Etapa 15
(257) 17 de junio de 2011, viernes.
Artà-Arenalet
de Verge-Cala de Penya Rotja-Platja de Font Salada-Cala Matzocs-Cala
Estreta-Cala Mitjana-Cala Torta.
Amanece
en Artà
Toni
se levanta el primero. Paso por nuestra terraza y subo a la azotea.
Desde arriba saco una foto a Toni, que está sentado en una silla en nuestra terraza.
Estamos haciendo tiempo hasta que veamos movimiento en la planta principal. No queremos despertar ni a María Victoria, ni al otro Toni. La ropa no se le ha secado a Toni, así que, de momento, no se la puede poner, por eso continúa con la camiseta prestada. Sigue disfrazado de holandés. Yo me solidarizo con él y, de momento, no me quito mi enseña andaluza.
Toni me saca foto en la azotea y, así, seguimos pasando el tiempo. Resultará que María Victoria hace un rato que ya se ha levantado, ha ido al horno de pan y ha traído las ensaimadas que nos comeremos para desayunar. Bajo de la azotea, tomo la pastilla, me afeito y cago.
Saco una foto del cuarto de baño. Como la foto la saco desde el lado del lavabo y de la bañera, el conjunto de muebles da poca idea de que esta habitación pueda ser la de aseo y el retrete.
Vuelvo a salir a la terraza. Es ahora Toni quien sube a la azotea. Le saco foto, no a él directamente, sino al reflejo de Toni en el espejo que está encastrado en la pared de la torre. Es un espejo normal, pero lo que tiene de curioso es el marco, que es de cerámica. Tiene su gracia, pero es cuestionable su funcionalidad. Como ya hemos visto movimiento en la plata baja, Toni se viste con la ropa húmeda y baja para observar la camada de perrillos boxer que están mamando de su perra madre. Pero no tiene tetas para todos
Toni vuelve a la habitación, pues se ha encontrado en los peldaños de la escalera mi ropa seca y muy bien doblada que me ha dejado María Victoria en uno de los peldaños. Todo un detalle. Recogida la ropa, bajo a desayunar y saco foto de la escalera, que parece fabricada en estuco blanco, con sus dos sencillas barandas.
Desde arriba saco una foto a Toni, que está sentado en una silla en nuestra terraza.
Estamos haciendo tiempo hasta que veamos movimiento en la planta principal. No queremos despertar ni a María Victoria, ni al otro Toni. La ropa no se le ha secado a Toni, así que, de momento, no se la puede poner, por eso continúa con la camiseta prestada. Sigue disfrazado de holandés. Yo me solidarizo con él y, de momento, no me quito mi enseña andaluza.
Toni me saca foto en la azotea y, así, seguimos pasando el tiempo. Resultará que María Victoria hace un rato que ya se ha levantado, ha ido al horno de pan y ha traído las ensaimadas que nos comeremos para desayunar. Bajo de la azotea, tomo la pastilla, me afeito y cago.
Saco una foto del cuarto de baño. Como la foto la saco desde el lado del lavabo y de la bañera, el conjunto de muebles da poca idea de que esta habitación pueda ser la de aseo y el retrete.
Vuelvo a salir a la terraza. Es ahora Toni quien sube a la azotea. Le saco foto, no a él directamente, sino al reflejo de Toni en el espejo que está encastrado en la pared de la torre. Es un espejo normal, pero lo que tiene de curioso es el marco, que es de cerámica. Tiene su gracia, pero es cuestionable su funcionalidad. Como ya hemos visto movimiento en la plata baja, Toni se viste con la ropa húmeda y baja para observar la camada de perrillos boxer que están mamando de su perra madre. Pero no tiene tetas para todos
Toni vuelve a la habitación, pues se ha encontrado en los peldaños de la escalera mi ropa seca y muy bien doblada que me ha dejado María Victoria en uno de los peldaños. Todo un detalle. Recogida la ropa, bajo a desayunar y saco foto de la escalera, que parece fabricada en estuco blanco, con sus dos sencillas barandas.
María
Victoria va al horno por ensaimadas
Cuando
llego a la planta principal, María Victoria ya ha vuelto del obrador
con las ensaimadas. Ha sido tan silenciosa, que ni Toni ni yo nos
hemos percatado de ello. “Son las mejores ensaimadas de Artà”,
nos dice, “si no madrugas, desaparecen”. Hablo con ella de temas
de la aristocracia, de cómo me han dicho que es prima del rey (ella
ni afirma ni desmiente), de cómo se puede mantener su grandeza en
relación a otros de su alcurnia pero con más poderío económico.
El dato me lo da el que se dedique a alquilar su habitación. Si no
tuviera necesidad, creo que no lo haría. Mi amigo Pedro, de
Canarias, me dice que tiene idea de que en un programa de televisión,
esta mujer enseñó su casa. Un programa en que alguien famoso o que
considera que tiene una casa singular, la enseña a los teleadictos.
En este caso sería de grandeza venida a menos. Le pido señas para
mandarle una postal cuando finalice mi vuelta a la costa Balear. Su
nombre se completa con el apellido: Maroto. Sus padres se divorciaron
y ella también. Fueron pioneros, en un momento en que el divorcio
estaba mal visto. Siempre fue rompedora. Estudió con las monjas de
la Asunción. Ya sabe que en Donostia tienen un colegio. Como eran
francesas, ella recibió una educación liberal, pero con las
ventajas e inconvenientes del internado. El conocimiento de otras
chicas de su edad con distintas culturas y procedencias, le supuso un
enriquecimiento. Hizo estudios relacionados con las Bellas Artes.
Bodas
principescas
Hablamos
de las bodas del príncipe y de las infantas. Me dice que sólo
acudieron a la invitación cuando se casó la infanta Helena, puesto
que tanto el príncipe como Cristina, se casaron con plebeyos. Por
esa razón, los grandes de España enviaron para representar a la
nobleza a Eugenia, la hija de la Duquesa de Alba, otra noble casada
con plebeyo y, además, torero. Tampoco la nobleza europea mandó
grandes figuras. Me sorprende oír a María Victoria, siendo una
mujer rompedora, mostrarse como si esas dos bodas hiriesen las bases
de la nobleza, como si ella fuera una parte de la nobleza herida.
