Etapa 31
(273) 03 de julio de 2011, domingo.
Sant
Elm-(Dragonera)-Es LLadó-Cap de Tramuntana-Cap Vell-Es
Lladó-(Dragonera)-Sant Elm-Cala en Basset-Sant Elm-Sa Trapa.
Amanecer
a Poniente
Me
despierto a las seis y media pero estoy tan agustito en la cama que
aguanto hasta las siete sin levantarme. Para los pocos días que
tengo cama hay que aprovechar. Tomo la pastilla de Indapamida, ordeno
papeles, hago cuentas y escribo el diario hasta las ocho.
Saco fotos con primeros rayos de sol iluminando Sa Dragonera y Es Pantaleu. Paso papeles del libro de dibujos al sobre de direcciones, donde llevo también los sellos y de esta forma me parece que tengo todo mejor ordenado.
He cagado un poquito, así que el temor que tenía cuando el apretón en Cala en Crane y con la cena de marisco tardío, se va disipando. Me ducho y bajo a desayunar. Tras el desayuno la cagada será más copiosa. Reflexiono sobre mi opinión de ayer en relación a lo caro de la habitación. Visto el resultado, el placer que he sentido durmiendo a pierna suelta, el balcón con vistas a la playa, al mar y a las islas y, ahora, el bufet tan magnífico que tengo para desayunar, creo que el precio es acorde con lo que Aquamarín ofrece, amén de la muy buena atención de la recepcionista. De primeras, cojo unos trocitos de melón, que está riquísimo (por la mañana oro), otros trozos de sandía y una macedonia natural que también me gusta. Bebo un vaso de zumo y me llevo otro a la mesa para acompañar el huevo frito, los tres trozos de bacon, una cuchara de tortilla y medio tomate asado con especias. Sigo con una loncha de queso, de salchichón, cabeza de jabalí, foie y paté de campaña (un poquito de cada uno para terminar el panecillo). Tras otro zumo de pomelo, paso al café con leche con dos pequeños croissants de chocolate y otra pequeña ensaimada. Creo que no olvido nada. En lugar de ir al Supermarket de ayer, veo otro junto al Vell Marí y compro un litro de Don Simón de zumo de manzana (1,20 €) y lo llevo en bolsa.
Saco fotos con primeros rayos de sol iluminando Sa Dragonera y Es Pantaleu. Paso papeles del libro de dibujos al sobre de direcciones, donde llevo también los sellos y de esta forma me parece que tengo todo mejor ordenado.
He cagado un poquito, así que el temor que tenía cuando el apretón en Cala en Crane y con la cena de marisco tardío, se va disipando. Me ducho y bajo a desayunar. Tras el desayuno la cagada será más copiosa. Reflexiono sobre mi opinión de ayer en relación a lo caro de la habitación. Visto el resultado, el placer que he sentido durmiendo a pierna suelta, el balcón con vistas a la playa, al mar y a las islas y, ahora, el bufet tan magnífico que tengo para desayunar, creo que el precio es acorde con lo que Aquamarín ofrece, amén de la muy buena atención de la recepcionista. De primeras, cojo unos trocitos de melón, que está riquísimo (por la mañana oro), otros trozos de sandía y una macedonia natural que también me gusta. Bebo un vaso de zumo y me llevo otro a la mesa para acompañar el huevo frito, los tres trozos de bacon, una cuchara de tortilla y medio tomate asado con especias. Sigo con una loncha de queso, de salchichón, cabeza de jabalí, foie y paté de campaña (un poquito de cada uno para terminar el panecillo). Tras otro zumo de pomelo, paso al café con leche con dos pequeños croissants de chocolate y otra pequeña ensaimada. Creo que no olvido nada. En lugar de ir al Supermarket de ayer, veo otro junto al Vell Marí y compro un litro de Don Simón de zumo de manzana (1,20 €) y lo llevo en bolsa.
Margarita.
Sant Elm-Sa Dragonera
Cuando
llego al puerto con más de un cuarto de hora de adelanto, el Ferry
ya ha partido con la primera tanda, por lo visto era un grupo ya
apalabrado de antemano. Como no cabían todos, otra parte del grupo
se ha quedado e irá en el siguiente viaje. Todo esto hace que mi
hora de viaje se retrase, con la consiguiente reducción de tiempo en
la isla. Hago los posibles para meterme en el siguiente viaje y
reivindico mi derecho por llevar billete cogido de antemano, como me
había dicho la de recepción del hotel.
Menos mal que no hay problemas y entramos todos, aunque pone: máximo 20 personas. He empezado a hablar con un grupo, pero primero escucho y no entiendo nada de lo que dicen. Me doy cuenta de que no entiendo ni papa de catalán.
Trato de captar la atención de María Magdalena, pero me resulta muy difícil.
También hablo con su marido que quiere hacer el recorrido de los faros, pero el que más le interesa porque nunca lo ha hecho es el recorrido del Cap des Llebeig, precisamente el que yo tengo intención de dejar. Yo comento de hacer primero el Cap de Tramuntana y luego el Far Vell y parece que María Magdalena se puede animar a hacer el primero.
A ellos, como son del grupo, les dan prioridad para montar primeros y yo, creyendo que me monto a proa, casi me quedo en popa. Lo corregiré al regreso. Dejo la mochilita bajo el asiento y se me mojará el culo, aunque sin alterar el contenido. El billete no me lo piden, sólo lo tendré que enseñar al regreso. Me asignan el de las 15:15 h, pues los últimos están completos. Desembarcamos y espero a María Magdalena, que tiene que acomodar a su hija y dejarla a cargo de algún amigo si quiere ir conmigo al cabo de tramontana. He sacado dos fotos desde la Margarita con el grupo, en nuestro acercamiento a la isla. La primera hacia Tramuntana, la segunda hacia el centro o Far Vell y otra de la estela que vamos dejando, hacia Llebeig.
Menos mal que no hay problemas y entramos todos, aunque pone: máximo 20 personas. He empezado a hablar con un grupo, pero primero escucho y no entiendo nada de lo que dicen. Me doy cuenta de que no entiendo ni papa de catalán.
Trato de captar la atención de María Magdalena, pero me resulta muy difícil.
También hablo con su marido que quiere hacer el recorrido de los faros, pero el que más le interesa porque nunca lo ha hecho es el recorrido del Cap des Llebeig, precisamente el que yo tengo intención de dejar. Yo comento de hacer primero el Cap de Tramuntana y luego el Far Vell y parece que María Magdalena se puede animar a hacer el primero.
A ellos, como son del grupo, les dan prioridad para montar primeros y yo, creyendo que me monto a proa, casi me quedo en popa. Lo corregiré al regreso. Dejo la mochilita bajo el asiento y se me mojará el culo, aunque sin alterar el contenido. El billete no me lo piden, sólo lo tendré que enseñar al regreso. Me asignan el de las 15:15 h, pues los últimos están completos. Desembarcamos y espero a María Magdalena, que tiene que acomodar a su hija y dejarla a cargo de algún amigo si quiere ir conmigo al cabo de tramontana. He sacado dos fotos desde la Margarita con el grupo, en nuestro acercamiento a la isla. La primera hacia Tramuntana, la segunda hacia el centro o Far Vell y otra de la estela que vamos dejando, hacia Llebeig.
