00.1 Introducción
La narración
de mi vuelta a las islas Baleares a pie, que realicé en el verano de
2011, la inicio acabado mi blog de la vuelta a la península ibérica en las Navidades de 2013; mi intención es la de terminar de
contar el viaje por estas islas Baleares antes del verano de 2014.
¿Cuáles
son las razones para ello? En los veranos de 2013 y 2014 fui dando
otro de mis paseos por la costa atlántica francesa que, en el
último año, me llevó a Bélgica y Holanda y culminando, en
la última jornada, el rodeo a la isla holandesa de Terschelling. Mis
propósitos para el próximo verano son los de rodear la isla de
Córcega y continuar la costa francesa mediterránea, desde la
frontera italiana hasta la catalana, volviendo a ser Collioure,
revisitando la tumba de Antonio Machado, el objetivo. Algo similar a
lo que, para otros, supone la llegada a Santiago de Compostela. Una
vez realizado este tercer y último viaje por tierras galas, contaré
mi Tour de France, a pie, como una unidad con la deriva a las costas
belgas y holandesas de éste pasado último verano.
Espero
que los amigos que me acompañáis en este paseo de forma virtual,
que os cuento con tanto retraso, al igual que me permite a mí
revivir aquellos magníficos días que disfruté durante el verano de 2011,
disfrutéis también con mis andanzas. Pateé las islas en el
siguiente orden: Menorca, Mallorca, con Cabrera y Dragonera, Ibiza y
Formentera y lo finalicé en un paseo nocturno por la costa de Denia,
en Alicante, lugar que no era desconocido para mí, como conté, puesto que por allí pasé en 2009.
Ya
sabéis cómo y con qué medios camino y cuál es la filosofía de mi
viaje. Pero en enero último (2014) visité las Canarias con el
Imserso y, en Tías, visité la casa y la biblioteca de Saramago.
Coincidió que, al día siguiente de mi visita, Joan Morales Alcúdia,
presentaba un libro titulado Saramago
por José Saramago, editado por El
Páramo. Lo adquirí y el autor me lo dedicó. Este libro nos
transmite un Curso de Verano que, en la Universidad de Santander, dio
el Nobel de Literatura en el año 2000 y al que acudió Morales como
alumno. El libro nos transmite lo que Saramago impartió en aquel
curso sobre su obra, de ahí que el título sea fiel al contenido,
pero Morales no sólo hace una entrega de algo fidedigno, sino que lo
complementa con comentarios con mucha enjundia y que demuestra
conocimiento y amor por la obra de Saramago.
Además
de que el segundo apellido del autor recopilador coincida con el
nombre de la bahía a la que llegaré en la 13ª etapa de mi viaje de
2011 que os voy a narrar, la bahía de Alcúdia, al norte de
Mallorca, en el capítulo dedicado a Todos
los nombres, hace mención a otro libro
que Saramago quería escribir sobre su niñez Libro
de las Tentaciones que, finalmente, lo
editaría con el título de Las pequeñas
memorias y que yo tuve oportunidad de
leer en castellano y en la versión portuguesa: As
Pequenas Memórias
(que compré en una visita a Porto en la Semana Santa de 2007, unos
meses antes de hacer mi recorrido por las costas portuguesas). Bueno,
que me estoy enrollando demasiado, referente a esa niñez, Saramago,
en su deseo de recuperar aquel niño que fue, nos propone:
“…imaginemos que cada uno de nosotros es al mismo tiempo el
adulto que es y el niño que ha sido.” Y, aunque pueda parecer y
ser algo narcisista, añade: “…los niños no me interesan nada y
lo único que me interesa es el niño que yo he sido…” Siguiendo
estas reflexiones, tengo que decir que los niños me interesan, mis
nietos más y, en este viaje, también se produce ese interés mío
en recuperar aquel niño que fui y que trato, por todos los medios
posibles, de no perder. Quizás ésta sea una de las claves de mi
viaje. ¡Gracias Saramago por recordármelo!
Este
año voy repitiendo, más o menos, el mismo equipamiento, pero se han
producido dos novedades: una es que ya no llevo la cámara analógica
con que fotografié, con diapositivas, la vuelta a la península
ibérica y, ahora, las fotos que muestro han sido hechas con mi nueva
cámara digital Olympus que, sin ser una cámara extraordinaria,
ofrece imágenes con una calidad que considero suficiente para
ilustrar mi reportaje. Vosotros lo juzgaréis. Por lo que respecta al
contenido de las fotografías, no será la máquina, sino el viajero,
el responsable de la selección de lo fotografiado. No echéis la
culpa a la tecnología si consideráis que las fotos que ofrezco no
son lo más significativo de lo que yo viera en las islas, de lo que
a vosotros más os gustó cuando estuvisteis allí. Cada uno hace su
viaje y se fija sólo en lo que ve y, de ello, presta atención en lo
que tiene significado para él. El viajero que vaya a las Baleares
después de haber visto mi reportaje, que vaya receptivo y abierto
para dejarse sorprender.