Antes me había hablado de que ella había sido una de las primeras
nobles en divorciarse. Pero algo entiendo, puesto que esta mujer, si
no fuera por su pertenencia, a pesar de su cultura, sería una mujer
vulgar. Sin embargo en la boda de Helena con Maritxalar, otro de la
aristocracia, se lo pasaron pipa. Con mucho trasiego de cambio de
vestuario, de aquí para allá, que si a la ceremonia, que si a la
capea, que si a los toros… no puedo asegurar cómo fue el orden de
los actos programados. "Fue un trajín muy divertido", me dice. No recuerdo bien
cuál era el título que poseía. Creo que dijo un marquesado
mallorquín. Para mí es una mujer afable y que pone empeño en
agradar, sin darse importancia. Con la reforma que está haciendo en
la casa, con un nuevo estudio para ella, la casa va a ser mucho más
cómoda que en la actualidad. Está haciendo la reforma con mucha
ilusión. Tiene otro espacio ruinoso, donde acaba de meter una
potente viguería y, donde pretende hacer un gran salón. Allí podrá
meter tanto mueble como tiene en el espacio abigarrado actual. Allí
podrá lucir mejor su tapiz y otros valores. El tapiz, con un fondo
blanco, es posible que hasta quede bonito. He visto una cuna y he
pensado que pudiera ser para cuando le viene la nieta a visitar, pero
parece ser que tal cosa no suele ocurrir. Este tiempo previo al
desayuno, ha permitido que dos personas tan distintas como ella y yo,
hayan podido intercambiar vivencias tan dispares. Es probable que la
edad haya sido un elemento facilitador. María Victoria tiene dos años
menos que yo. Nació en 1947. Pero ella nunca calcula la edad y no se
apoya en acontecimientos para ajustarla. Estoy pasando una
experiencia muy interesante y Toni alucina. Ponemos la mesa en la
terraza y desayunamos los cuatro a la vez. María Victoria ha hecho
café, pero ella es más de té. Yo utilizo el café para manchar la
leche. La ensaimada está exquisita. Ni me fijo cuál es la opción
de los Tonis.
Tapiz
premiado en la bienal de Lausana
Terminado
el desayuno, Toni se fija en el tapiz de que he hablado antes, en el que lo que más sorprende
son una especie de pergaminos que, pudieran ser cerámicas,
incorporados al mismo, y pregunta a María Victoria. Nos dice que ese
tapiz fue enviado a la Bienal de Lausanne en representación de
España y que ganó el premio en su categoría. Ella nos explica el
contenido y lo que ella quiso expresar. Intenta transmitir el temor de
que los hombres nos acabemos cargando el planeta. De la cantidad
inmensa de detritus que generamos día a día. Los elementos humanos
que aparecen son: un hombre cabeza a bajo, una abstracción de mujer
y la parca.
Cuando la autora menciona a la parca, miro a Toni y le veo con cara de no entender nada de nada. Luego le diré que “la parca” es otra forma de nombrar a la muerte. El tapiz pende de unos hilos, como dando a entender que está inacabado, algo que, según María Victoria, no se hacía en aquella época. Se ve que fue una adelantada en expresión creativa y en denuncia ecologista. Aunque disfruto con la descripción del tapiz, quizás más por el entusiasmo con que lo describe, el tapiz no me agrada. Probablemente no esté hecho para agradar, sino para concienciar. Quizás coincida más que con la forma, con el contenido, con la idea. Saco foto a la camada de perros, pero no al tapiz, así que no vais a poder opinar.
Cuando la autora menciona a la parca, miro a Toni y le veo con cara de no entender nada de nada. Luego le diré que “la parca” es otra forma de nombrar a la muerte. El tapiz pende de unos hilos, como dando a entender que está inacabado, algo que, según María Victoria, no se hacía en aquella época. Se ve que fue una adelantada en expresión creativa y en denuncia ecologista. Aunque disfruto con la descripción del tapiz, quizás más por el entusiasmo con que lo describe, el tapiz no me agrada. Probablemente no esté hecho para agradar, sino para concienciar. Quizás coincida más que con la forma, con el contenido, con la idea. Saco foto a la camada de perros, pero no al tapiz, así que no vais a poder opinar.
La
perra boxer no tiene suficientes ubres para todos sus cachorros pero,
aunque las tuviera, la leche no llega para todos, la absorben los más
mamones. Es necesario completar la alimentación de algunos con
biberón. Ha venido una amiga. Creo que ha mencionado el nombre de
Mercedes. A Toni le agradaría dar el biberón a alguno de los
pequeñuelos. María Victoria le dice a cuál hay que alimentar y él
trata de imitar la técnica de ella, pues ya es una experta. Les saco
una foto a los dos alimentando a sus respectivos cachorros boxer,
mientras la madre amamanta al resto de su camada. Mi idea es mandarle
la foto a Toni cuando la revele en Irun, para lo cual luego tendré
que pedirle sus señas en Palma. En la foto, ella mantiene el biberón
de arriba con la tetilla hacia abajo, pero Toni todavía tendrá
mucho que perfeccionar. Estamos dejando pasar demasiado tiempo y si
queremos avanzar, retroceder a la costa Norte, y continuar hacia el
Levante, nos tenemos que ir. Nos despedimos, agradecemos las
atenciones recibidas y nos vamos. Para mí ha sido una experiencia
interesante, una más de tantas en mi camino, pero para Toni ha
supuesto algo impensable. “Si no hubiera sido por ti…”, me dirá
luego. Yo creía que eran las 9:30 h, pero con la zozobra de ayer,
los pinchos y algún golpe que di al reloj, éste se debió retrasar
más de media hora. Por eso ahora calculo que son más de las diez de
la mañana cuando salimos de casa de María Victoria. ¡Hasta
siempre!
Nota:
Al regreso del viaje busco más
información. Marquesado de Casa Ferrandell. La concesión viene
desde 24 de marzo de 1806. El primer titular fue Ignacio Ferrandell
Gual-Moix. Victoria lo heredó de su padre Manuel Maroto y Coll y es
la actual titular desde 17 de junio de 1966. Victoria Maroto y de
Mesa hoy cumple los 45 años de marquesado. ¡Con quién iba a
celebrar mejor el aniversario que con los Toni y el Javi!