S A D R A G O N E R A
Al Cap de Tramuntana con María Magdalena
Hasta
que regrese Magdalena, me quedo hablando con una de sus amigas, que
me cuenta cómo han iniciado una experiencia de teatro en una cárcel.
El escenario son las distintas celdas y el público va siguiendo el
itinerario y participa en lo que allí va ocurriendo. Todos los
amigos colaboran con papeles de acomodadores, poniendo normas a los
espectadores. La propia cárcel impone límites muy estrictos. Están
muy contentos de cómo va la experiencia.
Llega María Magdalena. Su hija se ha quedado con una amiga y la madre de la amiga, que no le apetece caminar mucho y se queda al cargo de las dos. La amiga que me ha contado la experiencia teatral se raja y nos vamos caminando sólo los dos. Pronto adelantamos a tres mujeres algo mayores, pues van a otro ritmo. Una pareja de mayores que yo, que se apoyan en bastones, “recuerdo del Camino de Santiago”, me dicen, van por el mismo camino hasta que se bifurca, puesto que van con intención de subir al Far Vell. Luego me cruzaré con ellos. Cuando empezamos a conversar, María Magdalena lleva la voz cantante.
No sé cuál es su profesión, pero enseña mallorquín a catalanoparlantes y a extranjeros. Hicieron una experiencia de inmersión en alemán, donde lo que no se entendía se compensaba con información gestual, donde lo importante era la comunicación sin recurrir al idioma materno del grupo. “Ese método a mí me iría mal”, le digo, “pues tengo más memoria visual que auditiva”. Me habla de su marido, que hace colección de separadores de libros (marcapáginas) y que también cuenta cuentos a niños. Es una lástima no poder hacer un faro con ella y otro faro con él. Ya nos estamos acercando al faro de Tramuntana y a apreciar el espectáculo de la entrada de mar por el estrecho que forman el cabo y la Cala en Basset. Parece como si bajara la corriente de un gran río. Le saco foto con el faro y los paneles captores de energía solar. Luego, alguien nos saca otra a los dos con la punta des Fabiolet.
Desde un promontorio, saco enfrente la Cala en Basset, que trataré de conocer por la tarde. Luego hago una instantánea hacia el Sur, donde se puede ver algo de Sant Elm, la Ila Mitjana y Es Pantaleu, a lo lejos.
Otra foto será hacia el Norte, donde la corriente mencionada es difícil de observar en foto estática, sin ver el movimiento del mar. En ella aparecen los otros dos islotes de Els Calafats. Y por último, bajando un poco más, el faro casi al completo, pues en la primera foto con María Magdalena, no se podía ver en su totalidad, desde la base.
Le empiezo a contar historias de mi viaje, de mi encuentro primero con Toni y de los subsiguientes, pasando por Betlem, Artà, Cala Torta, Palma, Calvià, etc. Ya hemos llegado al cruce de regreso y me acompaña un poco hacia Far Vell, para que le cuente el final y nos despedimos.
Llega María Magdalena. Su hija se ha quedado con una amiga y la madre de la amiga, que no le apetece caminar mucho y se queda al cargo de las dos. La amiga que me ha contado la experiencia teatral se raja y nos vamos caminando sólo los dos. Pronto adelantamos a tres mujeres algo mayores, pues van a otro ritmo. Una pareja de mayores que yo, que se apoyan en bastones, “recuerdo del Camino de Santiago”, me dicen, van por el mismo camino hasta que se bifurca, puesto que van con intención de subir al Far Vell. Luego me cruzaré con ellos. Cuando empezamos a conversar, María Magdalena lleva la voz cantante.
No sé cuál es su profesión, pero enseña mallorquín a catalanoparlantes y a extranjeros. Hicieron una experiencia de inmersión en alemán, donde lo que no se entendía se compensaba con información gestual, donde lo importante era la comunicación sin recurrir al idioma materno del grupo. “Ese método a mí me iría mal”, le digo, “pues tengo más memoria visual que auditiva”. Me habla de su marido, que hace colección de separadores de libros (marcapáginas) y que también cuenta cuentos a niños. Es una lástima no poder hacer un faro con ella y otro faro con él. Ya nos estamos acercando al faro de Tramuntana y a apreciar el espectáculo de la entrada de mar por el estrecho que forman el cabo y la Cala en Basset. Parece como si bajara la corriente de un gran río. Le saco foto con el faro y los paneles captores de energía solar. Luego, alguien nos saca otra a los dos con la punta des Fabiolet.
Desde un promontorio, saco enfrente la Cala en Basset, que trataré de conocer por la tarde. Luego hago una instantánea hacia el Sur, donde se puede ver algo de Sant Elm, la Ila Mitjana y Es Pantaleu, a lo lejos.
Otra foto será hacia el Norte, donde la corriente mencionada es difícil de observar en foto estática, sin ver el movimiento del mar. En ella aparecen los otros dos islotes de Els Calafats. Y por último, bajando un poco más, el faro casi al completo, pues en la primera foto con María Magdalena, no se podía ver en su totalidad, desde la base.
Le empiezo a contar historias de mi viaje, de mi encuentro primero con Toni y de los subsiguientes, pasando por Betlem, Artà, Cala Torta, Palma, Calvià, etc. Ya hemos llegado al cruce de regreso y me acompaña un poco hacia Far Vell, para que le cuente el final y nos despedimos.
Abandonado
por María Magdalena, que retorna a Es Lladó, donde ha quedado su
hija y para aliviar de la responsabilidad a su amiga, empiezo a
ascender hacia la cota más alta de la isla Sa Dragonera.
Paso por la caseta de Es Tancat, que se configura como un refugio de montaña, pero que no sé si funciona como tal, pues la historia que cuenta en el panel no me lo aclara, ya que nada tiene que ver con esta construcción.
La subida que iba siendo relativamente llana con un buen y ancho camino y murete que sujeta la montaña.
Tras pasar un acantilado con peñasco potente hacia el Norte y una pared que baja vertical hacia el mar, empieza a convertirse en un camino en zig-zag, puesto que en poco espacio tiene que alcanzar los 353 metros.
Empiezan a caer ligerísimas gotas de lluvia, a lo mejor de condensación de aire, pero para en breve. Si hubiera seguido la llovizna, me habría despelotado y la habría recibido como ducha de agua pulverizada. Enseguida me encuentro con un pollo de gaviota, que todavía no sabe volar o, al menos, parece que está en período de aprendizaje.
Como ya estoy a considerable altura, saco fotos hacia Sant Elm. En la primera ya vemos la punta des Fabiolet con el estrecho de agua que conforma con el Cap de Tramuntana de Sa Dragonera. La Cala en Basset no nos la deja ver el promontorio correspondiente del estrecho.
Debajo de donde estoy, Es Coll Roig, se puede apreciar el pequeño puerto de Es Lladó, donde están tres barcos amarrados. En la siguiente ya vemos Sant Elm, Punta Galinda y el Cap de la Mola, a lo lejos. Y en la tercera, llego a ver abajo la Cala Cucó con su playita, a la que trataré en vano llegar al regreso.
