, y saco otra foto de la mesa y el banco donde he dormido y con la casa-refuji y la veleta que mandaba destellos lumínicos durante la noche.
Ya estoy en marcha para las 6:25 h. Me da la impresión de que el embalse está poco lleno de agua.
Antes de abandonar del todo el lugar donde he pasado una buena noche, saco otra foto que ofrece la verdadera dimensión del refugi y que nos proporciona información sobre la organización del sistema de reciclaje propuesto a los refugiados. Yo no tengo nada que depositar en los contenedores selectivos. ¡Qué diferencia hacer el mismo camino de noche que de día!
Recojo, me visto, y saco otra foto de la mesa y el banco donde he dormido y con la casa-refuji y la veleta que mandaba destellos lumínicos durante la noche.
Ya estoy en marcha para las 6:25 h. Me da la impresión de que el embalse está poco lleno de agua.
Antes de abandonar del todo el lugar donde he pasado una buena noche, saco otra foto que ofrece la verdadera dimensión del refugi y que nos proporciona información sobre la organización del sistema de reciclaje propuesto a los refugiados. Yo no tengo nada que depositar en los contenedores selectivos. ¡Qué diferencia hacer el mismo camino de noche que de día!
En la
finca del embalse de Cúber
Deshago
el mismo camino de ayer con más optimismo. Bordeando el embalse me voy acercando a la presa que, en este caso, hace de puente de
paso al otro lado para mí. En la primera foto caminando, como ya se
ha visto en la anterior que he sacado al amanecer, arriba, en la
montaña, se aprecia el observatorio americano.
Parece menos importante que el de Atacama, en Chile, pero si lo han instalado allí, será por algún interés especial que tendrá el lugar y si, además, trabajó allí el marido de María, del que tanto hablamos ayer, tiene especial significado para mí hoy.
Pasando por la presa de contención del agua, observo las cuatro construcciones que, supongo, cumplirán alguna función técnica para controlar el embalse, pero ayer me pareció que todas y cada una de ellas podrían ser parte del deseado refugio que tanto buscaba. Tenía necesidad de buscar consuelo con algo. ¡Consolatrix aflictorum! ¡Ora pro nobis!
Una vez pasada la presa, el itinerario orienta hacia abajo, hacia el Torrent d’Almadri, pero yo ya sé que ese camino no me conviene, pues me lleva hacia el coll de Sa Rateta (1.113 m), o al de Na Franquesa (1.067 m), o al de L’Ofre (1.091 m) y, ninguna de esas montañas se dirige hacia Escorca, que es donde tengo intención de llegar, si puedo, a desayunar.
Ya estoy de nuevo en el lado de la presa que me va a llevar a la puerta de acceso a la finca, por la que entré ayer noche y donde vi los carteles ayudado por la luz de mi móvil. Hoy no necesito luz, pues el día ha nacido luminoso y las montañas empiezan a adquirir esas tonalidades sonrosadas que les manda el astro rey.
Hoy tiene pinta de que va a calentar y, si bien estoy lejos del mar para poderme refrescar con baño en la playa, al menos, la altura en la que estoy, junto a estas montañas con picos a más de mil metros de altura, propician un airecillo muy agradable que compensa la falta de baño. Me sitúo en la recta final que tiene más visos de carretera estrecha que de camino y veo las montañas que ayer fui dejando atrás. Probablemente alguna de ellas sea el Puig Major.
Por fin llego a la puerta de entrada al recinto. Hasta ahora, y son las siete, no he hecho más que desandar el tramo que hice ayer noche. Media hora repitiendo camino pero, si nunca se repite el mismo camino, pues siempre las condiciones climáticas son distintas, el estado de ánimo del que camina es cambiante, también sus intereses, pues un día se fija en esto, otro día en aquello, hoy debemos añadir la diferencia de la hora y de la luz.
Ayer no vi prácticamente nada, aunque algo vi, preocupado por llegar a buen puerto, y hoy disfruto de todo lo que veo como si fuera totalmente nuevo. El observatorio astronómico, por ejemplo, ayer no lo vi y, sin embargo, al verlo hoy, me ha traído el recuerdo de María y de su marido. Llego a los indicadores para los que ayer necesité luz de móvil. Leo en el primero: Biniaraix y Refugi de Cúber y lo que ayer me interesó y me abrió el cielo, que fue esta segunda indicación, que me orientaba hacia el refugio que buscaba, ahora lo que me lleva a la siguiente reflexión y me conecta con el guarda forestal es el nombre de Biniaraix. Si este camino lleva a Biniaraix, ayer hubiera podido llegar por él de maravilla si al pasar por Fornalutx hubiera cogido esa dirección y me habría evitado gran parte de la vuelta que di por la carretera, sin arcén, el túnel y la noche. Como intuí, tenía razón el guarda forestal pero, estando donde yo estaba y desconociendo el itinerario de ese camino, no tenía otra alternativa que seguir por carretera.
Las indicaciones de los otros carteles, tampoco las tomo en consideración, pues una lleva a la Font de Noguer, que está próxima y otra a un refugi, que ahora ya no me interesa y, aunque está por la zona de Escorca, a donde pretendo llegar, ya me llevará la carretera que, de día, me da menos respeto. El refugi anunciado es el de Tossals Verds. Por otro lado, aunque las señales están dentro del recinto del embalse, tampoco tengo claro si van por dentro o por la carretera por la que pretendo continuar ahora hacia el siguiente embalse, el de Gorg Blau, que también ofrece refugi, y por el que luego pasaré si sigo la carretera.
Sigo estando en el GR-221 y hacia el lado contrario a Escorca, la flecha orienta hacia el Barranc de Biniaraix, que me vuelve a crear dudas pues, si a Biniaraix se va siguiendo por el refugi de Cúber, de donde vengo, ¿por qué al barranco se va por donde vine ayer? Todas estas dudas, estas zozobras que paso, confirman que no soy un buen montañero, que ya lo sé, y que si trato de hacer caminos de costa es porque no me gusta ir muy pertrechado de información, prefiero llevarme la sorpresa, y el mar, que me da la confianza, me permite considerarlo mi mejor guía. No es de extrañar que, aunque la carretera no me gusta, cuando no voy muy bien informado, la prefiera a caminos mejores pero que me pueden crear más dudas. Además, creo que por carretera voy a tener más oportunidades de encontrar ahora un buen sitio para desayunar. Eso se verá. Tras todas estas reflexiones, salgo por la puerta por donde ayer noche entré y saco una foto donde se aprecia todo lo que ayer dije. Los dos grandes carteles tienen dos funciones bien diferenciadas. Uno invita a caminar por Mallorca, ofrece datos y un mapa explicativo de la zona, que no difiere mucho de mi FI-19 y el otro informa más de este embassament de Cúber y del siguiente de Gorg-Blau y de sus características técnicas. Abandono camino conocido y me dispongo a continuar la carretera que me trajo ayer hasta aquí y que retomo en el Km 34.
Parece menos importante que el de Atacama, en Chile, pero si lo han instalado allí, será por algún interés especial que tendrá el lugar y si, además, trabajó allí el marido de María, del que tanto hablamos ayer, tiene especial significado para mí hoy.
Pasando por la presa de contención del agua, observo las cuatro construcciones que, supongo, cumplirán alguna función técnica para controlar el embalse, pero ayer me pareció que todas y cada una de ellas podrían ser parte del deseado refugio que tanto buscaba. Tenía necesidad de buscar consuelo con algo. ¡Consolatrix aflictorum! ¡Ora pro nobis!
Una vez pasada la presa, el itinerario orienta hacia abajo, hacia el Torrent d’Almadri, pero yo ya sé que ese camino no me conviene, pues me lleva hacia el coll de Sa Rateta (1.113 m), o al de Na Franquesa (1.067 m), o al de L’Ofre (1.091 m) y, ninguna de esas montañas se dirige hacia Escorca, que es donde tengo intención de llegar, si puedo, a desayunar.
Ya estoy de nuevo en el lado de la presa que me va a llevar a la puerta de acceso a la finca, por la que entré ayer noche y donde vi los carteles ayudado por la luz de mi móvil. Hoy no necesito luz, pues el día ha nacido luminoso y las montañas empiezan a adquirir esas tonalidades sonrosadas que les manda el astro rey.