Logística
en Artà
Hemos
subido a la habitación para recoger nuestras mochilas y Toni se ha
empeñado en dejar una apariencia de cama hecha. No tiene sentido, le
digo, puesto que luego María Victoria la tendrá que deshacer para
lavar las sábanas. Parece que así Toni se siente más satisfecho y
no le voy a quitar el gusto. Toni le ha dado los 25 € (22+3 de
propina) de la cena de ayer, que no pudimos pagar, para que se los
entregue a Isabel. Por fin salimos hacia el ajuntament.
Nos sacamos una foto en la plaza y luego haremos paradas técnicas. Yo busco Servired y él agua y zumo. Toni compra las bebidas en un Eroski-City y yo encuentro el cajero en el último banco de la calle principal. La Caixa se quedará con 40 céntimos de comisión, a cambio de entregarme 300 € de mi cuenta de ahorro. En la compra del Eroski, paso la tarjeta Travel-club, pero no me admite la tarjeta de socio de cuota, así que Toni no se puede beneficiar del 5% de descuento que yo obtengo en el Eroski de Irun. Lo siento por Toni, aunque el descuento en una compra que no excede los 3 € habría sido ridículo (menos de 15 céntimos). En el Eroski-City era la primera vez que veían esa tarjeta.
Toni no me admite que le pague la cena ahora que ya tengo dinero. Está sorprendido y jubiloso por lo que nos ha ocurrido en las últimas horas, desde que está conmigo. “Tienes tema para hablar de cualquier cosa”, me dice. “¡La experiencia de años, hijo!”, le respondo. En la plaza del ayuntamiento, alguien nos saca foto para el recuerdo. Estamos los dos y la bicicleta que, para Tony, equivale a mis piernas.
Nos sacamos una foto en la plaza y luego haremos paradas técnicas. Yo busco Servired y él agua y zumo. Toni compra las bebidas en un Eroski-City y yo encuentro el cajero en el último banco de la calle principal. La Caixa se quedará con 40 céntimos de comisión, a cambio de entregarme 300 € de mi cuenta de ahorro. En la compra del Eroski, paso la tarjeta Travel-club, pero no me admite la tarjeta de socio de cuota, así que Toni no se puede beneficiar del 5% de descuento que yo obtengo en el Eroski de Irun. Lo siento por Toni, aunque el descuento en una compra que no excede los 3 € habría sido ridículo (menos de 15 céntimos). En el Eroski-City era la primera vez que veían esa tarjeta.
Toni no me admite que le pague la cena ahora que ya tengo dinero. Está sorprendido y jubiloso por lo que nos ha ocurrido en las últimas horas, desde que está conmigo. “Tienes tema para hablar de cualquier cosa”, me dice. “¡La experiencia de años, hijo!”, le respondo. En la plaza del ayuntamiento, alguien nos saca foto para el recuerdo. Estamos los dos y la bicicleta que, para Tony, equivale a mis piernas.
Marcha
atrás
Ya
aprovisionados, Toni de líquidos y yo de dinero, retrocedemos por la
carretera por la que llegamos ayer a Artà. Vamos pasando el puente,
los caballos, etc. En la ciudad, Toni ha ido andando con su bici en
la mano, pero saliendo de Artà, procura hacer todos los tramos que
puede montado y luego me espera cada cierto trecho. Que aproveche
ahora, pienso, ya que con el peso que ha cogido su mochila y cuesta
arriba, tendrá que hacerlo andando. Le saco una foto en una de esas
en que va montado en su bicicleta.
Hoy circulamos por dos carreteras con número singular. Ahora lo hacemos por la MA-3333 y luego lo haremos por la MA-222. Cuando llegamos al mandarino que, aunque secas, sus mandarinas ayer paliaron nuestra hambre, me paro para sacar una foto de recuerdo. No quiero ser desagradecido y pasar de largo. Mas adelante, haré lo mismo con una higuera que ayer también vimos y que me pareció que tenía una copa perfecta.
Es una lástima que a los higos les falte mucho tiempo para madurar y que el tiempo de las brevas hace ya mucho tiempo que finalizó. Habrían sido un alimento perfecto para aportar calorías a nuestro castigado cuerpo. La higuera ya la hemos alcanzado iniciando la cuesta arriba. Estamos en el puerto que lleva hacia la ermita de Betlem y tenemos que estar muy atentos para no pasarnos el cruce que ayer no cogimos. Subiendo el puerto, Toni ha conseguido sujetar la mochila a la bici, pero resulta muy complicado llevarla en equilibrio. El saco es grande y lo lleva al exterior. Cuando lo vio ayer, le gustó el mío, por lo poco que abulta y pesa, y también mi esterilla autohinchable. Llegamos a la bifurcación, aunque el indicador informa mejor a los que bajan el puerto que a los que estamos subiendo. ¡Menos mal que estamos advertidos!
Hoy circulamos por dos carreteras con número singular. Ahora lo hacemos por la MA-3333 y luego lo haremos por la MA-222. Cuando llegamos al mandarino que, aunque secas, sus mandarinas ayer paliaron nuestra hambre, me paro para sacar una foto de recuerdo. No quiero ser desagradecido y pasar de largo. Mas adelante, haré lo mismo con una higuera que ayer también vimos y que me pareció que tenía una copa perfecta.
Es una lástima que a los higos les falte mucho tiempo para madurar y que el tiempo de las brevas hace ya mucho tiempo que finalizó. Habrían sido un alimento perfecto para aportar calorías a nuestro castigado cuerpo. La higuera ya la hemos alcanzado iniciando la cuesta arriba. Estamos en el puerto que lleva hacia la ermita de Betlem y tenemos que estar muy atentos para no pasarnos el cruce que ayer no cogimos. Subiendo el puerto, Toni ha conseguido sujetar la mochila a la bici, pero resulta muy complicado llevarla en equilibrio. El saco es grande y lo lleva al exterior. Cuando lo vio ayer, le gustó el mío, por lo poco que abulta y pesa, y también mi esterilla autohinchable. Llegamos a la bifurcación, aunque el indicador informa mejor a los que bajan el puerto que a los que estamos subiendo. ¡Menos mal que estamos advertidos!