Desde arriba tiene aspecto de ser playa de arena pero, como no llego, no lo sabré. Llegando a la cima, algo escorado, saco foto del acantilado que ya se orienta hacia el Cap des Llebeig, pero que una alta peña no me deja ver. A lo largo del recorrido he visto muchos lagartos, lagartas, lagartijas y lagartijos. “¡Sargantanas, Javier, sargantanas!”, me ha repetido en varias ocasiones María Magdalena. Aunque las he ido viendo desde el inicio del paseo, no las fotografiaré hasta que llegue a la cima. En mi diario pongo que a esta subida quiero llamarla: un paseo entre dragones.
Paso por la caseta de Es Tancat, que se configura como un refugio de montaña, pero que no sé si funciona como tal, pues la historia que cuenta en el panel no me lo aclara, ya que nada tiene que ver con esta construcción.
La subida que iba siendo relativamente llana con un buen y ancho camino y murete que sujeta la montaña.
Tras pasar un acantilado con peñasco potente hacia el Norte y una pared que baja vertical hacia el mar, empieza a convertirse en un camino en zig-zag, puesto que en poco espacio tiene que alcanzar los 353 metros.
Empiezan a caer ligerísimas gotas de lluvia, a lo mejor de condensación de aire, pero para en breve. Si hubiera seguido la llovizna, me habría despelotado y la habría recibido como ducha de agua pulverizada. Enseguida me encuentro con un pollo de gaviota, que todavía no sabe volar o, al menos, parece que está en período de aprendizaje.
Como ya estoy a considerable altura, saco fotos hacia Sant Elm. En la primera ya vemos la punta des Fabiolet con el estrecho de agua que conforma con el Cap de Tramuntana de Sa Dragonera. La Cala en Basset no nos la deja ver el promontorio correspondiente del estrecho.
Debajo de donde estoy, Es Coll Roig, se puede apreciar el pequeño puerto de Es Lladó, donde están tres barcos amarrados. En la siguiente ya vemos Sant Elm, Punta Galinda y el Cap de la Mola, a lo lejos. Y en la tercera, llego a ver abajo la Cala Cucó con su playita, a la que trataré en vano llegar al regreso.
Desde arriba tiene aspecto de ser playa de arena pero, como no llego, no lo sabré. Llegando a la cima, algo escorado, saco foto del acantilado que ya se orienta hacia el Cap des Llebeig, pero que una alta peña no me deja ver. A lo largo del recorrido he visto muchos lagartos, lagartas, lagartijas y lagartijos. “¡Sargantanas, Javier, sargantanas!”, me ha repetido en varias ocasiones María Magdalena. Aunque las he ido viendo desde el inicio del paseo, no las fotografiaré hasta que llegue a la cima. En mi diario pongo que a esta subida quiero llamarla: un paseo entre dragones.
Far Vell
o Puig de na Pòpia (353 metros)
Llegar
a la cima me ha costado un poco más de una hora, así que tengo
buena referencia para el descenso, pues bajar me costará menos. Por
el camino de subida no me he encontrado con nadie, me ha parecido un
camino muy bueno y, gracias al zig-zag final, lo que podía haber
sido un duro sendero se ha convertido en algo llevadero.
Ya en la cima, hablo con los dos vejetes de los bastones, a los que ayuda, según me dicen. A mí, un bastón me estorbaría. También comentan que delante de ellos subía una pareja, pero que la han perdido de vista.
Es casi imposible, puesto que no hay muchas opciones para salir de allí sin ser visto. Ellos inician el descenso, pero yo todavía tengo que visitar el faro y su entorno. Cuando les dé alcance, me dirán el nombre de una planta. Rodeo el faro y voy sacando fotos del mismo y de la vista que se ve desde tanta altura.
El faro se construyó en tiempos de Isabel II, pero nunca llegó a funcionar como tal. La linterna la aprovecharon y se la pusieron al de Llebeig. Se alimentaba con aceite de oliva. Estaba muy bien construido y con buenos materiales pétreos y ahora es una pena que se vaya desmoronando por la falta de utilidad y por la desidia de quienes tuvieran que conservarlo, aunque no sea más que por el monumento importante que es y por la historia que recuerda.
En el panel que leo, reducen la altura un metro (352) y sitúan el año de construcción en 1851. Al menos, que no lo dejen caer. Veo otro panel donde indica los puntos más destacados de la isla de Mallorca que se ven desde esta cima se Sa Dragonera. Solamente me quedo con dos puntos que me interesan para cuando salga de Sant Elm: Cala en Basset y la Trapa, que aparece sobre la cala en la montaña. Allí dormiré esta noche. Voy pasando por los distintos espacios y dependencias del faro, y sacando fotos.
Todas me parecen explicativas del lugar y veré cómo hago la selección. Hablando de Isabel II, encuentro a Isabel y Pepe. Era la pareja que había desaparecido y están descansando en roca inclinada.
Allí han comido y, en la búsqueda de las migajas, les rodean los dragones, las sargantanas. Es ahora cuando las fotografío. Las lagartijas que yo conocía hasta ahora eran verdes, de distintas gamas del verde, pero estos dragones son negros o de un grisáceo muy oscuro.
Ya en la cima, hablo con los dos vejetes de los bastones, a los que ayuda, según me dicen. A mí, un bastón me estorbaría. También comentan que delante de ellos subía una pareja, pero que la han perdido de vista.
Es casi imposible, puesto que no hay muchas opciones para salir de allí sin ser visto. Ellos inician el descenso, pero yo todavía tengo que visitar el faro y su entorno. Cuando les dé alcance, me dirán el nombre de una planta. Rodeo el faro y voy sacando fotos del mismo y de la vista que se ve desde tanta altura.
El faro se construyó en tiempos de Isabel II, pero nunca llegó a funcionar como tal. La linterna la aprovecharon y se la pusieron al de Llebeig. Se alimentaba con aceite de oliva. Estaba muy bien construido y con buenos materiales pétreos y ahora es una pena que se vaya desmoronando por la falta de utilidad y por la desidia de quienes tuvieran que conservarlo, aunque no sea más que por el monumento importante que es y por la historia que recuerda.
En el panel que leo, reducen la altura un metro (352) y sitúan el año de construcción en 1851. Al menos, que no lo dejen caer. Veo otro panel donde indica los puntos más destacados de la isla de Mallorca que se ven desde esta cima se Sa Dragonera. Solamente me quedo con dos puntos que me interesan para cuando salga de Sant Elm: Cala en Basset y la Trapa, que aparece sobre la cala en la montaña. Allí dormiré esta noche. Voy pasando por los distintos espacios y dependencias del faro, y sacando fotos.
Todas me parecen explicativas del lugar y veré cómo hago la selección. Hablando de Isabel II, encuentro a Isabel y Pepe. Era la pareja que había desaparecido y están descansando en roca inclinada.
Allí han comido y, en la búsqueda de las migajas, les rodean los dragones, las sargantanas. Es ahora cuando las fotografío. Las lagartijas que yo conocía hasta ahora eran verdes, de distintas gamas del verde, pero estos dragones son negros o de un grisáceo muy oscuro.
Descenso
y baño
Cuando
estoy bajando, doy alcance a los mayores del Camino de Santiago y, al
coincidir con una planta y fotografiarla, me dicen que se trata de
una euforbia. Ese nombre me servirá para otra que creo fotografié
en Menorca y que ya os presenté. Por el camino me parece ver al
marido de María Magdalena, confío en alcanzarle, pero baja mejor
que yo y más rápido, así que va a ser inposible. ¿Habrá llegado
cuando estaba hablando con Pepe e Isabel?