La
segunda novedad afecta a aspectos de mi salud y, en este primer año,
influyó en el desarrollo de mi viaje. Hacía tiempo que mi doctora
de cabecera, la Dra. Idoyaga, estaba preocupada por el desequilibrio
de mi presión arterial, entre los números que arrojaban la
diastólica y la sistólica. Los intentos de comer con menos sal, no
iban dando los resultados deseados, así que me propuso un comprimido
de Indapamida (2,5 mg) diaria, a tomar por las mañanas con el
desayuno. Esta es la única medicación que tomo y, a lo largo de los
días que duró el viaje, sin tener mucha experiencia previa, me
supuso un problema adicional: unas veces me olvidaba de tomarla,
otras me entraban las dudas de si la había tomado o no, tuve que
llevar las recetas desde Irun para comprarlas en farmacia, algunas
mañanas me daban somnolencia, y algún susto, como contaré, yendo
por la costa ibicenca.
Creo que,
por lo que a lo demás se refiere, mi viaje, mi actitud en él, fue
muy similar a la de los años anteriores.
Después
de finalizado el viaje y reconociendo que tuve experiencias y
encuentros con personas interesantes en todas las islas, como podréis
comprobar cuando inicie la narración, si tuviera que recomendar
alguna en especial, sería Menorca la estrella. Es una lástima que
iniciara el viaje por esta isla, de Norte a Sur, pues yo necesito
unas jornadas, de una semana a diez días, para sentirme en comunión
con el paisaje y sus gentes, para desprenderme del urbanita que soy.
Por esta razón, al que le ocurra lo mismo que a mí, le recomiendo
que inicie la vuelta a las islas en Formentera, y se demore en esta
pequeña isla haciendo recorridos de forma parsimoniosa. Luego, en
cada isla mi viaje se hará siguiendo las agujas del reloj, con el mar
siempre a la izquierda. Ya había ensayado esta dirección al abordar
la costa portuguesa, que inicié en Huelva y finalicé en Galicia. La
razón, ya la he explicado alguna vez a lo largo de mi vuelta a la
península, y viene derivada de la práctica. Cuando vas por playas,
paseos marítimos, senderos por el acantilado, la diferencia es poca,
quizás la posición del sol, después del amanecer o antes del
ocaso, que puede deslumbrar a alguno (nunca llevo gafas de sol) y
pocas razones más. Pero, cuando no queda otro remedio que ir por la
carretera por no haber otro camino más próximo al mar, llevar el
lado izquierdo de la calzada, permite observar cualquier camino o
sendero que, en un momento determinado te permita acceder de nuevo a
la costa y, a la vez, vas caminando frontal a los coches que se
aproximan, de tal forma que controlas el tráfico, cumples las normas
de seguridad vial, y vas más seguro. Si alguna vez repitiera la
vuelta a la península, tras visitar Collioure, la iniciaría en
Portbou y la terminaría en Irun. El camino que hice a Santiago de
Compostela en 2006, me sirvió como camino iniciático pero, por la
costa, como lo hice, no dejó de ser un error de principiante. Si lo volviera a hacer, lo iniciaría en Santiago y lo acabaría en Irun.
Por
las razones que os he expuesto, mi vuelta a las Baleares, a cada una
de las islas, llevará la dirección que os he indicado. El inicio
en Menorca fue en Ciudadela, donde me dejó el barco que me llevó
allí desde Barcelona, de tal forma que, avancé hacia el Norte,
hasta Punta Nati, continué hacia Fornells, fui bajando por el Este,
hacia Maó, cogiendo en Punta Prima toda la costa Sur hasta Cap
d’Artrutx, regresando por poniente, de nuevo, a Ciutadella. Aunque
lo explico así de linealmente, la realidad no fue tan evidente,
puesto que ya en la segunda etapa, otras razones que ya veréis, me
llevaron por otros derroteros. El ejemplo y la dirección llevada en
Menorca sirve también para Mallorca e Ibiza. En Formentera, Cabrera
y Dragonera hice recorridos, costeros o no, dependiendo de razones
que escapan al criterio expuesto. Como en mi blog anterior (entrando
por Google ver: viajedejavi.blogspot.com para los tramos del Norte,
Portugal y Sur y viaje de javi levante, para el tramo de Murcia a
Collioure), inicio cada una de las etapas con el tramo de mapa que
fui utilizando en el viaje y que creo facilita el seguimiento de lo
que voy narrando.
Que
disfrutéis leyendo tanto como disfruto yo ahora, a pesar del trabajo
que me estoy tomando, recordando las etapas y reviviendo encuentros
que ya se me estaban olvidando. El disfrute físico de hacer el
camino sólo se consigue caminando y cada uno debe hacer su propio
camino. Yo os presento el mío, no con la intención de que lo
repitáis, sino como aliciente tentador, para que cada uno de
vosotros haga el suyo.
Al que
le guste caminar por la montaña, irá a hacer recorridos de montaña.