Son
Morei. Rueda de presos
Nos
metemos por el camino y, cuando estamos llegando a Información, está
a punto de marchar en su coche el encargado. Hablamos con el chico y
organizamos el plan para hacer el circuito número 3, que pasa por
algo que llaman Rueda de presos y que enlaza con el nº 5, que nos
llevará a la playa de Arenalet de Verge. El enlace con el 5 no lo
encontraremos, pero nos llevará a la playa. En la vaguada dejamos
unas casas, probablemente de payés, que nos dicen que es Son Morei.
Continuando el camino llegamos a lo que llaman Rueda de presos, que consisten en unos edificios bajos que están rehabilitando y adecentando su entorno. Parece como si hubiera sido un cuartel o, quizás, una cárcel en plena naturaleza. Saludamos a los obreros y continuamos nuestro camino. Otro grupo construye una puerta recia de doble hoja. Por el sendero, Toni no puede ir montado en la bicicleta y le cojo la mochila para ayudarle a ponérsela. ¡Pesa como un muerto! Creo que así no se puede ni se debe viajar. Más tarde le veo la espalda y se le ha llenado de granitos. Llegamos donde otra brigada, que se está encargando de segar la hierba y ahora, cuando les alcanzamos, cargarla en una camioneta. La tarea más dura, la de lanzar la hierba más baja hasta la cabina donde van a llevarla, la está realizando una chica. Me gustaría que en la foto se apreciara este movimiento, este esfuerzo. A los que ponían la puerta, por sus camisetas color caqui, de camuflaje, se podría pensar que son militares, pero no lo son. Éstos tienen camiseta naranja y no sé si son de la misma empresa o de otra. Uno de los chicos nos dice que no cojamos nunca el camino de la izquierda, pues nos llevaría hacia las antenas. Son aquellas antenas que estuve viendo desde la bahía de Alcúdia, los dos días anteriores, sobre el Cap de Ferrutx.
Continuando el camino llegamos a lo que llaman Rueda de presos, que consisten en unos edificios bajos que están rehabilitando y adecentando su entorno. Parece como si hubiera sido un cuartel o, quizás, una cárcel en plena naturaleza. Saludamos a los obreros y continuamos nuestro camino. Otro grupo construye una puerta recia de doble hoja. Por el sendero, Toni no puede ir montado en la bicicleta y le cojo la mochila para ayudarle a ponérsela. ¡Pesa como un muerto! Creo que así no se puede ni se debe viajar. Más tarde le veo la espalda y se le ha llenado de granitos. Llegamos donde otra brigada, que se está encargando de segar la hierba y ahora, cuando les alcanzamos, cargarla en una camioneta. La tarea más dura, la de lanzar la hierba más baja hasta la cabina donde van a llevarla, la está realizando una chica. Me gustaría que en la foto se apreciara este movimiento, este esfuerzo. A los que ponían la puerta, por sus camisetas color caqui, de camuflaje, se podría pensar que son militares, pero no lo son. Éstos tienen camiseta naranja y no sé si son de la misma empresa o de otra. Uno de los chicos nos dice que no cojamos nunca el camino de la izquierda, pues nos llevaría hacia las antenas. Son aquellas antenas que estuve viendo desde la bahía de Alcúdia, los dos días anteriores, sobre el Cap de Ferrutx.
Descenso
hacia la costa del Noreste
Aunque
todavía nos queda alguna subida, iniciamos el descenso hacia el mar.
Al llegar a una señal, abandonamos el camino, que se dirige hacia
las antenas, y cogemos la senda.
Toni termina su zumo y me deja los últimos restos para que me lo beba.
Toni quiere comer algo antes de que bajemos a la playa. Me da la impresión de que quiere alargar el tiempo de estar conmigo y, a la vez, demorar el momento de llegar a la playa. No sólo porque no quiere bañarse desnudo, al menos estando yo delante, sino porque tampoco quiere verme a mí desnudo. Ahora, descendiendo, se anima a bajar montado en su bici que, quizás, sea lo más divertido que puede hacer. El aspecto que tienen las playas hacia las que bajamos es excelente y yo solo me relamo del gusto por el baño que me voy a dar. Me parecen de arena dorada y me habían asegurado que eran de piedras y rocas. Yo pienso que es un lugar magnífico para que Toni se bañe desnudo y no a escondidas como hizo ayer antes de que yo le conociera, sino delante de alguien de confianza, que va a ser respetuoso de su pudor. Se lo planteo en términos de experimento para disfrute de su libertad. Seguimos adelante. Nos faltan sombras y el sol ya casca.
Toni termina su zumo y me deja los últimos restos para que me lo beba.
Toni quiere comer algo antes de que bajemos a la playa. Me da la impresión de que quiere alargar el tiempo de estar conmigo y, a la vez, demorar el momento de llegar a la playa. No sólo porque no quiere bañarse desnudo, al menos estando yo delante, sino porque tampoco quiere verme a mí desnudo. Ahora, descendiendo, se anima a bajar montado en su bici que, quizás, sea lo más divertido que puede hacer. El aspecto que tienen las playas hacia las que bajamos es excelente y yo solo me relamo del gusto por el baño que me voy a dar. Me parecen de arena dorada y me habían asegurado que eran de piedras y rocas. Yo pienso que es un lugar magnífico para que Toni se bañe desnudo y no a escondidas como hizo ayer antes de que yo le conociera, sino delante de alguien de confianza, que va a ser respetuoso de su pudor. Se lo planteo en términos de experimento para disfrute de su libertad. Seguimos adelante. Nos faltan sombras y el sol ya casca.
Un
albergue inesperado. Una ducha templada
Vemos
una casa y unas escaleras que no sabemos si pertenecen al camino.
Toni se adelanta. La casa es el albergue y fuera hay una manguera con
conexión a agua. Hay un hilillo líquido en su bocana. Decido darme
una ducha, me desnudo y pido a Toni que me riegue. Pero yo no contaba
con que su sentido del pudor fuera tan potente que no le permitiera
ni mirarme. Sin insistir, me ducho como puedo. Habría sido útil que
cada cual hubiese duchado al otro, con naturalidad, pero en el caso
de Toni, habría sido como pedir peras al olmo. Está en otra fase;
un momento que yo ya empecé a superar a los 35 años y en el que,
ahora, ya me siento veterano, aunque no deje de sorprenderme su
actitud, que me parece sea más cultural que por motivos de religión.
El agua de la manguera, al estar retenida horizontal sobre la
plataforma, sale templada y la ducha me resulta menos placentera y
relajante que lo esperado. ¡Lástima! Me seco y me visto. Toni abre
una lata y empieza a untar el pan con su contenido. Ha decidido que
se va a quedar en el porche del albergue, donde han dejado alguna
silla fuera, con intención de montar allí al lado la tienda y pasar
la noche. Como no ha comunicado que iba a venir, no podrá instalarse
dentro, así que le vendrá bien para ahorrarse unos eurillos. Pero
sorprende que haya dos sillas fuera. Los que la tienen alquilada,
“¿se habrán marchado de excursión y luego vendrán?”, me
pregunto. Pronto voy a tener la respuesta. Además de la mesa, son
tres las sillas plegables de tijera con lona que han dejado sobre la
plataforma. Una vez vestido y Toni comiendo su bocadillo, bajo unas
escaleras y subo otras y llego a una plataforma que parece formar
parte del entorno del albergue. Vuelvo donde Toni y me despido. Nos
damos un abrazo. ¡Hasta que la vida nos vuelva a encontrar! Y me voy
reflexionando a cerca de lo acaecido en el último rato. Pienso que
mi interés sobre nudismo en playa y, mi oferta expresada a Toni, son
las razones últimas que le han animado a quedarse. Una forma de
defensa para no correr riesgos evitables. Pero, el que no se arriesga
no pasa la mar. Pienso, también, que llegará el día en que ya se
aceptará como es y se querrá lo suficiente como para ser nudista,
si así lo quiere. O quizás no pero, al menos, que no sea por tabúes
ni fantasmas. El lugar de emplazamiento del albergue me ha gustado,
pero prefiero la playa.
Arenalet
de Verge
Ya
queda muy poco camino para llegar a la playa. Desde que la he visto
desde arriba, me sigue atrayendo. Una vez llegado cerca, a la duna,
veo que hay allí una casa, pero no tiene aspecto de que haya
restaurante. Luego me dirán que allí hay un camping y, si lo hay,
que no lo dudo, es probable que haya algún sitio para comer algo.
Pero, como hemos desayunado tarde, ahora, lo más urgente, para mí, no es comer. No hay mucha gente en la playa de Arenalet de Verge, pero los pocos que están allí, son todos textiles. También hay un gran grupo de estudiantes de 1º de bachiller que están con dos profesoras y dos profesores. Cuando llego, sólo uno de los profesores está fuera del agua. Me pide que les saque fotos de grupo para todos. Con una cámara saco dos pero, cuando estoy sacando con la otra, llega por detrás, nadando, el otro profesor y les empieza a salpicar a todos. El grupo se rompe, en desbandada, y yo no he tenido el reflejo de disparar de inmediato. Ha sido una lástima. Habría sido una foto bonita y con historia. Los jóvenes se van, pues están acampados en el camping que no he visto. Yo me desnudo y me doy un baño. Se han quedado en la playa las profesoras y el profe salpicador. Les cuento mi vuelta a Baleares y ellos que están en viaje de fin de curso de 1º B. Cuando se están marchando, les alcanzo para preguntarles si en el camping dan comidas. Me dicen que hay cocina, pero cada uno cocina lo que lleva. Todo esto me lo cuenta el profesor, pues se ha parado para calzarse y se está poniendo los calcetines. Ahora van los cuatro hacia el refugio, pues lo tienen alquilado para los profesores. El gran grupo no habría cabido en el albergue. Ellos son los que han dejado las sillas de loneta fuera. Han tenido que pagar las diez plazas, para tenerlo todo para ellos. Me dicen que, siendo viernes, creen que llegará más gente con intención de ocuparlo. Les digo que arriba se ha quedado mi amigo Toni, que pretendía pasar allí una noche solo y tranquilo, y que se va a sorprender cuando les vea. Que le saluden de parte de Javier.
Antes de darme un nuevo baño, me acerco a las rocas con la intención de fotografiar el Cap de Ferrutx, que ahora lo tengo más próximo que ayer por la tarde cuando me acerqué a la última fita. Por mucho que me escoro, no logro ver la Cala Fosca. Así que me quedaré sin verla. Luego me doy el segundo baño, tomo el sol y un tercero. El agua está deliciosa y el mar calmo y pleno de transparencias azuladas. ¡Cuánto estoy disfrutando! Pero, después de la jornada de ayer en compañía, echo en falta a Toni.
Tras el disfrute y, una vez seco, cargo las mochilas y, sin vestirme, comienzo a caminar, puesto que el profesor de 1º B me ha dicho que a unos tres kilómetros encontraré un restaurante. Pero no lo encontraré hasta llegar a Cala Torta, a donde llegaré tras recorrer bastantes kilómetros más de los anunciados. Saco alguna foto según me voy alejando de Arenalet de Verge. Es muy probable que la siguiente playa por la que paso sea la de Pénya Rotja, que tiene hacia el horizonte el Faralló d’Albarca, islote que ya se veía muy bien desde Arenalet de Verge. Me doy otro baño y, sin secarme, sigo el camino.
Pero, como hemos desayunado tarde, ahora, lo más urgente, para mí, no es comer. No hay mucha gente en la playa de Arenalet de Verge, pero los pocos que están allí, son todos textiles. También hay un gran grupo de estudiantes de 1º de bachiller que están con dos profesoras y dos profesores. Cuando llego, sólo uno de los profesores está fuera del agua. Me pide que les saque fotos de grupo para todos. Con una cámara saco dos pero, cuando estoy sacando con la otra, llega por detrás, nadando, el otro profesor y les empieza a salpicar a todos. El grupo se rompe, en desbandada, y yo no he tenido el reflejo de disparar de inmediato. Ha sido una lástima. Habría sido una foto bonita y con historia. Los jóvenes se van, pues están acampados en el camping que no he visto. Yo me desnudo y me doy un baño. Se han quedado en la playa las profesoras y el profe salpicador. Les cuento mi vuelta a Baleares y ellos que están en viaje de fin de curso de 1º B. Cuando se están marchando, les alcanzo para preguntarles si en el camping dan comidas. Me dicen que hay cocina, pero cada uno cocina lo que lleva. Todo esto me lo cuenta el profesor, pues se ha parado para calzarse y se está poniendo los calcetines. Ahora van los cuatro hacia el refugio, pues lo tienen alquilado para los profesores. El gran grupo no habría cabido en el albergue. Ellos son los que han dejado las sillas de loneta fuera. Han tenido que pagar las diez plazas, para tenerlo todo para ellos. Me dicen que, siendo viernes, creen que llegará más gente con intención de ocuparlo. Les digo que arriba se ha quedado mi amigo Toni, que pretendía pasar allí una noche solo y tranquilo, y que se va a sorprender cuando les vea. Que le saluden de parte de Javier.
Antes de darme un nuevo baño, me acerco a las rocas con la intención de fotografiar el Cap de Ferrutx, que ahora lo tengo más próximo que ayer por la tarde cuando me acerqué a la última fita. Por mucho que me escoro, no logro ver la Cala Fosca. Así que me quedaré sin verla. Luego me doy el segundo baño, tomo el sol y un tercero. El agua está deliciosa y el mar calmo y pleno de transparencias azuladas. ¡Cuánto estoy disfrutando! Pero, después de la jornada de ayer en compañía, echo en falta a Toni.
Tras el disfrute y, una vez seco, cargo las mochilas y, sin vestirme, comienzo a caminar, puesto que el profesor de 1º B me ha dicho que a unos tres kilómetros encontraré un restaurante. Pero no lo encontraré hasta llegar a Cala Torta, a donde llegaré tras recorrer bastantes kilómetros más de los anunciados. Saco alguna foto según me voy alejando de Arenalet de Verge. Es muy probable que la siguiente playa por la que paso sea la de Pénya Rotja, que tiene hacia el horizonte el Faralló d’Albarca, islote que ya se veía muy bien desde Arenalet de Verge. Me doy otro baño y, sin secarme, sigo el camino.
Playas
con rocas. Platja de Font Salada
Una
pareja va por delante, pero los perderé de vista, puesto que me voy
parando en todas las playitas por las que paso y, en todas, me doy un
baño.
Ahora el camino se vuelve senda, va por encima de la playa, y continúa así por todo el litoral. Algún tramo ascendente resulta algo difícil y vuelvo a pensar en Toni, y en que tendrá que hacer ese tramo mañana con bicicleta.
Al ser un sendero tan estrecho, no creo que vaya a ser un camino de rosas para él. Al llegar a una zona rocosa pero con unos fondos de mar azules como pocas veces he visto, si no fuera en Menorca, veo que alguien está pasando el día. Supongo que será un lugar seguro para darse baño y para tirarse de cabeza al agua desde la roca, pues los fondos son claros.
No sé si aquí los bañistas correrán peligro con los congrios y las morenas. Es probable que algún joven corra más peligro con su morena particular y pierda su virginidad. No se ve nada de arena lo que, para mi gusto, estas zonas de baño me resultan más incómodas. Como yo ya me he bañado bastante, no hago amago de bajar y continúo por el sendero que sigue ascendente por encima de este precioso acantilado.
Es una lástima que, alguien que no puede vivir sin ruido, haya llevado algún aparato de música y se oiga su “machaca, machaca” para deleitarnos con su exquisito gusto musical. Con lo bonito que es escuchar el silencio y el arrullo del movimiento del mar al chocar con la roca.
Esta música repelente es una razón más para huir del lugar. Y todavía no he llegado ni a S’Arenal, en el Sur de la isla, ni a d’en Bossa, en Ibiza, playas, ambas, nada recomendables a los amantes de la tranquilidad.
Al fondo, en el cabo más sobresaliente hacia el mar, aunque en mi mapa no hay nada en la zona que reciba el nombre de cabo, entre el Ferrutx y el Cap des Freu, salvo la Punta des Boc, a la que no llegaré hasta mañana, pero que me pasará desapercibida, se empieza a vislumbrar la Torre Abarca que, aunque todavía no lo sé, sabré que es donde acabará durmiendo Toni tras su jornada caminera de hoy. Cuando llego arriba, descanso de la cuesta ascendente y fotografío la Torre Abarca.
Ahora el camino se vuelve senda, va por encima de la playa, y continúa así por todo el litoral. Algún tramo ascendente resulta algo difícil y vuelvo a pensar en Toni, y en que tendrá que hacer ese tramo mañana con bicicleta.
Al ser un sendero tan estrecho, no creo que vaya a ser un camino de rosas para él. Al llegar a una zona rocosa pero con unos fondos de mar azules como pocas veces he visto, si no fuera en Menorca, veo que alguien está pasando el día. Supongo que será un lugar seguro para darse baño y para tirarse de cabeza al agua desde la roca, pues los fondos son claros.
No sé si aquí los bañistas correrán peligro con los congrios y las morenas. Es probable que algún joven corra más peligro con su morena particular y pierda su virginidad. No se ve nada de arena lo que, para mi gusto, estas zonas de baño me resultan más incómodas. Como yo ya me he bañado bastante, no hago amago de bajar y continúo por el sendero que sigue ascendente por encima de este precioso acantilado.
Es una lástima que, alguien que no puede vivir sin ruido, haya llevado algún aparato de música y se oiga su “machaca, machaca” para deleitarnos con su exquisito gusto musical. Con lo bonito que es escuchar el silencio y el arrullo del movimiento del mar al chocar con la roca.
Esta música repelente es una razón más para huir del lugar. Y todavía no he llegado ni a S’Arenal, en el Sur de la isla, ni a d’en Bossa, en Ibiza, playas, ambas, nada recomendables a los amantes de la tranquilidad.
Al fondo, en el cabo más sobresaliente hacia el mar, aunque en mi mapa no hay nada en la zona que reciba el nombre de cabo, entre el Ferrutx y el Cap des Freu, salvo la Punta des Boc, a la que no llegaré hasta mañana, pero que me pasará desapercibida, se empieza a vislumbrar la Torre Abarca que, aunque todavía no lo sé, sabré que es donde acabará durmiendo Toni tras su jornada caminera de hoy. Cuando llego arriba, descanso de la cuesta ascendente y fotografío la Torre Abarca.
Playas
con posidonia:
Matzocs, Estreta y Mitjana
Matzocs, Estreta y Mitjana
A
partir de Torre Abarca, el camino empieza a descender hacia nuevas
playas pero, las siguientes, por la configuración del litoral, están
plagadas de alga posidonia. Quizás sean playas que se mantienen
gracias a la posidonia que las contiene y evita que la arena
existente se la lleve el mar.
Cuando me asomo a cala Matzocs, me encuentro con dos embarcaciones. “Algunos ya saben lo que eligen para estar tranquilos”, digo para mis adentros.
Bajo con intención de darme en la playa otro baño, tras la ascensión y el descenso y, cuando estoy llegando a la curva, oigo voces.
En vez de continuar por el camino, voy por entre él y el agua, así no tengo que correr riesgos innecesarios si a alguno no le parece bien que vaya en bolas. Si el lugar hubiese sido otro, no me habría importado, pero éste se ha prestado y me ha llevado a reaccionar así. Pero al llegar abajo, la arena no es tal, sino el alga que tan poco me agrada, así que me reprimo el deseo de meterme en el agua.
Sigo adelante por los caminos, que siguen siendo senderos, como podréis apreciar en las fotos, y llego a otro lugar que, por su configuración, podría ser Cala Estreta. Como su nombre indica, es estrecha y los fondos marinos vuelven a ser preciosos. Continúo y, cuando llego a la siguiente, me vuelve a ocurrir lo mismo.
Toda la playa está cubierta de posidonia. Pero aquí se produce una variación: una pareja nudista se baña en el centro de la rada.
Cuando llego, observo el lugar por el que ellos salen del agua y, una vez conocido el camino, me animo a darme un baño. La verdad es que la posidonia es molesta para dormir encima de ella, no por su textura, puesto que es mullida, mucho más que la arena, sino por los insectos que atrae por su humedad profunda. Para el baño, es buena ocasión para perderle respeto y, como hace de filtro, ayuda también a la purificación de las aguas. Los bañistas toman el sol en zona sin posidonia y yo imito y hago lo propio. Una vez secado, ya me visto y continúo camino.
Cuando me asomo a cala Matzocs, me encuentro con dos embarcaciones. “Algunos ya saben lo que eligen para estar tranquilos”, digo para mis adentros.
Bajo con intención de darme en la playa otro baño, tras la ascensión y el descenso y, cuando estoy llegando a la curva, oigo voces.
En vez de continuar por el camino, voy por entre él y el agua, así no tengo que correr riesgos innecesarios si a alguno no le parece bien que vaya en bolas. Si el lugar hubiese sido otro, no me habría importado, pero éste se ha prestado y me ha llevado a reaccionar así. Pero al llegar abajo, la arena no es tal, sino el alga que tan poco me agrada, así que me reprimo el deseo de meterme en el agua.
Sigo adelante por los caminos, que siguen siendo senderos, como podréis apreciar en las fotos, y llego a otro lugar que, por su configuración, podría ser Cala Estreta. Como su nombre indica, es estrecha y los fondos marinos vuelven a ser preciosos. Continúo y, cuando llego a la siguiente, me vuelve a ocurrir lo mismo.
Toda la playa está cubierta de posidonia. Pero aquí se produce una variación: una pareja nudista se baña en el centro de la rada.
Cuando llego, observo el lugar por el que ellos salen del agua y, una vez conocido el camino, me animo a darme un baño. La verdad es que la posidonia es molesta para dormir encima de ella, no por su textura, puesto que es mullida, mucho más que la arena, sino por los insectos que atrae por su humedad profunda. Para el baño, es buena ocasión para perderle respeto y, como hace de filtro, ayuda también a la purificación de las aguas. Los bañistas toman el sol en zona sin posidonia y yo imito y hago lo propio. Una vez secado, ya me visto y continúo camino.
Cala
Torta. Marga
Así
llego a Cala Torta, donde hay un pequeño chiringuito, cuya terraza,
que tampoco es nada grande, también está repleta de comensales.
Pareciera que celebraran algo. Otra Marga, me ofrece pescado y
chuleta de cerdo, pero los precios me parecen caros para el lugar en
el que estoy. Ya es bastante tarde y he hecho apetito, así que pido
los dos platos y que añadan una buena ensalada. Esto es lo único
que no puede ser, pues la lechuga que tienen es para complemento de
los platos, puesto que todos la llevan. Como primero el lenguado, que
está muy sabroso, luego las chuletas de cerdo y, con la ensalada de
ambos, me haré una de postre.
Marion
Boy y Joerg. www.delicatessen_boy.de
A unos
alemanes que están sentados a mi lado, les sacan dos mariscadas y
dos ensaladas. Los que están sentados más próximos a mí, están
de vacaciones por cuatro semanas, son clientes del delicatessen que
regentan los otros dos, Marion Boy y su marido, Joerg, creo que me
dijeron, en Hamburgo. Joerg me ha invitado a un chupito de vino
blanco, que está fresquito y me sabe muy rico. Con la comida, he
bebido tres latas de cerveza. Pagaré, con la propina, 30 €. Cuando
les empiezo a contar mi viaje, Marion se muestra interesada y se
cambia de puesto con su marido, para escucharme mejor y el
intercambio de experiencias. Me dice que han venido con ellos, porque
son clientes de su establecimiento, pero que una semana con ellos
hubiera sido más que suficiente. Habrían estado las otras tres
semanas mejor solos. Me invitan a un licor de hierbas, que me
recuerda al Benedictine. El dueño del bar se enrolla con los
clientes y participa de su fiesta. Marga, aunque sólo chapurrea
alemán, también sabe enrollarse con ellos. Los alemanes se despiden
después de darme su página Web y yo continúo hablando con los que
van quedando de sobremesa.
Alicia y
Jordi, Teresa y Juan sólo son amigos
Oigo
que Marga dice algo de Falange. Afino mi oído, después de que ya se
han ido los alemanes. El rojo y el negro, colores propios de Falange.
No recuerdo a qué cuento venía. Alicia, que está de espaldas a mí,
tiene grabadas en uno de sus hombros dos mariquitas, en los colores
negro y rojo. Jordi tontea con Alicia, pero tiene claro que no va a
haber continuidad en su relación. ¡Vamos! Que su relación no va a pasar a más. Hoy han dormido juntos: “pero
sólo dormir”, me aclara. Para mí es el clásico tonteo que puede
acabar, o no, en casorio. Teresa y Juan, también son amigos. A Juan,
que es médico, le está sentando mal el licor que está bebiendo y
empieza a no coordinar bien lo que dice. Suele ser el momento de las
verdades. Le queda poco para acabar en la playa tumbado y vomitando.