Aunque estoy bajando hacia Es Lladó, en la bifurcación me animo a seguir hacia Llebeig y pararme en la playa de Cala Cucó, que tan interesante me ha parecido desde la cima, pero veo que voy a tardar todavía un rato en llegar y me decido a darme un baño en unas rocas. He tardado poco más de media hora en bajar al mar. Me desnudo, dejo la ropa sobre la roca y está muy fácil el acceso al agua y la subida. Tengo una roquita alfombrada para ayudarme en la salida y basta con esperar a que llegue la ola para que me aúpe. Tras estar allí un rato, veo que ha llegado la Margarita y, aunque todavía no es la hora asignada (las 15:15), así que me seco al aire, me visto y voy acercándome al camino.
Aunque estoy bajando hacia Es Lladó, en la bifurcación me animo a seguir hacia Llebeig y pararme en la playa de Cala Cucó, que tan interesante me ha parecido desde la cima, pero veo que voy a tardar todavía un rato en llegar y me decido a darme un baño en unas rocas. He tardado poco más de media hora en bajar al mar. Me desnudo, dejo la ropa sobre la roca y está muy fácil el acceso al agua y la subida. Tengo una roquita alfombrada para ayudarme en la salida y basta con esperar a que llegue la ola para que me aúpe. Tras estar allí un rato, veo que ha llegado la Margarita y, aunque todavía no es la hora asignada (las 15:15), así que me seco al aire, me visto y voy acercándome al camino.
Margarita
me devuelve a Sant Elm
Pasados
unos minutos llego al malecón del pequeño puerto. Allí está
esperando la Margarita, que se dispone a salir. Pregunto al patrón
del barco si puedo montar aunque tenga asignada la salida más tarde
y me dice que no hay ningún inconveniente. Cuanto antes nos vayamos,
menos gente quedará para el último viaje.
Para evitar que saliera el barco sin mí, me he metido por lugar indebido, puesto que la zona del bar está en obras y tenía que dar mucha vuelta. Me ha pasado casi como en Cabrera, que me quedé sin granizado de almendra y aquí no sé cual podría ser la oferta. Hoy no he comido, puesto que he hecho un copioso desayuno en el hotel. Salimos de Es Lladó unas diez personas. Al principio he venido en proa, pero la ola salta y me moja suavemente, por lo que me paso al otro lado. En un momento en que el remojón me parece que va a ser descomunal, me coloco tras dos extranjeros. Cuando llego al malecón de Sant Elm, agradezco el viaje. Bajo de la Margarita y entro en el Supermarket y compro una coca de verduras y un litro de zumo Don Simón. Pago 2,60 €. La coca, sin ser tan rica como la que comí en el Port d’Andratx para desayunar ayer, y que llamaban de trempó, está rica.
Para evitar que saliera el barco sin mí, me he metido por lugar indebido, puesto que la zona del bar está en obras y tenía que dar mucha vuelta. Me ha pasado casi como en Cabrera, que me quedé sin granizado de almendra y aquí no sé cual podría ser la oferta. Hoy no he comido, puesto que he hecho un copioso desayuno en el hotel. Salimos de Es Lladó unas diez personas. Al principio he venido en proa, pero la ola salta y me moja suavemente, por lo que me paso al otro lado. En un momento en que el remojón me parece que va a ser descomunal, me coloco tras dos extranjeros. Cuando llego al malecón de Sant Elm, agradezco el viaje. Bajo de la Margarita y entro en el Supermarket y compro una coca de verduras y un litro de zumo Don Simón. Pago 2,60 €. La coca, sin ser tan rica como la que comí en el Port d’Andratx para desayunar ayer, y que llamaban de trempó, está rica.
Cala en
Basset
La
razón de ir a la cala y volver a Sant Elm, viene derivada de que me
aseguraron en recepción que el camino no comunica con la subida
hacia Sa Trapa. Así que mi mochila sigue quedando a buen recaudo en
el hotel y luego, cuando vuelva de en Basset y antes de que inicie el
camino hacia Sa Trapa, ya pasaré a recogerla. Una vez comida la coca
y bebido el zumo, inicio la marcha.
Es un camino malo el que he cogido. No va por el acantilado, sino algo escorado hacia el interior, pero está mal cuidado y para más fastidio han caído muchísimos árboles que lo hacen más difícil todavía.
En un lugar complicado, temo haberme pasado de la cala y retrocedo por el borde del acantilado. Desde allí veo una torre en una cima y saco una foto de Dragonera, que no llego a completar por la zona de Llebeig.
Vuelvo a donde estaba y empiezo a ascender hacia una torre que, desde abajo se ve bonita.
La ascensión está remarcada de rocas que, sin ser camino, hacen que facilite la subida y, al menos, no hay la maraña de ramas y arbustos que había más abajo. Subiendo voy sacando fotos de acercamiento a Sa Torre. Hasta que llego a su altura y ya, desde arriba, se empieza a ver la Cala en Basset, donde ya se empieza a ver que hay gente, un pequeño yate y una motora. Alguien ha escrito FOGON en Sa Torre, que se ve que ha sido restaurada.
Empiezo a descender hacia la cala y, por fin, doy con el buen camino. Me lleva a una encrucijada con dos carteles de dirección. En uno pone Torre y en el otro CEB. Como vengo de la torre, desciendo por el otro pues supongo que CEB es abreviatura de Cala en Basset.
Se ve que el camino por el que he venido no es el oficial, ni el que viene en el dibujo que me dieron. El camino me lleva a la torrentera y, ésta, hasta la propia cala de rocas.
Allí hay un grupo de San Elm que ha venido a pasar el día. Han llegado a pie y se volverán andando, pero más tarde que yo. Una pareja ha llegado en motora y permanecen allí. Lo primero que veo es una media tienda, especie de paravientos, con pescador que ya no pesca, que está con alguien más. Y el grupo de matrimonios que he comentado.
Cuando bajaba subía una parte del grupo que se iban porque querían ver el partido. Me supongo que sería el de Nadal contra Jócovic. Hoy se dilucida quién es el número uno. No hay que olvidar que Nadal es mallorquín. Me aparto del grupo, me doy un baño y, cuando me seco, me visto y me acerco al grupo. Todos me parecen muy bromistas, tanto los que se han ido como los que quedan. Bromean diciendo que han llegado en barco y que se volverán andando. Lo del barco es broma. Cuando saque foto desde arriba del acantilado, camino de Sa Trapa, todavía seguirán en la playa a las 20:30 h. Me despido de ellos y me voy de regreso a Sant Elm, pero no vuelvo por donde he venido, sino por este camino que conozco ahora y que es mejor. Tomo nota del cruce y de una desviación hacia el monte, que será la que cogeré luego.
Es un camino malo el que he cogido. No va por el acantilado, sino algo escorado hacia el interior, pero está mal cuidado y para más fastidio han caído muchísimos árboles que lo hacen más difícil todavía.
En un lugar complicado, temo haberme pasado de la cala y retrocedo por el borde del acantilado. Desde allí veo una torre en una cima y saco una foto de Dragonera, que no llego a completar por la zona de Llebeig.
Vuelvo a donde estaba y empiezo a ascender hacia una torre que, desde abajo se ve bonita.
La ascensión está remarcada de rocas que, sin ser camino, hacen que facilite la subida y, al menos, no hay la maraña de ramas y arbustos que había más abajo. Subiendo voy sacando fotos de acercamiento a Sa Torre. Hasta que llego a su altura y ya, desde arriba, se empieza a ver la Cala en Basset, donde ya se empieza a ver que hay gente, un pequeño yate y una motora. Alguien ha escrito FOGON en Sa Torre, que se ve que ha sido restaurada.
Empiezo a descender hacia la cala y, por fin, doy con el buen camino. Me lleva a una encrucijada con dos carteles de dirección. En uno pone Torre y en el otro CEB. Como vengo de la torre, desciendo por el otro pues supongo que CEB es abreviatura de Cala en Basset.
Se ve que el camino por el que he venido no es el oficial, ni el que viene en el dibujo que me dieron. El camino me lleva a la torrentera y, ésta, hasta la propia cala de rocas.
Allí hay un grupo de San Elm que ha venido a pasar el día. Han llegado a pie y se volverán andando, pero más tarde que yo. Una pareja ha llegado en motora y permanecen allí. Lo primero que veo es una media tienda, especie de paravientos, con pescador que ya no pesca, que está con alguien más. Y el grupo de matrimonios que he comentado.
Cuando bajaba subía una parte del grupo que se iban porque querían ver el partido. Me supongo que sería el de Nadal contra Jócovic. Hoy se dilucida quién es el número uno. No hay que olvidar que Nadal es mallorquín. Me aparto del grupo, me doy un baño y, cuando me seco, me visto y me acerco al grupo. Todos me parecen muy bromistas, tanto los que se han ido como los que quedan. Bromean diciendo que han llegado en barco y que se volverán andando. Lo del barco es broma. Cuando saque foto desde arriba del acantilado, camino de Sa Trapa, todavía seguirán en la playa a las 20:30 h. Me despido de ellos y me voy de regreso a Sant Elm, pero no vuelvo por donde he venido, sino por este camino que conozco ahora y que es mejor. Tomo nota del cruce y de una desviación hacia el monte, que será la que cogeré luego.
Sant
Elm de nuevo.
En la
rotonda me encuentro con una joven pareja de holandeses. Quieren ir a
la torre y regresar por abajo, pero no se lo recomiendo después de
mi mala experiencia. No sé lo que harán. Están haciendo recorridos
por tramos por la Serra de Tramuntana. Cuando estoy hablando con los
holandeses, pasa una moto de las de cuatro ruedas que me da sensación
de prepotencia, quizás por lo aparatoso del ruido que produce y,
para colmo, va con conductor y un niño detrás. Aunque el vehículo
se adapta bien a las irregularidades del terreno, me parece una
temeridad poner a un niño en ese riesgo. El camino se ensancha y así
llego a Sant Elm. Voy mirando por si veo algún sitio para cenar
algo tempranero. Una ensalada, por ejemplo. Veo un menú de 10 €
con ensalada y paella, pero lo primero que hago es acercarme al hotel
para recuperar mi mochila.
Invitación
a ducha. Katy
Está
Katy, de nuevo, en recepción. Le saludo y le digo que no recomiende
el camino de la costa hacia Cala en Basset, por las malas condiciones
en que está y los árboles que han caído. Me dice que está en
proyecto arreglarlo y que a ella le gusta más que el otro, por eso
me lo recomendó. A lo mejor, conociéndolo, no se cometen tantos
errores como los que he cometido yo. Le pido la llave 101, que es
donde he dejado la mochila. Ella se había sorprendido de que no la
hubiera dejado en recepción como quedamos ayer. Le comento que me
pareció cara la habitación y me dice que es la temporada y que
siendo en habitación doble también sale más caro. “Pero el
buffet del desayuno, lo ha compensado”, le añado. Nunca encontraré
otro con tanta calidad, tan colorista y variado como el de esta
mañana en el Aguamarín. “Si quieres, te puedes duchar”, me
invita. En otra ocasión no lo habría aceptado, pero hoy sí me
apetece. “Para eso está la 101”, me dice. Me da una toalla
grande y me añade. “Después de que te seques, déjala tirada que
ya la recogerán mañana”. Creo que después de la zozobra para
llegar a Cala en Basset, me va a sentar de maravilla.
Entro a la 101, me desnudo, voy al baño que está aparte y veo más toallas tiradas por el suelo. Al que le parece mal dejarla tirada, la pone arriba extendida sobre la rejilla. Yo, esta mañana, la he dejado en la repisa del final de la bañera. Me ducho con agua fría y ni siquiera uso el jabón que se me ofrece en dos tipos de recipientes. La toalla con que me seco es muy “goxua” (más que suave, en euskera), y más grande que la que tenía en mi habitación. A lo mejor es igual, pero al ser gratis e inesperada, me parece más grande. Ya vestido y dispuesto para salir, Katy habla con dos clientes, pero hace un lapsus, me recoge la llave y me desea buen viaje. “¡Gracias Katy -le digo- por todas tus atenciones”.
Entro a la 101, me desnudo, voy al baño que está aparte y veo más toallas tiradas por el suelo. Al que le parece mal dejarla tirada, la pone arriba extendida sobre la rejilla. Yo, esta mañana, la he dejado en la repisa del final de la bañera. Me ducho con agua fría y ni siquiera uso el jabón que se me ofrece en dos tipos de recipientes. La toalla con que me seco es muy “goxua” (más que suave, en euskera), y más grande que la que tenía en mi habitación. A lo mejor es igual, pero al ser gratis e inesperada, me parece más grande. Ya vestido y dispuesto para salir, Katy habla con dos clientes, pero hace un lapsus, me recoge la llave y me desea buen viaje. “¡Gracias Katy -le digo- por todas tus atenciones”.
Nou The
Bar. Blanca
Salgo
a la calle y me voy acercando al menú de 10 €. Me atiende Blanca.
No queda ni paella, ni dorada. Me ofrece ensalada muy completa y una
cerveza. Acabo con un té verde con flores que completa esta cena
tempranera. Cuando he pasado antes había una música bonita en el
local, pero la de ahora me gusta menos. Pregunto por la final de
tenis y, aunque Blanca no lo sabe, pregunta a unos amigos que pasan
por allí y nos dicen que ha ganado Jókovic y que Nadal ya no es el
número uno. Lo siento por él y me alegro por el serbio, puesto que
ha debido ganar merecidamente. Comento a Blanca sobre la música y,
al poco, me suena como a piano. En realidad es un concierto de arpa
que a ella le gusta mucho. Me sobreviene un momento de nostalgia.
Estoy feliz por estar ya en este Poniente que, por la Serra de
Tramuntana, me va a llevar hacia el Norte, escorándome hacia el Este
cada día un poco más. Pero este pueblo tranquilo de Sant Elm me ha
impactado y eso que ayer hice un leve paseo nocturno y hoy otro breve
diurno. Blanca, arropadora, se agacha para hablar conmigo a la misma
altura. He pagado 11 € (7,50 la ensalada y 3,50 las bebidas) en
efectivo. Tal como tiene el sistema de control, me dice Blanca, no le
permite hacer regalos. Me despido de ella y me voy. Un chico me ha
dicho por dónde debo coger para La Trapa
Camino
hacia Sa Trapa
Llego
a una casa donde aparecen dos direcciones. Una la ya conocida, hacia
Cala en Basset y la otra que pone Sa Trapa. Ahora que lo leo, me
acuerdo de don Ubaldo Usunariz, a cuya academia donostiarra de la
calle Bengoetxea solía acudir yo para reforzar mis conocimientos de
contabilidad y de donde se me ofreció y conseguí mi primer trabajo
de contable. No me porté muy bien con él y no supe ser lo
suficientemente elegante como para agradecérselo. Me disculpo a mí
mismo ahora, con los años, ya que a él ya no podrá ser, pues hace mucho tiempo que nos abandonó. Entonces yo era un jovencito de 16 años
inexperto.
Con la edad me he vuelto más agradecido. Bueno, pues el bueno de don Ubaldo, solía tener una expresión peculiar que no había oído yo a nadie antes. Decía: “¡Sátrapas de Babilonia!”, era como un exabrupto, entre intimidatorio y jocoso, y este Sa Trapa me ha traído a la mente esa expresión. Alejandro Morlán había solicitado un contable a la academia y don Ubaldo me propuso a mí. Yo todavía no había terminado la carrera de Perito Mercantil. Llevaba asignaturas retrasadas desde Física y Química de 3º, que era llave para Primeras Materias, de 4º, y Mercancías, de 5º. Con ayuda, puede aprobar Física y Química y con esfuerzo las otras dos que me quedaban para completar los cinco cursos. Más tarde, por libre, empecé a estudiar alguna asignatura suelta para inicierme en Profesorado Mercantil, pero no pasé de intentarlo. Ni siquiera me examiné de la primera, que tenía que ver con Economía Agraria.
Del modo que he contado es como entré con 16 años a trabajar como contable a la empresa Lezo S.A., una fundición ubicada en Lezo, y éste fue mi primer trabajo hasta que la empresa quebró, unos tres años más tarde. Alejandro fue el mejor jefe que tuve en toda mi historia laboral. Pero volvamos a Sant Elm. ¡Fuera Sátrapas!, y continuemos camino hacia Sa Trapa. Parece que voy bien orientado, hasta que llego a una nueva encrucijada sin anuncio alguno y no sé hacia dónde tirar. Pego voces, pero será en vano. Por suerte, una chica que llega en bici, se quita los cascos y me reorienta. Agradezco, ella se va pero, poco más adelante, me vuelven a surgir nuevas dudas. Una flecha indica Torre, a la izquierda y Basset, hacia la derecha. No me cuadra porque la torre que he visto antes era en la misma dirección de Cala en Basset. Empiezo a pensar que esa torre quizás sea otra distinta a la que antes he visto. Decido seguir la flecha, hasta que me doy cuenta que ya estoy donde he estado antes, aunque he llegado por distinto camino.
Menos mal que la chica de la bici y los cascos me ha dicho que siga la flecha Basset y que, cuando se oriente hacia la cala, cruce y continúe camino hacia arriba. Llego a la rotonda de la tarde con las dos señales: torre y CEB y ahora ya sé lo que debo hacer. Ahora me acuerdo que, al subir de la cala, en vez de tirar hacia arriba a la derecha, había otro camino que seguía por la izquierda y pienso que ese camino es el que tengo que encntrar. Ese camino va por la vaguada, que muy bien pudiera ser torrentera de Basset. Voy bajando hasta que encuentro el camino y, en vez de tirar hacia el mar, sigo hacia la montaña. Poco a poco, van apareciendo puntos rojos pintados en las rocas, que son los que, por un rato, me van a ir señalando el camino. Empiezo a ascender. Aparece un cabrón, vuelve la cabeza y corro para fotografiarlo antes de que se oculte. Lo consigo, pero la calidad de la foto es pésima y parece que es un cabrón espectral.
Con bastante esfuerzo, pues la verticalidad del camino lo exige, llego a la cima del acantilado y, desde arriba, veo que está allí, todavía, el grupo de Sant Elm con los que he estado hablando tras mi baño en las rocas de Cala en Basset. Dragonera ya se va quedando muy distante. Sigo ascendiendo, pero ya con buenas sensaciones, parece que la orientación va bien hacia Sa Trapa. No sé en qué va a consistir ese lugar hacia donde me dirijo, pero fantaseo con que, si es un albergue, y pienso que es probable que hoy no pernocte solo allí. Todo sin ninguna base que sustente mi fantasía. Siguen apareciendo árboles caídos por el camino, pero ya no interfieren mi marcha. Llego a una cima y me vuelvo para sacar foto de Cala en Basset y de Dragonera, con idea de darles mi último adiós, pero Dragonera no me va a abandonar tan pronto y mañana la seguiré viendo.
Con la edad me he vuelto más agradecido. Bueno, pues el bueno de don Ubaldo, solía tener una expresión peculiar que no había oído yo a nadie antes. Decía: “¡Sátrapas de Babilonia!”, era como un exabrupto, entre intimidatorio y jocoso, y este Sa Trapa me ha traído a la mente esa expresión. Alejandro Morlán había solicitado un contable a la academia y don Ubaldo me propuso a mí. Yo todavía no había terminado la carrera de Perito Mercantil. Llevaba asignaturas retrasadas desde Física y Química de 3º, que era llave para Primeras Materias, de 4º, y Mercancías, de 5º. Con ayuda, puede aprobar Física y Química y con esfuerzo las otras dos que me quedaban para completar los cinco cursos. Más tarde, por libre, empecé a estudiar alguna asignatura suelta para inicierme en Profesorado Mercantil, pero no pasé de intentarlo. Ni siquiera me examiné de la primera, que tenía que ver con Economía Agraria.
Del modo que he contado es como entré con 16 años a trabajar como contable a la empresa Lezo S.A., una fundición ubicada en Lezo, y éste fue mi primer trabajo hasta que la empresa quebró, unos tres años más tarde. Alejandro fue el mejor jefe que tuve en toda mi historia laboral. Pero volvamos a Sant Elm. ¡Fuera Sátrapas!, y continuemos camino hacia Sa Trapa. Parece que voy bien orientado, hasta que llego a una nueva encrucijada sin anuncio alguno y no sé hacia dónde tirar. Pego voces, pero será en vano. Por suerte, una chica que llega en bici, se quita los cascos y me reorienta. Agradezco, ella se va pero, poco más adelante, me vuelven a surgir nuevas dudas. Una flecha indica Torre, a la izquierda y Basset, hacia la derecha. No me cuadra porque la torre que he visto antes era en la misma dirección de Cala en Basset. Empiezo a pensar que esa torre quizás sea otra distinta a la que antes he visto. Decido seguir la flecha, hasta que me doy cuenta que ya estoy donde he estado antes, aunque he llegado por distinto camino.