Hoy tiene pinta de que va a calentar y, si bien estoy lejos del mar para poderme refrescar con baño en la playa, al menos, la altura en la que estoy, junto a estas montañas con picos a más de mil metros de altura, propician un airecillo muy agradable que compensa la falta de baño. Me sitúo en la recta final que tiene más visos de carretera estrecha que de camino y veo las montañas que ayer fui dejando atrás. Probablemente alguna de ellas sea el Puig Major.
Por fin llego a la puerta de entrada al recinto. Hasta ahora, y son las siete, no he hecho más que desandar el tramo que hice ayer noche. Media hora repitiendo camino pero, si nunca se repite el mismo camino, pues siempre las condiciones climáticas son distintas, el estado de ánimo del que camina es cambiante, también sus intereses, pues un día se fija en esto, otro día en aquello, hoy debemos añadir la diferencia de la hora y de la luz.
Ayer no vi prácticamente nada, aunque algo vi, preocupado por llegar a buen puerto, y hoy disfruto de todo lo que veo como si fuera totalmente nuevo. El observatorio astronómico, por ejemplo, ayer no lo vi y, sin embargo, al verlo hoy, me ha traído el recuerdo de María y de su marido. Llego a los indicadores para los que ayer necesité luz de móvil. Leo en el primero: Biniaraix y Refugi de Cúber y lo que ayer me interesó y me abrió el cielo, que fue esta segunda indicación, que me orientaba hacia el refugio que buscaba, ahora lo que me lleva a la siguiente reflexión y me conecta con el guarda forestal es el nombre de Biniaraix. Si este camino lleva a Biniaraix, ayer hubiera podido llegar por él de maravilla si al pasar por Fornalutx hubiera cogido esa dirección y me habría evitado gran parte de la vuelta que di por la carretera, sin arcén, el túnel y la noche. Como intuí, tenía razón el guarda forestal pero, estando donde yo estaba y desconociendo el itinerario de ese camino, no tenía otra alternativa que seguir por carretera.
Las indicaciones de los otros carteles, tampoco las tomo en consideración, pues una lleva a la Font de Noguer, que está próxima y otra a un refugi, que ahora ya no me interesa y, aunque está por la zona de Escorca, a donde pretendo llegar, ya me llevará la carretera que, de día, me da menos respeto. El refugi anunciado es el de Tossals Verds. Por otro lado, aunque las señales están dentro del recinto del embalse, tampoco tengo claro si van por dentro o por la carretera por la que pretendo continuar ahora hacia el siguiente embalse, el de Gorg Blau, que también ofrece refugi, y por el que luego pasaré si sigo la carretera.
Sigo estando en el GR-221 y hacia el lado contrario a Escorca, la flecha orienta hacia el Barranc de Biniaraix, que me vuelve a crear dudas pues, si a Biniaraix se va siguiendo por el refugi de Cúber, de donde vengo, ¿por qué al barranco se va por donde vine ayer? Todas estas dudas, estas zozobras que paso, confirman que no soy un buen montañero, que ya lo sé, y que si trato de hacer caminos de costa es porque no me gusta ir muy pertrechado de información, prefiero llevarme la sorpresa, y el mar, que me da la confianza, me permite considerarlo mi mejor guía. No es de extrañar que, aunque la carretera no me gusta, cuando no voy muy bien informado, la prefiera a caminos mejores pero que me pueden crear más dudas. Además, creo que por carretera voy a tener más oportunidades de encontrar ahora un buen sitio para desayunar. Eso se verá. Tras todas estas reflexiones, salgo por la puerta por donde ayer noche entré y saco una foto donde se aprecia todo lo que ayer dije. Los dos grandes carteles tienen dos funciones bien diferenciadas. Uno invita a caminar por Mallorca, ofrece datos y un mapa explicativo de la zona, que no difiere mucho de mi FI-19 y el otro informa más de este embassament de Cúber y del siguiente de Gorg-Blau y de sus características técnicas. Abandono camino conocido y me dispongo a continuar la carretera que me trajo ayer hasta aquí y que retomo en el Km 34.
Gorg Blau
Como
ya he dicho, Gorg Blau, al igual que el de Cúber, es otro embalse y
otro refugio. En menos de un cuarto de hora avistaré el embalse. Ya
estoy de nuevo en carretera. Continúa igual que ayer, sin arcén y,
por suerte, con muy poca circulación.
Llego a un cruce que no me crea ningún problema, puesto que yo tengo que seguir la carretera principal por la que llevo ya tres días, la Ma-10. Avanzo por ella y saco una foto, creo que va a ser la más cercana, del observatorio astronómico americano en un extremo y, en el otro, creo, que del Puig Major. Si alguien lo sabe, que me lo confirme. Hoy también me voy a encontrar documentación desperdigada, aunque sin cartera. Encuentro un carnet de Ted Baker que se presenta como un amante o profesional de la Hentomología, con coleópteros y otros bichejos, pero hoy no me siento con ganas de recoger todo lo que las cunetas me ofrecen. Pronto avisto el embalse desde lejos, sin salirme de la carretera.
Un espacio muy protegido no me deja acercarme, tendré que esperar para verlo con mayor proximidad a que algún camino me acerque a él, o que la propia carretera me conduzca.
Así como el de Cúber se presentaba en un amplio espacio, muy abierto, éste de Gorg Blau se encuentra más incrustado entre montañas rocosas. La carretera me va apartando del embalse y tendré que seguir esperando.
Tal como lo veo en el mapa, llegará el momento en que me permita verlo más de cerca. De momento me fijo en las bellas montañas por las que voy pasando y, ¡cómo no!, vuelvo a toparme con el observatorio. Se ve que hoy no voy perderlo de vista tan fácilmente. Es así como en el Km 31,700 aparece el otro refugi, pero esta vez está más integrado con el embalse y forma parte de un área recreativa, que amplía la zona de expansión del albergue propiamente dicho.
Si en la lista de Refugis (Ibanat) figura en el Km 32, aquí no vamos a poner ninguna pega. Este refugi me parece mejor que el de Cúber, pero tiene el inconveniente de que está muy cerca de la carretera. Aquí me habría tenido que alejar de él si hubiese querido dormir más tranquilo. Aquí hay fogón para hacer barbacoa, sombra de pinos y otras especies, y vistas a un embalse algo más lleno que el de Cúber, donde todavía el arbolado es incipiente. Una vez visto el refugi y su entorno, continúo por la carretera.
Llego a un cruce que no me crea ningún problema, puesto que yo tengo que seguir la carretera principal por la que llevo ya tres días, la Ma-10. Avanzo por ella y saco una foto, creo que va a ser la más cercana, del observatorio astronómico americano en un extremo y, en el otro, creo, que del Puig Major. Si alguien lo sabe, que me lo confirme. Hoy también me voy a encontrar documentación desperdigada, aunque sin cartera. Encuentro un carnet de Ted Baker que se presenta como un amante o profesional de la Hentomología, con coleópteros y otros bichejos, pero hoy no me siento con ganas de recoger todo lo que las cunetas me ofrecen. Pronto avisto el embalse desde lejos, sin salirme de la carretera.
Un espacio muy protegido no me deja acercarme, tendré que esperar para verlo con mayor proximidad a que algún camino me acerque a él, o que la propia carretera me conduzca.
Así como el de Cúber se presentaba en un amplio espacio, muy abierto, éste de Gorg Blau se encuentra más incrustado entre montañas rocosas. La carretera me va apartando del embalse y tendré que seguir esperando.
Tal como lo veo en el mapa, llegará el momento en que me permita verlo más de cerca. De momento me fijo en las bellas montañas por las que voy pasando y, ¡cómo no!, vuelvo a toparme con el observatorio. Se ve que hoy no voy perderlo de vista tan fácilmente. Es así como en el Km 31,700 aparece el otro refugi, pero esta vez está más integrado con el embalse y forma parte de un área recreativa, que amplía la zona de expansión del albergue propiamente dicho.