¡Qué ejemplo para la profesión que pretende la salud para los
demás! A pesar de lo que digo, parece un chaval majo. Me ofrecen un
licor que ellos dicen que es mezcla y, para mí, es muy similar al
que bebían los alemanes. Luego me dan a probar el licor de palo con
anís y es mucho más oscuro que el que me invitaron en la cueva de
Son Bou, en Menorca, los amigos de Ciutadella. Antes de que se vayan al agua, hablo con Jordi
sobre Bildu. Tienen un concepto erróneo transmitido por los medios
de comunicación y comparte con ellos el temor de que, siendo hijos
de ETA, no sean capaces de hacer una política independiente de las
instrucciones de la banda terrorista. Le digo que en Bildu hay gente
separatista, como la hay en PNV y en EA pero, al estar esta última
formación en el mismo proyecto, también hay gente que lleva tras de
sí una gran trayectoria democrática. Una de las cosas que más ha
favorecido a que se haya producido la coalición, ha sido la política
intransigente del PP, lo que le ha permitido obtener en las
elecciones una representación muy por encima de lo que hubieran
conseguido en otro momento menos singular. Con la política que
hagan, se verá su evolución que, yo creo, será a la baja. Pero eso
ya es hacer ciencia-ficción. Me despido. Se van a bañar, pero sólo
veo en el agua a las chicas, aunque no se meten totalmente en el
agua. Jordi, al igual que hacía en la mesa, les saca fotos en serie.
Es allí cuando Juan, el médico, vomita y dormita. Ya se le pasará,
espero.
Mi baño
en Cala Torta
He
dejado mis mochilas en el chiringuito, mientras allí la terraza ya
ha quedado despejada de gente, y me cuidan mis cosas. Me voy a dar
el primer y único baño de Cala Torta. Me doy un baño y cuando
salgo del agua se va a bañar el único nudista que veo. Me dice que
había más al fondo, pero que ya se han ido. Paseo por la orilla
para secarme con el aire del atardecer. Cuando voy a volver a mi
sitio, le saludo de nuevo. Está leyendo un libro en inglés. Tiene
aspecto de ser majo, pero quiero volver al chiringuito para seguir
con mi diario. Hoy ha sido otro de esos días intensos, con mucho
para contar y no quiero olvidar nada.
Escribiendo
diario en el Cala Torta (Artà)
Todas
estas calas del Nordeste pertenecen a Artà. Cala Mesquida, a la que
llegaré mañana a desayunar, ya pertenece a Capdepera. Estoy solo
escribiendo en la terraza. Cuando han terminado de fregar, montar los
bancos sobre las mesas y amarrarlos con cadenas, y barrido todo el
suelo de la terraza, Marga y los demás ya se van. Me dice que me
deja sin levantar ni amarrar el banco y la mesa que estoy utilizando
para escribir, con el compromiso de que lo haga yo cuando acabe.
No lo haré, sino al día siguiente, antes de irme, y con ayuda de Toni, como ya contaré. Lo que sí haré será utilizar banco y mesa como parapeto para que me quiten el viento que viene del mar, puesto que, cuando dejo de escribir, decido que va a ser el sitio donde voy a pasar esta noche. Sin terminar de ponerme al día, he tenido que dejar de escribir el diario, porque ha oscurecido y ya no veo. Ya no me baño. Como he estado desnudo todo este tiempo y ahora hace frío, me visto. Cuando organizo todo: parapeto, cama, almohada, etc. me desnudo de nuevo para meterme en el saco y acostarme. Última foto desde mi cama.
Duermo muy bien, pero tengo necesidad de levantarme dos veces para orinar. Seguramente los causantes de esta novedad han sido las tres cervezas, el vinillo y los chupitos (que si probar éste, que si a ver cómo sabe aquél). Me han funcionado como diuréticos.
No lo haré, sino al día siguiente, antes de irme, y con ayuda de Toni, como ya contaré. Lo que sí haré será utilizar banco y mesa como parapeto para que me quiten el viento que viene del mar, puesto que, cuando dejo de escribir, decido que va a ser el sitio donde voy a pasar esta noche. Sin terminar de ponerme al día, he tenido que dejar de escribir el diario, porque ha oscurecido y ya no veo. Ya no me baño. Como he estado desnudo todo este tiempo y ahora hace frío, me visto. Cuando organizo todo: parapeto, cama, almohada, etc. me desnudo de nuevo para meterme en el saco y acostarme. Última foto desde mi cama.
Duermo muy bien, pero tengo necesidad de levantarme dos veces para orinar. Seguramente los causantes de esta novedad han sido las tres cervezas, el vinillo y los chupitos (que si probar éste, que si a ver cómo sabe aquél). Me han funcionado como diuréticos.
Balance de la última jornada en el Nordeste de Mallorca
El
arranque del día ha sido precioso. Hablando de la realeza y la
aristocracia, con ricas ensaimadas, "¡las mejores de Mallorca!", según
María Victoria y, probablemente con razón. No sabría decir si comí
alguna mejor en las 24 jornadas mallorquinas. Una bonita lección
sobre un tapiz ganador de premio en Lausanne, y ver disfrutar a Toni
con la camada boxer. Repuesta la cartera, un recorrido bonito desde
Artà hasta el Arenalet de Verge. Una lástima ha sido no poder
aprovechar mejor la ducha que nos ofrecía el albergue. Ya sin Toni,
un bonito encuentro con los alumnos y profesores de 1º B de
Bachillerato. Disfruto en las playas de arena fina, sobre todo, en la
de Arenalet de Verge y el haber superado mi rechazo a las playas de
posidonia, con otro bonito baño. Una buena comida en Cala Torta, muy
bien atendido por Marga, y agradecido por las facilidades para
escribir el diario al atardecer. También ha sido una buena cama con
defensa. Las conversaciones con los alemanes del delicatessen de
Hamburgo y con los cuatro amigos, nada más que amigos. No sé a
cuento de qué afloró el tema de Falange, pero acabamos hablando de
Bildu.
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