Menos mal que la chica de la bici y los cascos me ha dicho que siga la flecha Basset y que, cuando se oriente hacia la cala, cruce y continúe camino hacia arriba. Llego a la rotonda de la tarde con las dos señales: torre y CEB y ahora ya sé lo que debo hacer. Ahora me acuerdo que, al subir de la cala, en vez de tirar hacia arriba a la derecha, había otro camino que seguía por la izquierda y pienso que ese camino es el que tengo que encntrar. Ese camino va por la vaguada, que muy bien pudiera ser torrentera de Basset. Voy bajando hasta que encuentro el camino y, en vez de tirar hacia el mar, sigo hacia la montaña. Poco a poco, van apareciendo puntos rojos pintados en las rocas, que son los que, por un rato, me van a ir señalando el camino. Empiezo a ascender. Aparece un cabrón, vuelve la cabeza y corro para fotografiarlo antes de que se oculte. Lo consigo, pero la calidad de la foto es pésima y parece que es un cabrón espectral.
Con bastante esfuerzo, pues la verticalidad del camino lo exige, llego a la cima del acantilado y, desde arriba, veo que está allí, todavía, el grupo de Sant Elm con los que he estado hablando tras mi baño en las rocas de Cala en Basset. Dragonera ya se va quedando muy distante. Sigo ascendiendo, pero ya con buenas sensaciones, parece que la orientación va bien hacia Sa Trapa. No sé en qué va a consistir ese lugar hacia donde me dirijo, pero fantaseo con que, si es un albergue, y pienso que es probable que hoy no pernocte solo allí. Todo sin ninguna base que sustente mi fantasía. Siguen apareciendo árboles caídos por el camino, pero ya no interfieren mi marcha. Llego a una cima y me vuelvo para sacar foto de Cala en Basset y de Dragonera, con idea de darles mi último adiós, pero Dragonera no me va a abandonar tan pronto y mañana la seguiré viendo.
Zane y
sus hermanos
Iniciando
el descenso hacia Sa Trapa, cuyos edificios ya los he visto de lejos,
veo que aparecen unas cabezas que ascienden de allí. A la cabeza va Zane.
Vienen de regreso de Sa Trapa, donde han pasado la tarde. De
primeras, veo sólo a una chica y un chico, y los confundo con los
holandeses que me he encontrado en la encrucijada de Sa Torre, cuando
volvía de nuevo a Sant Elm, pero este grupo es mayor. Éstos son de
Letonia y hermanos. Zane trabaja en s’Arenal, en hostelería, cerca
del aeropuerto. Lleva varios años trabajando en España y este año
se animó a invitar a que vinieran sus hermanos de vacaciones. De
mayor a menor, son Zane, la mayor, otra chica, un chico, otro chico y
la menor que también es chica. Los padres se han quedado en Letonia,
pues acaban de tener un bebé, el sexto, pero no concretan su sexo.
¡Están locos!, digo a Zane y ella si no asiente, al menos, lo deja
en la duda. He sacado foto al grupo según iba asomando, pero sólo
aparecen tres de los cinco que son. Confío en que me creáis que
había dos más. Hoy es el día en Zane libra de su trabajo y ha
venido en coche con sus hermanos para hacer esta bonita excursión.
Ahora van de regreso a coger el coche, que han dejado aparcado en
Sant Elm, y volver a s’Arenal.
Parece que estuve allí hace siglos y sólo fue hace seis días. Me piden que les saque foto con su máquina y les saco dos. La primera de todos los hermanos juntos en Mallorca. Una la oriento hacia sa Trapa y la segunda hacia el mar, con algo de sa Dragonera. Yo me contento con la que he sacado. No quiero un posado. Me dan un bombón de azúcar, leche y, ¿quizás?, algo de café, de gusto muy parecido al de Las dos Cafeteras, pero ligero, más líquido. Hoy con el sabor de Pamplona, parece que también se me van acercando los aromas de San Fermín. ¡Ya sólo quedan cuatro días! Resulta curioso cómo un sabor, un olor, puede desencadenar tantos recuerdos cuando uno está especialmente sensible y dispuesto a dejarse arrebatar por ellos. Me despido de los hermanos letones y continúo, ya bajando, hacia Sa Trapa.
Parece que estuve allí hace siglos y sólo fue hace seis días. Me piden que les saque foto con su máquina y les saco dos. La primera de todos los hermanos juntos en Mallorca. Una la oriento hacia sa Trapa y la segunda hacia el mar, con algo de sa Dragonera. Yo me contento con la que he sacado. No quiero un posado. Me dan un bombón de azúcar, leche y, ¿quizás?, algo de café, de gusto muy parecido al de Las dos Cafeteras, pero ligero, más líquido. Hoy con el sabor de Pamplona, parece que también se me van acercando los aromas de San Fermín. ¡Ya sólo quedan cuatro días! Resulta curioso cómo un sabor, un olor, puede desencadenar tantos recuerdos cuando uno está especialmente sensible y dispuesto a dejarse arrebatar por ellos. Me despido de los hermanos letones y continúo, ya bajando, hacia Sa Trapa.
Sa Trapa
En el
plano que ayer me dio Katy dice: Sa Trapa, Monasterio en
ruinas-Ruinenkloster. Según me voy acercando, saco foto de las
plataformas. Bajos muros de contención, y otros más altos, van
delimitando espacios, algunos de ellos en bancales cultivables.
Cuando llego, no veo a nadie. Me doy un paseo por el recinto, con
intención de ver por donde saldré mañana.
No lo tengo nada claro, pero veo un burro y pienso que, por donde él está, será el lugar perfecto para continuar el camino al amanecer. Quiero sacar una foto al pollino pero, cuando voy a disparar, baja la cabeza y no me gusta la foto. En vista de lo cual, me equivoco y, en lugar de imitar un rebuzno, me sale un mediocre relincho, pero el burro reacciona igual que si de uno de su especie se tratara y levanta la cabeza y pone las orejas tiesas.
Así lo inmortalizo pero, al verlo en el ordenador, comprendo que todo mi esfuerzo ha sido baldío, pues me sale una foto irrecuperable. ¡Qué rabia me da! Busco un edificio que me permita estar cómodo y quedarme en él. Me encapricho de una terraza en un primer piso de un edificio bajo. Parece el mejor sitio porque puedo dormir bajo las estrellas en la terraza y, en caso de lluvia, guarecerme en su interior. Pero el edificio no presenta una estructura lo suficientemente recia como para que no temer que se derrumbe esta noche y, además, no veo ningún resquicio que me permita ascender hasta la terraza. En vista de lo cual, busco otro mejor.
Lo encuentro en otro edificio más recio, abovedado y abierto a cuatro luces, donde tienen instalado una especie de taller mecánico, aunque con estructura de banco de carpintero, con grasa debajo, en el suelo. Me alejo un poco de la carpintería y, aunque no está muy limpio, me instalo en el duro suelo. La pared del fondo tiene agujeros y no me estrañaría que, en el supuesto de que lloviera, no surgieran de ellos riachuelos del agua que baje por la montaña. Por si acaso, me coloco en zona intermedia entre los agujeros. Menos mal que la tarde no parece amenazar lluvia.
Ya decidido el lugar donde voy a dormir, me acerco a otro edificio que fue molino o prensa de algo, en cuyo interior se conservan los artilugios de prensado o molido. Este edificio no deja espacio suficiente como para poder dormir dentro, así que ha quedado descartado. Además desprende un olor poco grato, peculiar, como de combustible, como si de vez en cuando pusieran en marcha el motor que acciona todo el tinglado industrial. Hay más edificios que están que se caen. Si aquí quieren poner en marcha una escuela agraria y un albergue, tienen mucho que reconstruir.
Me parece un lugar magnífico para ser rehabilitado y para rehabilitar a personas a las que les haya caido una medida de trabajos en beneficio de la comunidad. Por lo que veo en dos carteles sobre las obras que aquí se realizan, parece que la rehabilitación de las cases de la Trapa para que sea albergue, corre a cargo del Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa. En cuanto a la reforestación de especies arbóreas y arbustivas, en 2008 se firmó un convenio entre la Fundación Banco Santander y el GOB que, podéis preguntar, pero no sé lo que es. Como el ave que vuela en el anagrama puede ser un águila o un buitre y, antes de que me ataque, aventuro que GOB puede significar: Grupo Ornitológico Balear.
Es una lástima que hoy sea domingo y que no tenga a nadie para preguntar. Menos mal que he hecho una cena tempranera. El sitio en que he montado mi cama, también es bueno para ahuyentar los mosquitos, colocado en medio de la pilastra interior. Mañana veréis mejor el lugar donde voy a dormir. Me acerco a la plataforma circular más exterior, la que mira al mar, y saco foto de la despedida de hoy a Sa Dragonera, donde he pasado una bonita mañana, como agradeciendo su contribución a hacer de éste un viaje inolvidable. Luego saco otra foto hacia la montaña, como diciendo, “espérame a mañana”. Regreso a mi cama y, aunque no es tarde, todavía son las nueve y media, me dispongo a dormir. Me han gustado los bancales con los árboles y arbustos autóctonos bien implantados.
No lo tengo nada claro, pero veo un burro y pienso que, por donde él está, será el lugar perfecto para continuar el camino al amanecer. Quiero sacar una foto al pollino pero, cuando voy a disparar, baja la cabeza y no me gusta la foto. En vista de lo cual, me equivoco y, en lugar de imitar un rebuzno, me sale un mediocre relincho, pero el burro reacciona igual que si de uno de su especie se tratara y levanta la cabeza y pone las orejas tiesas.
Así lo inmortalizo pero, al verlo en el ordenador, comprendo que todo mi esfuerzo ha sido baldío, pues me sale una foto irrecuperable. ¡Qué rabia me da! Busco un edificio que me permita estar cómodo y quedarme en él. Me encapricho de una terraza en un primer piso de un edificio bajo. Parece el mejor sitio porque puedo dormir bajo las estrellas en la terraza y, en caso de lluvia, guarecerme en su interior. Pero el edificio no presenta una estructura lo suficientemente recia como para que no temer que se derrumbe esta noche y, además, no veo ningún resquicio que me permita ascender hasta la terraza. En vista de lo cual, busco otro mejor.
Lo encuentro en otro edificio más recio, abovedado y abierto a cuatro luces, donde tienen instalado una especie de taller mecánico, aunque con estructura de banco de carpintero, con grasa debajo, en el suelo. Me alejo un poco de la carpintería y, aunque no está muy limpio, me instalo en el duro suelo. La pared del fondo tiene agujeros y no me estrañaría que, en el supuesto de que lloviera, no surgieran de ellos riachuelos del agua que baje por la montaña. Por si acaso, me coloco en zona intermedia entre los agujeros. Menos mal que la tarde no parece amenazar lluvia.
Ya decidido el lugar donde voy a dormir, me acerco a otro edificio que fue molino o prensa de algo, en cuyo interior se conservan los artilugios de prensado o molido. Este edificio no deja espacio suficiente como para poder dormir dentro, así que ha quedado descartado. Además desprende un olor poco grato, peculiar, como de combustible, como si de vez en cuando pusieran en marcha el motor que acciona todo el tinglado industrial. Hay más edificios que están que se caen. Si aquí quieren poner en marcha una escuela agraria y un albergue, tienen mucho que reconstruir.
Me parece un lugar magnífico para ser rehabilitado y para rehabilitar a personas a las que les haya caido una medida de trabajos en beneficio de la comunidad. Por lo que veo en dos carteles sobre las obras que aquí se realizan, parece que la rehabilitación de las cases de la Trapa para que sea albergue, corre a cargo del Grup Balear d’Ornitologia i Defensa de la Naturalesa. En cuanto a la reforestación de especies arbóreas y arbustivas, en 2008 se firmó un convenio entre la Fundación Banco Santander y el GOB que, podéis preguntar, pero no sé lo que es. Como el ave que vuela en el anagrama puede ser un águila o un buitre y, antes de que me ataque, aventuro que GOB puede significar: Grupo Ornitológico Balear.
Es una lástima que hoy sea domingo y que no tenga a nadie para preguntar. Menos mal que he hecho una cena tempranera. El sitio en que he montado mi cama, también es bueno para ahuyentar los mosquitos, colocado en medio de la pilastra interior. Mañana veréis mejor el lugar donde voy a dormir. Me acerco a la plataforma circular más exterior, la que mira al mar, y saco foto de la despedida de hoy a Sa Dragonera, donde he pasado una bonita mañana, como agradeciendo su contribución a hacer de éste un viaje inolvidable. Luego saco otra foto hacia la montaña, como diciendo, “espérame a mañana”. Regreso a mi cama y, aunque no es tarde, todavía son las nueve y media, me dispongo a dormir. Me han gustado los bancales con los árboles y arbustos autóctonos bien implantados.
Balance
del día en la Serra de Tramuntana
Tras
una noche plácida en cama y un desayuno copioso, el día comienza
inmejorable. Aunque algo retrasado, el barco me lleva a Sa Dragonera,
donde he disfrutado de los caminos y la charla con María Magdalena.
Luego la subida al Far Vell ha sido menos dura que lo esperado, al
estar muy bien dosificada por el último tramo en zig-zag. Lástima
que el Far Vell se esté desmoronando y, si nadie lo remedia, acabará
muerto de viejo, para hacer honor a su nombre. Sólo a la Isabelona
-como diría don Ramón María del Valle Inclán- se le ocurrió
hacer un faro tan arriba, para que nunca fuera de utilidad. Me he
traido un recuerdo de los dragones ¡Sargantanas! El baño en la isla
no ha sido nada especial y el regreso en la Margarita casi me
devuelve remojado al continente insular, si se me permite la
paradoja. La Cala en Basset no la considero muy recomendable, ni
tampoco, tal como está el camino costero, el que me había
recomendado Katy ayer. El regreso por el otro me ha servido de pista
para mi subida a Sa Trapa. El regreso al hotel para recuperar mi
mochila y la buena fortuna de que estuviera ya Katy, con su
invitación a ducha, que he sabido aprovechar, ha sido otra de las
mejores cosas de esta tarde. Siempre estaré agradecido a ella y al
Hotel Aguamarín. Luego he comido muy a gusto la ensalada del Nou The
Bar y la atención de Blanca. Dificultades solventadas en la
ascensión a Sa Trapa y el bonito encuentro con los cinco hermanos
letones. Zane ha hecho bien en traerles invitados a la isla, y así
que sus padres se centren en su sexto hijo. Toda Sa Trapa para mí y
el burro.
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