Si en la lista de Refugis (Ibanat) figura en el Km 32, aquí no vamos a poner ninguna pega. Este refugi me parece mejor que el de Cúber, pero tiene el inconveniente de que está muy cerca de la carretera. Aquí me habría tenido que alejar de él si hubiese querido dormir más tranquilo. Aquí hay fogón para hacer barbacoa, sombra de pinos y otras especies, y vistas a un embalse algo más lleno que el de Cúber, donde todavía el arbolado es incipiente. Una vez visto el refugi y su entorno, continúo por la carretera.
Monumento
fálico-eclesial
El
embalse me va acompañando un rato. En algunas zonas parece que está
muy bajo de volumen o caudal de agua almacenada, pero en otras,
parece más repleto. Es puro espejismo, puesto que la altura del agua
es común en toda la cuenca embalsada, lo único que varían son las
condiciones de profundidad del terreno que lo acoge.
Incluso, en la siguiente foto, hasta aparece un pequeño islote, correspondiente a una roca que allí estuviera y que ha quedado incorporado al embalse, al paisaje, o puede ser una roca que se desprendió de la montaña y cayó a él después de haber finalizado su construcción.
Sin que el agua embalsada finalice, me encuentro con un monumento. La primera impresión es la de un monumento fálico y, después leo: “Columna de Santuario? Siglos VI-V A.D. J.C. Trasladada a este lugar para preservarla de las aguas del embalse. 1969” Después de visto y leído, sigo pensando que es un monumento fálico camuflado por la Iglesia.
En aquellos siglos todavía se contemplaba el sexo con menos pudores, con menos hipocresía, que en los tiempos actuales. En 1969 todavía le teníamos a Franco y, hoy, aún domina nuestra Iglesia la mentalidad Rouco Varela.
Incluso, en la siguiente foto, hasta aparece un pequeño islote, correspondiente a una roca que allí estuviera y que ha quedado incorporado al embalse, al paisaje, o puede ser una roca que se desprendió de la montaña y cayó a él después de haber finalizado su construcción.
Sin que el agua embalsada finalice, me encuentro con un monumento. La primera impresión es la de un monumento fálico y, después leo: “Columna de Santuario? Siglos VI-V A.D. J.C. Trasladada a este lugar para preservarla de las aguas del embalse. 1969” Después de visto y leído, sigo pensando que es un monumento fálico camuflado por la Iglesia.
En aquellos siglos todavía se contemplaba el sexo con menos pudores, con menos hipocresía, que en los tiempos actuales. En 1969 todavía le teníamos a Franco y, hoy, aún domina nuestra Iglesia la mentalidad Rouco Varela.
Presa del Gorg Blau
Andando
y andando, llego a la presa donde el embalse se desborda cuando el
agua recibida es excesiva o se deja salir por sus compuertas. Para
eso está, la presa y los empleados, para controlar el caudal de agua
almacenado. Un mirador bien construido de piedra y cemento, nos
permite disfrutar de la visión del embalse y un cartel nos advierte
de que no nos podemos/debemos bañar: “Prohibit banyar-se”, se
lee.
Tampoco pensaba hacerlo, aunque el fácil acceso al agua se ofrece invitador. En la siguiente foto se puede observar cómo las paredes laterales de contención del agua tienen una inclinación muy suave y da la impresión de que no son difíciles de escalar para salir del agua, en el caso de que algún imprudente incumpliera el mandato. Pero no seré yo quien me arriesgue a intentarlo y me tenga que quedar allí a remojo hasta que venga un ángel salvador. Gabriel, el segurata, se quedó en Coves del Drac.
Abandono el embalse de Gorg Blau para meterme en un nuevo túnel, tan largo o más que el de ayer noche. Aunque es una recta, donde se ve muy bien la salida, la entrada es en curva. La diferencia con el de Montnàber, estriba en que éste tiene iluminación y las luces están encendidas. Además, siendo de día, se ve mejor aunque no tuviera las luces.
Tampoco pensaba hacerlo, aunque el fácil acceso al agua se ofrece invitador. En la siguiente foto se puede observar cómo las paredes laterales de contención del agua tienen una inclinación muy suave y da la impresión de que no son difíciles de escalar para salir del agua, en el caso de que algún imprudente incumpliera el mandato. Pero no seré yo quien me arriesgue a intentarlo y me tenga que quedar allí a remojo hasta que venga un ángel salvador. Gabriel, el segurata, se quedó en Coves del Drac.
Abandono el embalse de Gorg Blau para meterme en un nuevo túnel, tan largo o más que el de ayer noche. Aunque es una recta, donde se ve muy bien la salida, la entrada es en curva. La diferencia con el de Montnàber, estriba en que éste tiene iluminación y las luces están encendidas. Además, siendo de día, se ve mejor aunque no tuviera las luces.
Cruce de
Sa Calobra
Pasado
el túnel, pronto llego a un lugar construido como si fuera un área
de descanso. Una especie de acueducto romano y mucho arbolado
configuran un lugar en el que es preciso armarse de valor para que
los conductores se animen a bajar, y luego subir, el intrincado
laberinto de curvas que es el peligroso puerto de montaña de Sa
Calobra.
Ahora ya sé que un ramal enlaza también con Cala Tuent. Un indicador en la especie de rotonda de abajo, señala muy bien esa dirección: Sa Calobra. Ese lugar al que ayer llegué en barco y que, entre la tarde de ayer y la mañana de hoy, ya estoy a punto de culminar a pie por tierra. Todavía me quedará un buen rato hasta llegar a Escorca donde, si lanzáramos una línea imaginaria Sa Calobra-Torrent de Pareis, enlazaría ésta con este pueblo. Yo, sin embargo, continúo en dirección contraria: Estorca-Lluc.
Ahora ya sé que un ramal enlaza también con Cala Tuent. Un indicador en la especie de rotonda de abajo, señala muy bien esa dirección: Sa Calobra. Ese lugar al que ayer llegué en barco y que, entre la tarde de ayer y la mañana de hoy, ya estoy a punto de culminar a pie por tierra. Todavía me quedará un buen rato hasta llegar a Escorca donde, si lanzáramos una línea imaginaria Sa Calobra-Torrent de Pareis, enlazaría ésta con este pueblo. Yo, sin embargo, continúo en dirección contraria: Estorca-Lluc.
Bajadas y
subidas hacia Escorca
Bajadas
y subidas por la carretera me van llevando hacia Escorca. Desde que
he pasado el cruce que lleva a Sa Calobra y a Cala Tuent, no hago más
que mirar hacia el mar con el fin de vislumbrar cuál pudiera ser el
arranque del Torrent de Pareis.
Tal como se presenta lo veo muy complicado, pues no veo ningún indicador que lo mencione. Aunque intuyo dos lugares de arranque que me parecen posibles, recibo a la vez la impresión de que me estoy equivocando.
Si entre el cruce y Escorca no hay ninguna señal, eso quiere decir que el arranque estará después, pienso. A la vez, y después de haber sacado las conclusiones del recorrido ideal que os he hablado, el mejor arranque que me parece indiscutible es iniciarlo por donde ayer lo inicié yo. Allí no hay vuelta de hoja.
No hay más que un inicio, aunque no sé cómo estará señalizado o si la torrentera es tan palpable que no necesitará señalización alguna. Hechas estas reflexiones, sigo sacando fotos hacia los acantilados de la costa a mi derecha, a los que voy llegando, pasando y dejando atrás.
Aunque la costa desde aquí continúa siendo impresionante, lo era más vista desde al mar. No volvería a hacer lo que hice ayer, pero disfruté mucho del paseo de ayer en barco y con la compañía y la charla de María.
Si hubiera hecho lo que antes he acabado de diseñar para otra improbable ocasión, llegar a Sa Calobra y subir Pareis por tierra, me habría perdido ese disfrute. Así que, como todo no puede ser y no tengo el don de la ubicuidad, doy por bien hecho lo pasado. ¡A ver si no le doy más vueltas! Torrentes, barrancos, acantilados, se van sucediendo en mi paso por esta carretera que, como decía antes, baja y sube con cierta facilidad. De ocho a ocho y media no veo otra cosa que montañas rocosas y el mar al fondo, de vez en cuando.
Tal como se presenta lo veo muy complicado, pues no veo ningún indicador que lo mencione. Aunque intuyo dos lugares de arranque que me parecen posibles, recibo a la vez la impresión de que me estoy equivocando.
Si entre el cruce y Escorca no hay ninguna señal, eso quiere decir que el arranque estará después, pienso. A la vez, y después de haber sacado las conclusiones del recorrido ideal que os he hablado, el mejor arranque que me parece indiscutible es iniciarlo por donde ayer lo inicié yo. Allí no hay vuelta de hoja.
No hay más que un inicio, aunque no sé cómo estará señalizado o si la torrentera es tan palpable que no necesitará señalización alguna. Hechas estas reflexiones, sigo sacando fotos hacia los acantilados de la costa a mi derecha, a los que voy llegando, pasando y dejando atrás.
Aunque la costa desde aquí continúa siendo impresionante, lo era más vista desde al mar. No volvería a hacer lo que hice ayer, pero disfruté mucho del paseo de ayer en barco y con la compañía y la charla de María.
Si hubiera hecho lo que antes he acabado de diseñar para otra improbable ocasión, llegar a Sa Calobra y subir Pareis por tierra, me habría perdido ese disfrute. Así que, como todo no puede ser y no tengo el don de la ubicuidad, doy por bien hecho lo pasado. ¡A ver si no le doy más vueltas! Torrentes, barrancos, acantilados, se van sucediendo en mi paso por esta carretera que, como decía antes, baja y sube con cierta facilidad. De ocho a ocho y media no veo otra cosa que montañas rocosas y el mar al fondo, de vez en cuando.
Aguas de
Font Major
Creo que
subiendo, oigo cómo alguien está trabajando. Me asomo y veo a un
conductor de camión que carga cajas de botellas de agua para su
distribución en establecimienos de hostelería. Estoy en el depósito
de Aguas de Font Major. Le veo de lejos y el lugar está muy
inaccesible para mí. Si hubiera estado más cerca le habría pedido
una botella. No hará falta, como se verá. Aunque la última de
Acuarius está a punto de acabarse. Escorca ni aparece. Sí empiezan a
asomarse los primeros coches que van hacia Sa Calobra.
Los
jóvenes del side-car
Veo un
mirador y a una chica que se asoma. Ella ha ido a ver y contempla el
paisaje desde allí. Saludo, pero ella se muestra poco expresiva y ni
se molesta en devolver mi saludo.
Su pareja, más práctico y menos contemplativo, al que la oferta de belleza gratuita no le distrae de su deber, se queda poniendo a punto su side-car para arrancar en cuanto su chica vuelva. Lo hace (ella vuelve), monta (ella), arranca (él) y se van (los dos). Es entonces cuando él mira algo hacia la montaña rocosa y el mar. Yo admiro el paisaje desde el mirador y también saco foto, pero no me olvido de sacarles a ellos marchando con su side-car. Se dirigen hacia el cruce de Sa Calobra, lo que ya no sé es si bajarán el peligroso puerto o no.
Su pareja, más práctico y menos contemplativo, al que la oferta de belleza gratuita no le distrae de su deber, se queda poniendo a punto su side-car para arrancar en cuanto su chica vuelva. Lo hace (ella vuelve), monta (ella), arranca (él) y se van (los dos). Es entonces cuando él mira algo hacia la montaña rocosa y el mar. Yo admiro el paisaje desde el mirador y también saco foto, pero no me olvido de sacarles a ellos marchando con su side-car. Se dirigen hacia el cruce de Sa Calobra, lo que ya no sé es si bajarán el peligroso puerto o no.
Aguas de
Font mejor y más baratas
Aunque
el mirador ya estaba en un sitio bastante alto, la carretera sigue
hacia arriba, lo que indica que Escorca está más alto aún. Diez
minutos más tarde, estando en recta larga y ascendente, aunque voy
por el lado contrario, por el de la visión del acantilado, oigo
ruidillo de correr de agua. Ya no estoy tan atontado como lo estaba
el segundo día de Menorca, donde un charco embarrado no me dio pista
para pensar que cerca podría haber agua. ¡Y la necesitaba! Ahora ya
estoy maduro de camino, más receptivo a la naturaleza, al paisaje, y
ese ruidillo que oigo, algo me está diciendo, algo me comunica. Paso
al otro lado de la calzada y veo una tapa metálica, la levanto y veo
cómo corre un reguero de agua fresquita. Es un manantial tapado.
Termino mi culín de Acuarius. Lleno mi botellín de agua y echo un
trago. Lo vuelvo a llenar y continúo adelante. Cuando llego al final
de la recta en cuesta leo un gran cartel: Restaurante a 300 m.
Esteban,
el boliviano y la Guardia Civil
Ha
pasado, lentamente y hacia abajo. un coche con un chico y, al poco
veo que regresa volviendo a subir la cuesta. También ha pasado la
Guardia Civil. El chico aparca su coche en un pequeño espacio, cerca
de la cuneta, y sube hablando conmigo. Le digo dónde he cogido agua.
Esteban es boliviano. Me dice que el bar está abierto, que el dueño
acaba de llegar hace un rato. Cuando vuelven los guardias civiles, él
regresa a su coche, pero le dicen que allí está bien aparcado. “Es coche viejo, no hay peligro de que te lo roben”, dice
uno de los guardias. Eso es lo que Esteban me cuenta cuando me lo
encuentre luego en el bar.
Restaurante
Escorca
Cuando
llego, veo al dueño trajinando, creo que está arreglando la hierba
con su corta-cesped. En ese momento están llegando las empleadas. Me
preparan un pa amb oli con serrano, zumo natural de naranja y un gran
vaso de leche con descafeinado. Luego pagaré con Visa, añadiendo
dos tónicas que beberé mientras escribo el diario. Las tónicas en
metálico 4 € y el resto con Visa 11,23 €. Pero sin contar este
gasto, que ya inicia la lista de gastos de la tercera libreta diario,
que se me acaba sin terminar de narrar el día de ayer, hago las
sumas para iniciar la nueva. Ya llevo gastadas más de mil
setecientos euros. Estos son los datos. Pagado con Visa: 991,84 En
efectivo: 738,94 que hacen un total 1.730,78 y eso que empecé a
caminar el 3 de junio, poco más de un mes. Son algo más, ya que
hubo una partida que se me olvidó anotar. Más gasto que lo que recibo de pensión en un mes.Hechas las cuentas, me
centro en el diario. El día de ayer fue muy intenso y no quiero
olvidar nada de lo que aconteció. Espero que lo que se me olvide me
ayude a contar el orden de las fotos. El mapa y elementos auxiliares,
me ayudarán también a ordenar los acontecimientos. El chico,
Esteban, ha entrado a tomar café y, lo mismo que persiguen los
guardias civiles, las chicas le han recomendado que no baje el
Torrent de Pareis él solo, que lo haga con alguien más. Esperará a
que llegue alguien, y si es experto, mejor. Los guardias civiles
también muestran interés con mi viaje. No conocen la fuente de agua
fresca que les digo y el dueño les dice que baja un hilillo. “Algo
más que un hilillo”, digo a la chica que me sirve la primera
tónica. Repaso la guía de itinerarios de la sierra, pero ninguno
plantea caminos con continuidad, que se puedan conectar unos con
otros. No los puedo adaptar a mi proyecto. Y el que podía haber sido
adecuado, me lo he dejado escapar. Habría acabado aquí, donde estoy
y, a lo mejor, de haberlo hecho, me hubiera cruzado con el boliviano
en el Torrent de Pareis, yo subiendo y él bajando. Habría sido un
bonito encuentro. Los dos de Cúber son complementarios entre sí y
nada más y el único interés lo hubieran tenido de haber hecho lo
que proponía el guarda forestal. Lástima no haberlo encontrado en
Sóller, antes de iniciar el ascenso a la Serra. ¡No quiero lamentos
y me sigo lamentando! Vayamos a lo más positivo. Ayer todo el día
sin cagar ¡Menos mal! Y son las 11:35 h y voy a ver si cago. Ayer
caminando por la noche, se me caían calzoncillo y pantalón. No creo
que haya adelgazado tanto. Hoy ambos van bien sujetos, en su sitio.
Misterios del camino. Cuando salgo del bar, el policía local, que me
ha saludado cuando estaba escribiendo, está hablando con los
guardias civiles, que son jóvenes y ambos van con la cabeza rapada.
Les ha dejado tirados el coche por un problema de batería. Les digo:
“¿qué, confraternizando los dos cuerpos?”. Afirman, me saludan
y me desean buen camino. Me he despedido de las chicas de la barra.
De
Escorca hacia Lluc
Cuando
salgo del bar, ya no veo a Esteban, el boliviano. ¿Habrá encontrado
compañero o compañera de descenso? Yo pensaba que el inconveniente
lo ponían para bajar en caso de amenaza de lluvia, pues con lluvias
torrenciales, el torrente se puede llenar de agua y arrastrar a los
eventuales caminantes. Ése es el mayor peligro, lo que las
autoridades deben proteger y evitar que ocurra. Supongo que los
montañeros que hacen lo mismo subida que descenso, por propio
interés, también lo deben de saber. ¡Lo tienen que saber! No
debiera ser necesario que nadie vigilase incumplimientos de normas
que afectan a la seguridad individual. Pero, si alguien desea
suicidarse, es libre de elegir el método, pienso yo. Si no, no
morirían tantos haciendo deportes de aventura con riesgo. No consigo
ver el arranque del camino que atraviesa de arriba abajo el torrent
de Pareis. Por la carretera saco dos fotos hacia el acantilado, hacia
las montañas que, a ratos, me dejan ver el mar. Mi intención es
llegar al Lluc a buena hora, para comer allí en algún restaurante.
Los acontecimientos harán que mi plan se cumpla mejor de lo
previsto.
Para entretenerme voy jugando a adivino y llego a la conclusión de que Lluc equivale a Yugo. Digo Lluc para abreviar, pero por la carretera y en mi mapa, lo que pone es Santuari de Lluc. Luego me dirá Pere que Lluc es Lucas, el evangelista, aunque tiene además otros significados más esotéricos. Yo soy más fan de Mateo, quizás por Pier Paolo Pasolini. Juan o Joan o Jon es nombre que ya pertenece a muchos, más amigos que enemigos, entre ellos mi cuñado inglés, el único cuñado que tengo. Y Marcos, recuerdo a un profesor que tuve en la Universidad, que nos daba la asignatura de Fundamentos Biológicos de la Personalidad, ¡qué asignatura tan interesante! Y lo digo sin coña. Y, más reciente el Marc, informático renegado, de Trebalúger, con cuyos amigos Claudio y Víctor tanto disfruté en aquella playa de Menorca. Y, tras este repaso tan evangélico, dejémonos de evangelio según San… San… Por el camino, me pasa en su moto el policía local y, al adelantarme, dice: “¡Hostia, sí que anda!”, sorprendido de que en tan poco tiempo haya avanzado tanto. En catalán, esta exclamación tan poco edificante, hubiera sonado algo así como: “Deunidó”, que es otra forma de expresión para demostrar asombro. Después de unos cuantos kilómetros, empiezo a descender. Me sorprende porque esperaba encontrar al Lluc en lo alto.
Para entretenerme voy jugando a adivino y llego a la conclusión de que Lluc equivale a Yugo. Digo Lluc para abreviar, pero por la carretera y en mi mapa, lo que pone es Santuari de Lluc. Luego me dirá Pere que Lluc es Lucas, el evangelista, aunque tiene además otros significados más esotéricos. Yo soy más fan de Mateo, quizás por Pier Paolo Pasolini. Juan o Joan o Jon es nombre que ya pertenece a muchos, más amigos que enemigos, entre ellos mi cuñado inglés, el único cuñado que tengo. Y Marcos, recuerdo a un profesor que tuve en la Universidad, que nos daba la asignatura de Fundamentos Biológicos de la Personalidad, ¡qué asignatura tan interesante! Y lo digo sin coña. Y, más reciente el Marc, informático renegado, de Trebalúger, con cuyos amigos Claudio y Víctor tanto disfruté en aquella playa de Menorca. Y, tras este repaso tan evangélico, dejémonos de evangelio según San… San… Por el camino, me pasa en su moto el policía local y, al adelantarme, dice: “¡Hostia, sí que anda!”, sorprendido de que en tan poco tiempo haya avanzado tanto. En catalán, esta exclamación tan poco edificante, hubiera sonado algo así como: “Deunidó”, que es otra forma de expresión para demostrar asombro. Después de unos cuantos kilómetros, empiezo a descender. Me sorprende porque esperaba encontrar al Lluc en lo alto.
Santuari
de Lluc
En una
de las curvas, me asomo entre árboles y lo veo abajo, más bajo que
lo esperado, al pie de altas montañas rocosas. Es un magno edificio
que, sin ser ni parecido, me recuerda por su emplazamiento al
Santuario de Arantzazu, aunque el del guipuzcoano me gusta más y no
creo que sea pasión de alguien que vive en Gipuzkoa. En cuanto a su
estructura, quizás me recuerde más a Montserrat. El barcelonés me
agrada menos que éste, aunque aquel tiene la ventaja de su entorno,
de sus rocas redondeadas y femeninas. Este santuario pertenece al
municipio de Escorca. Lo mejor de este santuario es el ambiente
familiar que allí se crea, con sus viviendas alquiladas a familias
que tendré oportunidad de conocer. En un momento dado, debo dejar de
lado la carretera que continúa hacia Pollença y caminar como un
kilómetro ya con la mira puesta casi en exclusiva hacia el santuari.
Al llegar, veo establecimientos hosteleros, restaurantes y no me
preocupo. Puesto que aún no es la una, decido visitar el santuari y,
luego regresar para comer en alguno de los que he visto. Entro al
Lluc por una de sus alas. “Es donde abrevaban las acémilas”, me
dirán Neus y Pere. Desde hace muchísimos años, están habilitadas
como viviendas que se suelen alquilar a familias. Cada vez hay más
vacías y ya no se crea el ambiente familiar, con muchos niños, de
antaño. Pero algunas familias hacen pervivir la costumbre, como
luego os contaré. Estas vivienda-abrevaderos tienen un corredor y
balconada, ambos cubiertos, y conforman un grato y rústico paseo que
desemboca en el edificio principal al que, según me ha dicho la
señorita de Información, se accede subiendo unas escaleras. Allí
me dan un plano del edificio. Sólo hay que pagar si se quiere ver el
museo. No podré ofreceros más fotos del Lluc que el conjunto del
Monasteri que he sacado desde arriba, al llegar, y las dos del
corredor que os he contado, que para mí es lo que más me ha
interesado de este monasterio.
Charla
con Aperitivo en el Lluc
Cuando
paso por él, encuentro a los Roca sentados en sillas de playa, junto
a una mesa. Algunos de sus nietos, andan por los alrededores,
entrando y saliendo de la vivienda de alquiler. Pregunto, y me
responden que pasan allí sus vacaciones, de forma tranquila y
sencilla, desde tiempo inmemorial, desde que sus hijos eran pequeños.
Ahora están con tres nietos que, a lo largo de la charla, irán
apareciendo: Miquel, Neus y Pau. Cuando les enseño mis dibujos, ellos
me enseñan los suyos. Neus, la abuela, me enseña las marionetas que
hacen. Sólo veo una cabeza hecha con periódicos y terminada con
papel maché y el molde que sirve de base para todas ellas. Las
podéis ver en la página web www.titellespereineus
No se las pagan al precio que cuesta la hora, pero el coste es
relativo por el ingrediente que tiene de lo que disfrutan
haciéndolas, pues forman parte de un tiempo libre en el que están
entretenidos y desarrollan su creatividad. Neus fue profesora de
Expresión Corporal en la Universidad pero, razones de salud, la
obligaron a dejarlo no hace tanto tiempo. Pere es profesor de Primaria, aunque,
como yo, hizo Pedagogía y podría dar clases en la ESO, prefirió
seguir con los pequeños de 12 años.
Ha llegado la hora del aperitivo, y me agasajan con unas aceitunas rellenas y un vasito de zumo de manzana, que elijo de la variedad que me ofrecen: Coca-Cola, Kas, cerveza sin. Ellos cocinan su propia comida con productos que traen de Inca, que es donde viven el resto del año. Inca está en la carretera principal que va de Alcúdia a Palma y, por una carretera amarilla que la une con Lluc, no hay gran distancia, unos 15 kilómetros, unas tres o cuatro horas a pie. Bastante menos que lo que yo voy a completar hoy andando. Uno de sus cinco hijos, es corregidor en Pollença. Más tarde conoceré a Martín y su hijo más pequeño del mismo nombre y hermano de Neus. Martín, el chiquitín estaba con su hermana y sus primos, pero se lo tuvieron que llevar a casa porque “quiero con mis papás”. Eso me suena. Hoy lo traerá su padre para ver si se quiere quedar. Martín también se dedica a la enseñanza pero en las últimas elecciones le dio por meterse a político. Tuvo los votos suficientes y ahí está, salvando el mundo. Llegará cuando ya esté a punto de marcharme. También está en la enseñanza la peque, de 25 años. Como estamos tan a gusto charlando y se va acercando la hora de comer, me ofrecen la posibilidad de comer con ellos, repartiendo lo que hay. Me parece entrañable la invitación y no dudo en aceptar pues, entre comer en restaurante yo sólo, o hacerlo en tan inmejorable compañía, no hay mucho que dudar. “Me apetece un montón”, les digo y pasamos a la cocina, donde dejo mis mochilas. Primero comen los niños y, mientras Neus les atiende, Pere me acompaña para dar un vistazo rápido por el Santuari.
Los establos, la basílica, que me parece muy recargada, el cimborrio es lo único que la hace respirable, no en vano es un respiradero. La imagen de la Virgen al encontrársela el pastor Lucas. Todas mis lucubraciones sobre los evangelistas se vienen abajo. Otro pastor más al que se le aparece la Virgen. ¿Había tantos pastores que comían alucinógenos mientras estaban en la montaña? Pero dejemos a Pere que me cuente la leyenda. La imagen encontrada por el pastor, la llevaron a Pollença y, al día siguiente, la imagen volvió a aparecer donde la habían encontrado. Este era el presagio. Allí donde la Virgen quería estar, allí tenían que levantar el santuario. Esta misma historia, con algunas variantes, se repite en Fátima, Arantzazu, Lourdes. Aprovecha Pere para enseñarme por dónde arranca el camí vell, el camino viejo que unía el Lluc con Pollença y que luego me conviene coger para ahorrarme algún kilómetro. Es por el campo de fútbol y luego me acompañará un pequeño tramo.
Ha llegado la hora del aperitivo, y me agasajan con unas aceitunas rellenas y un vasito de zumo de manzana, que elijo de la variedad que me ofrecen: Coca-Cola, Kas, cerveza sin. Ellos cocinan su propia comida con productos que traen de Inca, que es donde viven el resto del año. Inca está en la carretera principal que va de Alcúdia a Palma y, por una carretera amarilla que la une con Lluc, no hay gran distancia, unos 15 kilómetros, unas tres o cuatro horas a pie. Bastante menos que lo que yo voy a completar hoy andando. Uno de sus cinco hijos, es corregidor en Pollença. Más tarde conoceré a Martín y su hijo más pequeño del mismo nombre y hermano de Neus. Martín, el chiquitín estaba con su hermana y sus primos, pero se lo tuvieron que llevar a casa porque “quiero con mis papás”. Eso me suena. Hoy lo traerá su padre para ver si se quiere quedar. Martín también se dedica a la enseñanza pero en las últimas elecciones le dio por meterse a político. Tuvo los votos suficientes y ahí está, salvando el mundo. Llegará cuando ya esté a punto de marcharme. También está en la enseñanza la peque, de 25 años. Como estamos tan a gusto charlando y se va acercando la hora de comer, me ofrecen la posibilidad de comer con ellos, repartiendo lo que hay. Me parece entrañable la invitación y no dudo en aceptar pues, entre comer en restaurante yo sólo, o hacerlo en tan inmejorable compañía, no hay mucho que dudar. “Me apetece un montón”, les digo y pasamos a la cocina, donde dejo mis mochilas. Primero comen los niños y, mientras Neus les atiende, Pere me acompaña para dar un vistazo rápido por el Santuari.
Los establos, la basílica, que me parece muy recargada, el cimborrio es lo único que la hace respirable, no en vano es un respiradero. La imagen de la Virgen al encontrársela el pastor Lucas. Todas mis lucubraciones sobre los evangelistas se vienen abajo. Otro pastor más al que se le aparece la Virgen. ¿Había tantos pastores que comían alucinógenos mientras estaban en la montaña? Pero dejemos a Pere que me cuente la leyenda. La imagen encontrada por el pastor, la llevaron a Pollença y, al día siguiente, la imagen volvió a aparecer donde la habían encontrado. Este era el presagio. Allí donde la Virgen quería estar, allí tenían que levantar el santuario. Esta misma historia, con algunas variantes, se repite en Fátima, Arantzazu, Lourdes. Aprovecha Pere para enseñarme por dónde arranca el camí vell, el camino viejo que unía el Lluc con Pollença y que luego me conviene coger para ahorrarme algún kilómetro. Es por el campo de fútbol y luego me acompañará un pequeño tramo.
Comida
con los Roca en el Monasteri
Echa
la visita y aleccionado por dónde va el camí vell, Pere y yo
volvemos a comer. Comemos unas patatas con verdura rociadas con un
aceite muy sabroso, un poco de pescado y a mí me añade Neus un
filete de pechuga de pollo. De postre un melocotón riquísimo, el
primero de la temporada, una ciruela y un albaricoque. Ha sido una
comida sencilla pero genial. Cuando estoy tomando el descafeinado con
leche, llega Martín padre y Martín hijo, de tres años. Llega medio
adormilado, lo acuestan en el sofá con la cabeza apoyada en la
almohada, pero tardará poco en espabilar. Le empieza a hacer
tonterías a su hermana Neus que dibuja muy bien sus muñecas, les
diseña vestidos muy vistosos. Miquel y Pau también me han mostrado
que tienen buena mano para el dibujo. De alguien les viene la
afición. Como voy a Pollença y allí hay un refugi, que llaman Pont
Romá, Puente Romano y que me servirá para jugar con Norma Duval
como modelo de Punt.Roma. Bueno, pues Martín, haciendo valer su
condición de regidor del ayuntamiento (me hace gracia el empleo de
esta palabra que aquí no usamos, nosotros decimos concejal), hace
una gestión telefónica. A donde llama, le dan el número de
teléfono, pero allí nadie responde. La idea es reservarme un sitio,
no vaya a ser que se complete a lo largo de la tarde o saber si está
completo ya y me abstengo de buscarlo. Como nadie responde al
teléfono que le han dado, le digo que no se preocupe. Que no me
gusta reservar albergue, pues nunca tengo certeza de que voy a llegar
a un sitio. Cualquier circunstancia de última hora me puede hacer
cambiar el programa y no poder llegar. Entonces, “¿para qué la
reserva?”, le digo. Me despido de todos muy agradecido. Han
conseguido que nunca se me olvide el Lluc. Será un buen recuerdo de
por vida. Beso a los niños y me voy. El pequeño Martín recibe una
sensación extraña de mi barba y lo expresa. Neus me ha llenado mi
botellín de agua rica de manantial.
Camí
Vell Lluc-Pollença
Si
hubiese salido por la carretera que traía, habría paso cerca del
refuji que no encontré en Escorca al pasar, puesto que Son Amer, que
figura en mi lista y en el 9º itinerario, relativamente cerca del
Monasteri y, probablemente ya lo he pasado al venir esta mañana.
Como ahora voy convencido de que me quedaré a dormir en Pont Romà
de Pollença, y nadie me habla de éste, será otro albergue que va a
quedar ya descartado. El refugi de Son Amer, en la foto, presenta una
gran finca con un aspecto inmejorable. Curiosamente hay otros refugis
como para grupos menores en los Km 18,4 Binifaldó (30), 17,4 Coma de
Binifaldó (2) y 11 Lavanor (10). Pere me acompaña hacia el campo de
fútbol y, cuando nos despedimos, me he dado cuenta de que no les he
ofrecido mi casa en Irun. Lo corregiré cuando escriba al corregidor.
Los dos primeros kilómetros los hago por el camí vell, el camino
viejo, a Pollença. Es un camino magnífico, muy ancho y que combina
tierra con piedra. Me llama la atención una roca vacía en su
interior, como si fuera un tronco carcomido, me gusta y la
fotografío. Ha quedado como escultura, como monumento del paisaje.
Un arbolado frondoso y pinos con piñas crecen a los lados del
camino, pero a algún arbolito no se le ocurre otra cosa que ponerse
a crecer en el medio. Lo fotografío también. Parece que quiere ser
protagonista, como si tuviera vocación de caminante y me quisiera
acompañar en mi camino. Es tan pequeño que no sabe que, si uno echa
raíces que le aferren demasiado a su tierra, tendrá dificultades
para abandonarla, ¿cómo podrá caminar así? El único caso que
conozco de un árbol caminante es el que cuentan en el Coto de
Doñana. Allí, sobre la duna, crece algo que, sin ser pino, llaman
pino testigo. Este árbol tiene la peculiaridad de que, según va
avanzando la duna, él también sigue avanzando. Mientras que los
pinos, bien enraizados, se cubren con la arena de la duna y mueren al
no poder respirar, éste no, el mal llamado pino testigo continúa
avanzando. Al final te enteras de que el “pino testigo” es un
enebro, que debe tener raíces poco profundas. (Raíces profundas
tenía a Alan Ladd, pequeño pero matón). En mi pueblo, mi tío Miguel, al enebro lo llamaba
ginebro. No andaba descaminado pues, ¿de dónde sale la ginebra sino
del alcohol y de las bayas del enebro? Pero olvidemos al arbolito y
centrémonos en el camino, no vaya a ser que me despiste, si es que no me he
despistado ya.
Llego a un punto, hacia el kilómetro 17, en que el camino me obliga a salir a la Ma-10 de nuevo. No sé si he adelantado mucho viniendo por aquí o si no me he dado cuenta y el camí vell continuaba por algún sitio que yo no he visto.
Llego a un punto, hacia el kilómetro 17, en que el camino me obliga a salir a la Ma-10 de nuevo. No sé si he adelantado mucho viniendo por aquí o si no me he dado cuenta y el camí vell continuaba por algún sitio que yo no he visto.
Carretera
asfaltada a Pollença
Estos
17 kilómetros a Pollença se me van a hacer eternos. Menos mal que
tiempo tengo, puesto que son poco más de las tres y media. Además
la carretera va en descenso y suelen decir que “cuesta abajo, hasta
la mierda corre”. Fotografío una mole pétrea como homenaje al
llegar al kilómetro 14. No sé si esta foto da muestra de mi
cansancio, de mi desesperación, de mi deseo por llegar y descansar.
Al final, se me va acumulando lo de ayer con lo de hoy.
Después de hora y media de carretera, avisto por fin el mar. “¡La Mare de Deu!”, exclamo y es cierto. Antes del mar hay una montañita muy coqueta, donde en el caserón que se ve en la cima está la ermita de la Mare de Déu del Puig. Cuando me digan que no tengo albergue y que suba hasta allí arriba para pernoctar, diré que nanainas, pero mañana allí dormiré. Hoy no me encuentro con fuerzas para subir tan alto y acabaré durmiendo en el París ¿Otra vez París?, en el Port de Pollença. Pero esta visión de la Mare de Déu, y no soy Lucas, está haciendo que me pase tres pueblos. Al fondo se ve ya el Cap de Formentor, quizás el puerto de Pollença y, también, algo de Alcúdia.
Después de hora y media de carretera, avisto por fin el mar. “¡La Mare de Deu!”, exclamo y es cierto. Antes del mar hay una montañita muy coqueta, donde en el caserón que se ve en la cima está la ermita de la Mare de Déu del Puig. Cuando me digan que no tengo albergue y que suba hasta allí arriba para pernoctar, diré que nanainas, pero mañana allí dormiré. Hoy no me encuentro con fuerzas para subir tan alto y acabaré durmiendo en el París ¿Otra vez París?, en el Port de Pollença. Pero esta visión de la Mare de Déu, y no soy Lucas, está haciendo que me pase tres pueblos. Al fondo se ve ya el Cap de Formentor, quizás el puerto de Pollença y, también, algo de Alcúdia.
Sombra y
¡Agua!
Hago
dos paradas en sombra. En una casa pido agua a unos ingleses y me la
dan del grifo en que se engancha la manguera para regar el césped y
las flores del jardín. El agua aparece turbia, no me da ninguna
garantía de salubridad y después de que haberme vaciado en Deià no
me quiero arriesgar. He visto contenedores en los que pone: “agua no
potable”, a lo mejor es el agua no tratada que usan para regar. No
pensaba beber, pero la necesidad y el calor que hace, me hace cometer
la imprudencia de beber dos o tres traguitos.
Desde el Lluc hasta Pollença, en estos 17 kilómetros, no hay ni un bar por el borde de la carretera. Me lo confirma un ciclista local al pasar en su bici. Esta pregunta se la había hecho a unos ciclistas extranjeros, pero no logro que me entiendan la pregunta. Como una forma de despedirme de la Serra de Tramuntana, saco foto de recuerdo de estas postrimeras estribaciones. Las dos últimas fotos del día.
Ya no tendré humor para sacar ninguna más. Sobre todo, tras llegar al Port de Pollença en autobús. Faltando 3 km para Pollença, vuelve a aparecer el camí vell, que se muestra invitador. Me anima la invitación: 20 minutos, y me parece que ahorro algo importante. Pero después de andar un kilómetro me vuelve a sacar a carretera donde faltan 2. No he adelantado absolutamente nada.
Desde el Lluc hasta Pollença, en estos 17 kilómetros, no hay ni un bar por el borde de la carretera. Me lo confirma un ciclista local al pasar en su bici. Esta pregunta se la había hecho a unos ciclistas extranjeros, pero no logro que me entiendan la pregunta. Como una forma de despedirme de la Serra de Tramuntana, saco foto de recuerdo de estas postrimeras estribaciones. Las dos últimas fotos del día.
Ya no tendré humor para sacar ninguna más. Sobre todo, tras llegar al Port de Pollença en autobús. Faltando 3 km para Pollença, vuelve a aparecer el camí vell, que se muestra invitador. Me anima la invitación: 20 minutos, y me parece que ahorro algo importante. Pero después de andar un kilómetro me vuelve a sacar a carretera donde faltan 2. No he adelantado absolutamente nada.
Refugi Pont Romà
Por
fin, llego a la indicación: Refugi Pont Romà y suspiro por Norma
Duval, que estará menos pasadita que el puente romano. Pero cuando
llego a la puerta está tancat, cerrado, “desde hace más de cuatro
meses”, me dirán en un supermercado, donde compro una San Miguel
grande de 58 cl. Y por la que pago 58 céntimos. Lo que más me
sorprende es que el regidor no lo supiera y que a quien llamó para
pedirle el teléfono tampoco lo supiera o no se lo dijera. ¡En fin!
Por si acaso, antes de leer “tancat por obres” he tomado nota del
teléfono 971173700 para llamar de cabina. Pero una vez leído el
mensaje, este teléfono pierde toda utilidad para mí. La del super
me informa que en Pollença no encontraré más que hostales caros y
que o subo a la Mare de Déu o será mejor que me vaya hacia el Port.
Sabiendo dónde esta el Puig, descarto subir hasta allá arriba. No
me siento con fuerzas.
La
Policía local me manda a París
Entro
en la policía local y pregunto a una policía si a ella le ha
llamado para preguntar el teléfono del refugi el regidor Martín
Roca y me dice que no, que si le hubiese llamado a ella, le habría
dicho que hace meses que está cerrado. Como no sé a quién ha
llamado, no es cuestión de hacer averiguaciones, sabiendo que Martín
ha puesto todo el interés y toda su buena voluntad. No matemos al
mensajero. La policía local me atiende muy bien. Ella pide
colaboración a su jefe y, entre los dos, me buscan la solución.
Ella llama al puerto, al Hostal París y dice que queda una cama
libre por 25 €. Doy mi acuerdo, me la reserva y le dice que llegaré
allí en el siguiente autobús, que será el de las ocho y me da un
papel con la dirección: HOSTAL PARIS c/Magallanes nº 18 Port de
Pollença. Tel 971864017 Pienso que esta gestión es atípica y
derivada de que un servicio municipal que debiera estar cumpliendo su
función, al no funcionar, el municipio se interesa por resolver los
problemas de los eventuales usuarios y como he contado a los
municipales que estoy terminando de dar la vuelta a su isla, han
puesto especial interés. Los policías municipales me orientan hacia
la parada de bus y me despido muy agradecido por su gestión y ayuda.
(Bus al
Port de Pollença)
Lo
pongo entre paréntesis porque es un tramo que no voy a hacer
andando. Razones: el cansancio y la necesidad de confirmar la plaza
reservada por la policía. En la parada del autobús está Emma, una
chavalita muy agradable que me sonríe. Me ayudará también para
decirme cuál es la parada en que más me conviene bajar, la más
próxima al hostal. También colabora el chófer. Pago 1,10 €.
Hablo de mi viaje con franceses de París y les digo que voy al
París. Entre las opciones Romà o París, de momento, va ganando la
capital francesa. Esta repetición, Hostal París en Ciutadella,
Hostal París en Pollença, me hacen reflexionar sobre mi
continuación del camino en 2012 y ya se empieza a configurar en mi
magín la costa atlántica francesa. Rozo a una mujer en un brazo con
mi mochila, se molesta y me disculpo. Bajo en la parada recomendada.
Hostal
París
Ya
estoy en la zona portuaria, pero sin ver ni barcos ni el mar. Un
hombre con un niño me orienta con total exactitud. Llego al hostal.
Si el de Ciutadella lo regentaba Inés, éste lo regenta un inglés.
Hay otra inglesa, que habla castellano, los 25 € estipulados los
pagaré mañana, pero no los podré pagar con Visa. Me asignan la
habitación 204, que dispone de tres camas individuales. Descargo las
mochilas, me ducho y continúo sin cagar. ¡Bien! La ducha va a ser
de agua fría, por propia voluntad, pero no tiene apenas presión. Es
suficiente para refrescarme. Ya estoy como nuevo. Lavo la camiseta y
la pongo a secar sobre sillón de mimbre en el balcón. Me voy a
cenar hacia el puerto.
Brisa
Marina
Sin
ver ni pasearme por el puerto, me siento en la terraza del Brisa
Marina. Como seis mejillones rellenos, que son peores que los que
hago yo y, además, tienen exceso de ajo que quita sabor al mejillón,
y tres trozos de rodaballo que, con la patata hervida y las verduras
asadas (pimiento verde y rojo con rodajas de calabacín), queda
bastante rico. Bebo ½ de blanco, fresquito, que entra muy bien, y
finalizo la cena con manzana asada, con helado y cáscara y zumo de
naranja, que me resulta algo empalagosa. Pago con Visa 28,25 €. Por
la calle pasean y caminan hombres elegantes y extranjeras vestidas de
largo, bastante impropio del día caluroso que hace hoy, y también
muy horteras. Van en dirección Sur. “¿Habrá espectáculo en
algún hotel?”, me pregunto, pero nadie responde. Hay menos
ambiente que en la bahía de Alcúdia, en aquel atardecer en que pasé
por Can Picafort. El primer camarero me ha atendido bien, pero el
segundo es excesivo, me resulta empalagoso, como el postre. Se pasa
con los extranjeros, utilizando latiguillos del lenguaje.
Port de
Pollença
Paseo
por el puerto. Cuatro madrileñas, sentadas en un pretil, hacen
planes para mañana. Me paro en farola, mostrando ostensiblemente que
les estoy escuchando. Ellas, expectantes, no reciben mal mi
intromisión. Les ayudo en lo que sé para que mañana sea un día
especial para ellas. Me parece que lo que piensan hacer es un
programa excesivo y que no van a disfrutar. No contemplan
Calobra-Pareis. Quieren visitar Palma, Valdemossa y Sóller. En
Palma, les recomiendo primero subir a Bellver y observar la ciudad
desde sus almenas. Como una de las amigas se va el sábado, Sa
Calobra quedará para el resto de amigas. Les digo que, en ese caso, como ya
van a ver Sóller el día de Sa Calobra, que se acerquen a Dejà y Sa
Foradada. No sé el caso que me harán. Lo más curioso, y algo
atípico en mí, ha sido la forma en que las he abordado (a lo mejor
ayudado por la botella de cerveza de la tarde y la ½ de blanco de la
cena). Pero más me ha sorprendido lo bien que han aceptado mi
intromisión. Si les he ayudado, mejor. No veo más del puerto. En
realidad, no he visto prácticamente nada. Como si llegar al Port de
Pollença en autobús, fuera igual que no haber venido.
Sorpresivamente, regreso al hotel sin ninguna vacilación.
Durmiendo
en el París. Un visitante
Cuando
llego, ya está cerrado el bar. Cojo la camiseta y la cuelgo dentro.
Me desnudo. Aún a riesgo de que los ruidos de la calle interfieran
mi sueño, abro la ventana y descorro la cortina para que la
habitación se refresque con el relente de la noche que preveo. Bebo
agua. Dos días ya sin ninguna deposición. Está claro que hice una
limpieza total de mi aparato digestivo. Me asomo al balcón. Nadie me
puede ver. Del puerto llega mucha contaminación lumínica. Aunque el
cielo está azul, ahora ya muy oscuro, no se aprecian las estrellas.
La luna ya está algo más crecida. Me meto en la cama con solo la
sabanita por encima. Estando adormilado, hacia medianoche, entra en
mi habitación un hombre desnudo. Entre que oigo, miro, le veo entrar
por la puerta, cerrarla, y cómo se dirige hacia las camas, hacia el
balcón, mi pensamiento hace un raudo recorrido. No he pagado la
habitación, sólo la cama, el precio es con habitación compartida, todavía
puede venir un tercero. Todo, en mi duermevela, hasta me parece
normal, pero cuando veo que pasa la primera cama, la segunda y que se
va a meter a oscuras en mi cama, busco a tientas el interruptor, se
me resiste y, por fin, la luz se enciende, el hombre dice: “¡Sorry!”,
se vuelve y se va desnudo, igual que ha aparecido. Me quedo un rato
pensando: “¿de dónde vendría desnudo por el pasillo?”. “¿Habrá
salido al baño y al regresar se ha confundido de habitación?”.
Otro misterio más de mi asombroso viaje. El resto de la noche
dormiré bien, sin sobresaltos. Mañana se lo comentaré al dueño,
quien hará cábalas, y se supondrá quién de sus otros clientes ha
podido ser el de la incursión nocturna.
Balance
del día ya en el Norte de la isla
Mañana
llegaré al punto más extremo del Norte, el Cap de Formentor. El día
de hoy, que he amanecido en Cúber, ha sido probablemente el de la
etapa más larga de todo el recorrido por la isla de Mallorca, aunque
si hacemos caso a los pilones kilométricos de la carretera, sólo he
recorrido 34 km, más algún extra en los embalses y para ir al
Santuari de Lluc. El manantial de agua encontrada, el boliviano que
quería bajar el torrent, la guardia civil vigilante y el municipal,
sorprendido por mi rápido caminar, la sorpresa de encontrar tancat
el refugi, un albergue que todo el mundo preveía que estuviera en
funcionamiento y que no ha ocurrido así. La casualidad de otra vez
París como alternativa, un hostal en el Port, y la visita desnuda
inesperada nocturna a mi habitación, ha sido el colofón a un día
en que he llegado más cansado que lo que cabría suponer. La ayuda
para encontrar habitación de la policía local de Pollença ha sido
también algo que habla a favor de ellos. Todavía tendré dos
ocasiones más para saludar a la mujer policía. Pero lo más bonito
de la jornada ha sido mi encuentro con una parte de la familia Roca
en el Santuari de Lluc, la generosidad con que me han recibido, la
familiaridad con que me han tratado, es lo mejor que queda como
recuerdo del día en el caminante. Si la gestión del regidor Martín
no ha dado el resultado esperado, no es su culpa, puesto que él se ha
comportado como un buen facilitador. Siempre quedará en mi recuerdo
esta familia entrañable.
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