Este camino orientará mejor a los que gustan de caminar por playas y
acantilados y, si les gusta estar y bañarse desnudos en el mar,
recibirán una aceptable información de las zonas nudistas por las
que yo pasé, las playas que recomiendo y las que deploro. Unas veces
son estas playas reservadas para el nudismo las más bellas y, en
ocasiones, dejan para los nudistas las más impresentables. Si tras
hacer alguna incursión difícil para llegar a ellas, uno se
encuentra con playa de piedras o sucia, la decepción del caminante
es mayúscula, y deplora que se tomara esa decisión de que se
señalara como playa o cala nudista a un lugar que ni siquiera
debiera tener nombre de tal.
Como
ya he dicho en más de una ocasión, la aceptación del nudismo por
amplias capas de población va muy lentamente o, incluso se podría
decir, que va en claro descenso. Los conceptos de tolerancia, no son
suficientes; y el de respeto, que debiera servir como valor máximo
en este terreno, está tergiversado. Parece ser que quien debe ser
respetuoso es el nudista, que debe limitarse a estar desnudo en las
playas autorizadas por los estamentos municipales: los guettos nudistas. El concepto de
respeto no sirve para los recalcitrantes que están en contra de él,
los que no se atreven a desnudarse porque no aceptan su propio cuerpo
como algo natural, los que sólo aceptan ver desnudo un cuerpo de
mujer perfecto o, siendo hombre, dentro de los cánones de belleza
que nos transmitieron los griegos, o Miguel Ángel, en su David.
Aunque
nuestra norma máxima, la Constitución, no señala nada en contra de
la práctica del nudismo y de que a nadie se le puede detener por estar
desnudo en una playa, siempre hay alguien al que no le gusta y que se
queja a la autoridad playera, generalmente el socorrista. A mí me ocurrió en la playa de
Maro, y eso que me fui al extremo más oriental para bañarme, con
peligro, entre rocas. Una familia, poniendo siempre la excusa de los
niños, reclamó la presencia del socorrista para que me obligara a
vestirme o me echara de la playa.
Yo
abogo por que todas las playas sean mixtas o, al menos, tengan una
zona nudista, de tal forma que, para estar desnudos, los nudistas no
se tengan que desplazar muchos kilómetros para ejercer su gusto, con
el mismo derecho que los textiles. Una de las razones viene derivada
de la práctica y tiene que ver con el derecho a la igualdad. Las
playas textiles que tienen una zona nudista en uno de los extremos,
reciben a los textiles paseantes de orilla, pero los nudistas no
podemos pasear por la zona textil. Este ejemplo lo tenemos en
Hendaya, aunque el nudismo que allí se practica es tolerado, no es
playa nudista oficial pero, ¿quién, sino los nudistas, hacen que
una playa sea nudista o no? Esto ocurre en la liberal Francia, donde
se les llena la boca con su Fraternité, Egalité y Liberté, los
derechos a la igualdad y a la libertad son papel mojado en la
conservadora Francia; allí se crean guetos nudistas, como muchos
quisieran que ocurriera en España.
Añado
otra razón: si un matrimonio en el que uno de los componentes es
nudista y el otro no, quieren ir juntos a la playa, cada uno con su
opción, ¿por qué razón debieran ir uno a la nudista y otro a la
textil? Y otra: un grupo de amigas o amigos en el que unos son
nudistas y otros no ¿qué necesidad hay de romper el grupo?
Y la
excusa de los niños. Partimos de una costumbre conservadora,
potenciada por una religión católica que nos aterrorizó con el
miedo al infierno y que amenazaba con aquello de que “Aquél que
escandalizara a las pequeñuelos…” y proponía como solución
consecuente que “…más le valiera atarse a una rueda de molino y
la arrojara al mar”, me supongo que llevando un
taparrabos pues, desnudo, sería otro escándalo. Para la iglesia, el
cuerpo humano era, no un sujeto para la comunicación, sino un objeto
de pecado.
Todo
aquello fue absorbido y potenciado por la legislación franquista,
que dio lugar a la ley de escándalo público, que no quedó derogada
hasta la aprobación de la Constitución. Algunos añoran aquella
ley, no se han leído la Constitución y consideran que Franco era un
libertador y que la democracia es una mierda. No se dan cuenta de que
la democracia la hacemos entre todos, participando en las
instituciones y exigiendo derechos y cumpliendo deberes. Los niños
aprenden lo que está bien y lo que está mal, con los ejemplos y con
lo que se les enseña. Si se les dice que estar o ver a alguien
desnudo es pecado y que está mal, eso es lo que aprenden. Yo como
más a gusto estoy es desnudo en la playa de la Zurriola, en Donostia, con mis
nietos, que siempre tienen la opción de estar con bañador o sin él.
Los niños educados en libertad, pasan olímpicamente de estas
zarandajas y, lo más que puede ocurrir es que se sorprendan de ver
desnudos a otras personas, ya que no es algo habitual en esta
sociedad tan puritana, poco permisiva, irrespetuosa e hipócrita que nos rodea pero que, en una playa
nudista, el asombro inicial se diluye y no les traumatiza como a
algunos les gustaría.
Y con
esta introducción pasemos al inicio de mi viaje. Pero antes de hacerlo, os
hablaré de los preparativos y de mi llegada a Barcelona, donde tengo
amigos que me esperan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario